Tenía pensado dedicar mi artículo de hoy a la luz al final del túnel proclamada el domingo por Luis Abinader, de que llegó la hora de trabajar por una amplia alianza nacional en favor del cambio de rumbo del país.
Me proponía cotejar ese planteamiento con los artículos del admirado amigo Rafael Chaljub Mejía, los del doctor Guillermo Moreno, y el agónico llamado a la unidad opositora que hizo esta semana Fafa Taveras.
Escribiría ideas para generar un programa mínimo inspirado en la tesis de Mao sobre la jerarquización de las contradicciones, y el énfasis de Camilo Torres en insistir en lo que nos une, y prescindir de lo que nos separa.
Quería cavilar sobre la paradona que representa la montaña de dinero malgastada por el presidente Danilo Medina para ganar su Congreso “mío, mío, mío”, y luego terminar sustituyéndolo por una comisión de abogados constitucionalistas.
Consideraba prioritario calentar la argumentación de Subero Isa, equivocado de medio a medio cuando plantea que mediante un tecnicismo bastardo Milton Ray Guevara y su Tribunal Constitucional podrían intentar levantar el alambrado de la legitimidad para colar por debajo un intento reeleccionista del presidente Medina.
Quería tumbar el análisis de mi amigo Neri Ciprián de que “La reelección de Danilo es un hecho”, antes de que el señor Robert E. Copley, representante del gobierno de Estados Unidos en el país, coincidiera el miércoles con el planteamiento que hizo el lunes Abinader de que para impulsar el desarrollo económico y promover el bienestar social hay que erradicar la corrupción.
Pero me guardé las buenas ganas de escribir sobre tan importantes temas de la coyuntura que pauta lo que viene, cuando leí una información que me ha sorprendido por tratarse de un tema tan sensible como la violencia de género.
Yo leía y repasaba la información en los periódicos. Me restregaba los ojos y volvía a leerla. ¿“Sería un error de edición?”, me preguntaba.
No. En la hermosa foto del Procurador anunciando el lanzamiento “de manera oficial” de una campaña para sensibilizar a la ciudadanía sobre la urgencia de detener la violencia contra las mujeres”, puesta en marcha “en el marco del Plan Nacional contra la Violencia de Género” no figuraban el Ministerio de la Mujer, ni su incumbente Janet Camilo.
Ese ministerio que tiene por misión “Definir y liderar la ejecución de políticas públicas, planes y programas que contribuyan a la igualdad y la equidad de género y al pleno ejercicio de la ciudadanía de las mujeres”.
En mi elemental conocimiento de las cosas no me cabía en la cabeza que pudiera hacerse un acto como ese, esencialmente relacionado con su misión, y que se dejara fuera al ministerio correspondiente.
¿Será que Janet se movió y la sacaron de la foto? No, porque tampoco la mencionan ni a ella ni al Ministerio en el abundoso contenido de la nota.
Si no fuera porque ayer era Thanksgivin Day, porque hoy es Black Friday, porque las Águilas siguen ganando y va llegando el fresco aire de Navidad, yo me preguntaría, encabronado ante esa nueva expresión de irrespeto a las instituciones que es la omisión del Ministerio de la Mujer, le salió al Procurador del mismo maletín donde guarda el “error de traducción” que lo llevó a instrumentar su expediente de sobornos de Odebrecht sólo de 2001 a 2004, pese a que el fraude llegó hasta 2013, y a ignorar el numeral 17 de la página 14.