Nadie tiene el don de la eternidad. No hay poder interminable. Quienes no tengan esto claro, solo tienen que verse en el espejo de reyes, papas, presidentes y jefes de gobierno que han sido y hoy son incluso perseguidos por supuestos o reales actos de corrupción y otros ilícitos.
No hay un solo monarca que haya superado la muerte y, aun cuando muchas monarquías se prolongan en el tiempo a través de los herederos del trono, también esos terminan. La historia nos muestra regímenes que parecían eternos y desaparecieron. Muchos hasta desafiaban las leyes de la naturaleza, promoviendo la deificación de sus figuras. Hacían creer que las puertas del cementerio nunca serían abiertas para ellos.
Después de 72 años como monarca, Luis XIV murió. Francisco José de Austria-Hungría, rey apostólico de Hungría y de Bohemia, luego de 68 años en el mando, falleció. Victoria I del Reino Unido, con más de 64 años como reina, murió. Hiro-Hito, después de 63 años como emperador japonés, falleció. Tiberio, Julio César, Marco Aurelio, Nerón, Trajano y Adriano, emperadores romanos, también fallecieron.
Después de 49 años en el poder, Fidel Castro dejó el mando y también murió. Carlo Magno, Chiang kai-shek, Muamar al Gadafi, Francisco Franco, Saddan Hussein, Stalin, Hitler, Trujillo, Mao Zedong, Balaguer y otros tantos, incluidos los papas y los patriarcas, han exhalado el último suspiro.
La gloria, las riquezas y el poder terrenales son transitorios. Lo mejor entonces es que nos entendamos con la vida (Facundo Cabral). Los pueblos maduran y la exigencia ciudadana sobre una gestión de gobierno eficiente es cada vez mayor. Hace 8 meses terminó un largo período de gobierno del PLD. Salieron del poder Leonel y Danilo. Si vuelve dicho partido, también terminarán nuevamente fuera del gobierno, muchos incluso perseguidos, justa o injustamente, por la justicia.
Estas realidades son un llamado a los que ahora nos gobiernan para que pisen los pies sobre la tierra, pues son mandatarios y responden a un poder temporal otorgado por el soberano. Gobiernen, conscientes de que el mandato es transitorio. Por lo que no les queda otro camino que hacerlo bien. De hacerlo así, el pueblo lo tendrá en cuenta. Recuerden que “aquí la eternidad empieza, y es polvo la mundanal grandeza” (Díaz Mirón).