Seamos realistas,  no vivamos de la filosofía que busca amortiguar un problema que todos los días se ve y se enfrenta. El tráfico de nuestro país cada día se encuentra más congestionado y, si nos vamos a las raíces de este problema, podemos concentrarnos en los siguientes elementos:

  1. Educación y cultura vial
  2. Transporte público bueno, viable y digno
  3. Sindicatos
  4. Instituciones competentes
  5. Otras vías de transporte
  6. Estado.

Si juntamos todos estos elementos conseguimos razonar que el problema de transporte de la República Dominicana comienza desde la educación de cada ciudadano que conduce o es peatón, y termina, con la permisividad que gozan los choferes de transporte público, al momento de tener el volante de un vehículo en sus manos. Me pregunto ¿Dónde están las autoridades justo cuando estos comenten sus imprudencias?

No es un secreto que el transporte público en nuestro país no es una opción para muchos, o mejor dicho, para todo aquel que desea transportarse dignamente de un lugar a otro y más en un país donde prima las altas temperaturas climáticas. No es concebible, que en un carro público, se monten seis personas, una arriba de la otra, sin que  esto se vea como una violación a las leyes de tránsito y un insulto a los derechos fundamentales de los individuos que viven en la República Dominicana. ¡Tan respetados son los sindicatos! Por lo menos, les insto a cambiar las políticas de comercio y ofrezcan al Estado otras opciones para el manejo del transporte público.

Las instituciones competentes no solo están para dirigir, controlar y castigar las infracciones de tránsito, las mismas deben dirigir y motivar desde un rol más activo, las posibles soluciones que pudieran servirle al Estado para remediar un problema que a la larga se convertirá en catastrófico, sin embargo, es todo lo contrario, cuando notas que los mismos o justifican sus acciones con frases que indignan aún más a todo aquel que tiene que vivir la realidad de los tapones en las calles. Entonces, si el transporte es mental, todos aquellos que salimos a las calles y vemos la realidad, tenemos al parecer el mismo problema mental.  ¡Hay que ser razonables y más pensantes antes de recurrir al sarcasmo!

Como segunda opción, todo aquel que puede darse el lujo o hacer un esfuerzo para transportarse desde un vehículo privado, lo hace y lo seguirá haciendo por no tener más opciones que sean factibles, y de ahí nace, el principal problema de los tapones. Si nos ponemos analizar cuantos vehículos hay en cada casa u hogar de este territorio, el resultado de esta pregunta nos lleva directamente a una de las razones de la cogestión vial, pero ¿qué otra opción tenemos que no sea la de recurrir al transporte público?

El problema de cultura y educación de la mayoría de los dominicanos es algo que no nació de un día para otro, sin embargo, podemos ir educando e implementando medidas para ir mejorando uno de los sistemas más deteriorados que tenemos. Es momento que se formen líneas de vehículos sin salirnos de nuestros carriles, que el paso rápido no sea ocupado por aquel que quiere esperar en primera fila a que cambie el semáforo, que el peatón cruce únicamente por la línea de cebra, que el motorista comprenda que las aceras no son para transitar y que es obligatorio el uso del casco, que aprendamos a ceder cuando es necesario para que fluya el tráfico y no se hagan más tapones del que ya hay, que los carros públicos sean prudentes al conducir porque no respetan ni las direccionales, ni la cantidad de pasajeros que la ley permite, ni las luces de semáforo, más los cambios bruscos que hacen de un carril a otro y así de infinita podría hacer una lista de infracciones acumuladas que nunca son sancionadas por las autoridades. En definitiva, nos guste o no, vivimos en una selva y si eso no está a la luz de los ojos del Estado, las autoridades y de los sindicatos, es porque sus intereses están muy por arriba de la contribución al mejoramiento del sistema de transporte de nuestro país.

Por lo que, en mi sano juicio y en defensa de todo aquel que está a disgusto con los tapones y el trasporte público, concluyo diciendo que NO ES MENTAL LA CONGESTIÓN DEL TRANSPORTE DOMINICANO. Necesitamos enfrentar y contribuir de otra manera, desde las autoridades, el ciudadano mismo, las empresas vinculadas a prestar estos servicios, los demás interesados económicamente hablando y el gobierno, para mejorar nuestro sistema de transporte que claramente necesita de mucho para subir un escalón que conduzca a la comodidad y al buen funcionamiento en provecho de la colectividad.