El día 14 de noviembre del año 2012, publiqué en este mismo periódico un artículo llamado “El fin de una era”. Reproduzco su conclusión, por considerarlo de actualidad:

El problema de la sociedad dominicana no son únicamente los políticos. Somos nosotros,que le hemos permitido a los políticos secuestrar nuestra sociedad. 

Lo que estamos viviendo hoy es consecuencia de una conducta ciudadana de complicidad con el sector político. Esa actitud de “paños y manteles” de la ciudadanía con los políticos forma parte de la era vandálico-democrática descrita por ViriatoSención en su obra “El Pacto de los Rencores”. En esta era de la historia dominicana, el cinismo y la corrupción han adquirido categoría de cultura. 

Esta era vandálico-democrática comenzó cuando el pueblo inició un proceso de corrupción propia. Cuando el pueblo se corrompió, ViriatoSención nos narra que “…ya nadie supo cuál era su destino ideal, ni qué sentido tenía la lucha cívica, ni qué sentido tenía ningún tipo de lucha, salvo la individual y la del sálvese quien pueda. El ladrón era un héroe de alta sacristía. El clientelismo, el asistencialismo, el transfuguismo, el neoliberalismo, la delincuencia alarmante y el patrimonialismo sembraron su imperio en el alma colectiva de un pueblo. Los actos de grandeza se perdieron en los corredores negros del albañal. Llegaba la era del hombre contrahecho. Ahora nadie se sonroja al ser tildado de mentiroso; en esta era no hay escrúpulos ante el robo, no asoma la más mínima verguenza ante el ridículo ostensible”. 

La era vandálico-democrática descrita por ViriatoSención es la actual y en la misma, nosotros nos hemos confundido en la corrupción del sector político al ser cómplices de sus desmanes. Sin embargo, la misma está llegando a su fin. La ciudadanía está despertando y se está pronunciando en contra de la ausencia de honestidad de las autoridades gubernamentales. ¿Cuál debe ser el próximo paso? 

La ciudadanía no debe quedarse en meras protestas. Debe trabajar en organizarse políticamente y presentar al electorado alternativas frescas y viables para el próximo certamen electoral. Es una tarea difícil, pero las condiciones se están produciendo para que el anhelo que muchos tenemos de cerrar esta era vandálico-democrática que inició hace más de tres décadas se haga realidad.

Casi cinco años después de publicado este trabajo, el ciclo de complicidad de la ciudadanía con la corrupción pública ha terminado. Y lo que es mejor: la ciudadanía se lanzó a las calles el pasado domingo 22 de enero a protestar pacíficamente contra la cultura de impunidad que nos arropa desde hace más de cinco décadas.

Reiteramos que este despertar de la conciencia colectiva no debe quedarse en meras marchas. Si no avanza un paso más, los políticos corruptos mantendrán secuestrada nuestra sociedad y la cultura de impunidad seguirá consolidando sus raíces en el alma nacional.

Es por ello que se hace necesaria la organización de la ciudadanía en opciones político-electorales. El ejemplo de España puede servir de incentivo. La profunda crisis económica que azotó ese país entre los años 2009 y 2013 provocó el surgimiento de un movimiento de indignación ciudadana.  El manifiesto Mover ficha: convertir la indignación en cambio político trajo como resultado la formación de Podemos a principios del año 2014. Hoy, es la tercera fuerza política española con un 13.42% del electorado, suficiente para 45 diputados.

Otro ejemplo notable es el de Ciudadanos. Un partido limitado a la región de Cataluña durante ocho años, fue impulsado por el movimiento de indignación a convertirse hace tres años en un partido nacional. Hoy, es la cuarta fuerza política de España con un 13.06% del electorado y 32 diputados.

Estos dos grupos, integrados por ciudadanos sin experiencia política, lograron en dos años romper con el bipartidismo español, representado por el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). ¿Por qué lo lograron? Porque no se quedaron en la indignación y decidieron organizarse.

La clase media dominicana, protagonista de la marcha del 22 de enero, tiene un precioso ejemplo en lo logrado por Podemos y Ciudadanos. Se le hace imperioso probar que realmente rompió con la política clientelar, asistencialista y patrimonialista. Manos a la obra.