En una encuesta diagnóstica y muy breve a un centenar de alumnos me ha sorprendido la poca formación en dos procesos capitales: la lectura y la escritura. He pensado que no se enseña en las escuelas por dos motivos: a) la extrema dificultad que acarrea para el docente modelar procesos en los alumnos y b) los mismos docentes poseen poca información sobre estos procesos y el modo adecuado de implementarlos en el aula. Ambas razones se conectan e, incluso, pueden añadírseles otras tantas de uno u otro lado.
La dificultad para modelar procesos la percibo más en los jóvenes de bachillerato que universitarios. Puede que los profundos cambios y crisis que experimentan en esta etapa de desarrollo los vuelva apáticos a las exigencias de un pensamiento abstracto. En cambio, cuando son jóvenes universitarios el grado de madurez permite trabajar con menos escollos estos procesos, las producciones abordan temáticas más idóneas para el desarrollo del pensamiento complejo y pueden seguir, con mejor ánimo y actitud, procesos metódicos como los que exigen tanto la escritura como la lectura.
Quedemos claro en un elemento importante: el 80% de los aprendizajes que se desenvuelve en la escuela dependen en buena medida de la lectura y la escritura. No importa qué tan práctica sea la asignatura, en ella se ven envueltos ambos procesos. Si esto es así, ¿por qué no enseñar lo importante? ¿Por qué no enseñar métodos de lectura y de escritura?
Veamos algunos datos reveladores: el 61.7% de los encuestados ha cumplido recientemente los quince años, por tanto, está entrando a la etapa de las operaciones formales de Piaget y en la etapa de la identidad yoica según Erikson. Como sabemos la adolescencia se ve expuesta a las exigencias de sus pares y a la afirmación de su identidad lo que indica que los sujetos están de cara a los otros y a ellos mismos en una confusión de roles. El 53% indicó explícitamente que no posee un método para leer y el 31.6% no posee un método de escritura. En este último renglón coincide el porciento que no lo posee con el que lo posee, pero 36.7% de los encuestados tiene dudas sobre si posee o no un método eficiente de escritura. Cabe señalar que en la descripción del método de lectura que actualmente implementan las respuestas giraron en torno a la afirmación del gusto o el interés como criterio de selección de lecturas; lo que es un error fatal. No se lee porque me gusta o no me gusta, sino porque es un proceso necesario para adquirir conocimiento.
Si nos enfocamos en el proceso de escritura vemos que al pedido de descripción del método de lectura que afirmó poseer tenemos respuestas tan inverosímiles como “no lo sé, nunca lo he analizado”, “Escribir pequeño y rápido” o simplemente que “No tengo uno”. Entre los que sí afirmaron tener un método de escritura y describieron lo que hace encontramos respuestas aproximadas al modelo de Gordon Rohman y Wleke de Preescritura/Escritura/Reescritura. Este es uno de los métodos de escritura por etapas más presentes en los libros de textos usados en el país y un joven da cuenta de este cuando afirma que “Primeramente, necesito aclarar y determinar el tema del cual voy a escribir; después hago una lluvia de ideas sobre los puntos focales que quiero enfocar mi escritura y después en mi mente delimito las ideas principales de cada párrafo (tipo esquema)” (sic).
Como buscamos vías de solución a las problemáticas educativas de nuestros alumnos, es importante contar con su anuencia para la mejora de los procesos espontáneos que realizan en términos de lectura y escritura. Por ello le preguntamos que, si tenían interés en adquirir nuevos métodos, en plural, y el 61.8% indicó que le gustaría adquirir nuevos métodos de lectura y el 56.4% un método de escritura más eficiente.
Esto nos indica que tenemos una brecha abierta para modelar y desarrollar procesos de lectura y escritura en nuestros adolescentes y jóvenes de bachillerato. Eficientizar lo que pensamos son procesos naturales, lo que es un grave error, nos permite poseer una serie de herramientas eficientes probadas por estudios y experiencias de expertos en el área educativa.