Una de las curas, o la posibilidad de crear anticuerpos en contra de las ideologías cuyas propuestas se reducen a consignas, es la capacidad de discernir de acuerdo con mis parámetros de decencia y con el registro intelectual de todas mis vivencias y mis lecturas ocasionales, estructuradas o constante de todo cuanto pueda y me interese. También con el uso de los sentidos que sirven para ver y para disponer la capacidad de escuchar. Nadie puede convocarme para asumir dogmas ni para ir marcha alguna cuyo objetivo sea darle palos a seres humanos, aunque sí creo justo defenderme si me lo vienen a dar a mí.
En un intercambio de insultos con palabras añejas y agotadas, que carecen de contenido por su uso y abuso, no me adhiero a defender una de las partes,. Muchos de los que acuden en la defensa de unos u otros no lo hacen por algún espíritu de justicia o para revindicar el concepto de patria, sino porque son partes. La única idea que conciben es que también uno sea parte y en el caso de no estar de un lado se te asigna un lugar que viene determinado por lo que uno crea y diga, sin observar los matices reduciendo todo a la materia bruta. La defensa de una de las partes que atacaron en el Mirador del Sur se produce y suena tanto porque es parte del establishment mediático, porque es el epitome de la vida cultura dominicana, impoluta de corazón y pensamiento y de práctica social.
En el tema sobre los haitianos no soy neutral, yo tengo una posición con relación al éxodo de haitianos que viene a la Republica Dominicana como tierra prometida que le pertenece, pero asumir un criterio con relación al desplazamiento de haitianos hacia la República Dominicana te hace fascista y parte de la Fuerza Nacional Progresista, a la que le dan como patrimonio exclusivo la idea sobre el peligro que para existencia del país representa la llamada inmigración haitiana que no es el tal, sino la toma programada por la clase dominante de Haití de las tierras nuestras, que en su primer paso es de cúmulos cuantitativos de población haitiana en este la lado de la isla para llegar a cambios cualitativos con las variaciones en las densidades de la población y así alcanzar cambios políticos con los dominicanos como una minoría. Asimismo, tal como lo explicaría un marxista-leninista, los cambios cuantitativos llevan a saltos cualitativos y a la negación de la Republica Dominicana tal como ha sido desde la independencia de 1844.
Si la Fuerza Nacional Progresista y sus seguidores son tanto como los que tienen preocupación por el futuro de este país y la emigración haitiana, sin dudas ganarían las elecciones a cualquier partido, como la ganó Leonel Fernández, uniendo a todos los que veían en José Francisco Peña Gómez, por él que yo voté, un peligro sólo por su ascendencia haitiana.
La acusación de fascista es un pretendido insulto que utilizan los escombros de una izquierda que quedó huérfana de conceptos y metas, y lanza palabras viejas como el que pretende decir algo, pero nadie sabe que es. La burda derecha, no la que hoy se cubre con conceptos extraños, usa también como insulto la palabra comunista, pero igual es una palabra vacía, porque todos los argumentos de la igualdad económica sólo sirven para tahúres de la izquierda que desde los partidos hacen propuestas para llegar al poder que terminan siendo estafas ideológicas, para llegar a ser tan ricos como puedan.
La izquierda escondida detrás de palabras y lemas de igualdad hoy sólo hace propuestas alternativas, ya que ante su fracaso en los asuntos económicos ha renunciado al tema, y lo ha resuelto asumiendo las ideas de académicos de capitalismo cuyos alumnos de escuelas de economía llenas de premios Nobel hacen protesta y se salen de sus clases cuando se dan cuenta que detrás de la palabra eficiencia y todas esas cosas le enseñan ideologías de los mercados, que a veces conducen a crisis como la del 2008, que nos llevan a que existan muchos más pobres y pocos más ricos, quedando estos últimos en el 1% de la población y los demás habitantes del mundo en el resto y en parte de la tierra una inmensa población todavía lucha por tener la posibilidades de devorar un mendrugo. Mientras la igualdad que la izquierda exige se reduce a reivindicar derechos iguales para los LGTBI, copiando lemas de maricones de países ricos que pueden exigir derechos partiendo de la premisa de que los mismos existen.
La izquierda ya no pide la imposible igualdad entre ricos y pobres, ahora sólo habla de igualdad de género y de iguales de derecho, donde viendo las cosas, la meta es que los hombres tengan menos derechos y pierdan la presunción de inocencia como derecho fundamental y sufran mayores condenas cuando se trate de hechos punibles realizados por hombre en contra de una mujer, sin viceversa.
Hoy parece un delito pensar en la heterosexualidad, por su vocación hegemónica y por eso todos y todas estamos en contra de los hombres, para derrocar el régimen del patriarcado, sin cuidarnos de los gobiernos que crean pobreza porque son un mismo tema, aunque la presidenta de un país sea mujer o crea serlo, o el director gerente del Fondo Monetario Internacional sea una mujer también.
Ahora tenemos los argumentos de reivindicación política de lo que antes se llamaba centro, cuando estábamos en la periferia, quizás por eso podemos hablar como países desarrollados y olvídanos de las explicaciones que nos son propias cuando tenemos gentes que todavía se quedan sin desayunar o que buscan en las basuras algo de comer y actuamos en la lucha contra de la hegemonía hetero patriarcal, para así participar en la lucha de niñas de universidades de países ricos o de mujeres de clase media que no saben o no pueden pensar en la pobreza. Todo lo que sea contrario a eso, en su forma y contenido es fascista, como son fascistas lo que piensan que este es un país sin futuro si pensamos en el éxodo de haitianos que rueda hacia él a modo de plano inclinado, más cuando consideramos que el 60% de su población joven del país se quiere ir y el 60% de la población de hoy pronto será una partida de viejos.
A nadie le gritarán fascista en la República Dominicana, porque dejara de existir, y será tierra reivindicada por los jacobinos negros, por las gloriosas hordas de negritud que de paso eliminaran además el racismo de los dominicanos, y a ellos también. No me hablen de las culpas de los gobiernos como atenuante, ellos son parte del problema, en la medida que tienen gentes que reivindican la inmigración de los haitianos hacia la República Dominicana como uno de sus derechos humanos y en mayor medida cuando son corruptos.