Estamos como sociedad, como nación, como Estado, como pueblo, si seguimos trillando el camino de la inmediatez y los operativos, condenados al fracaso. Si cada cuatro años producimos un déficit fiscal de miles de millones de pesos, para ganar o tratar de ganar unas elecciones como presidente que puede reelegirse y utilizar a su antojo los recursos del Estado para estos fines, mediante inauguraciones, y la monopolización burda de la publicidad estatal, estamos fritos, y nuestro futuro luce aterrador. Los políticos nos están robando nuestros amaneceres y nuestros atardeceres, haciendo de manera lamentable creer que todo gira en torno a una actividad que debe ser buena y justa, pero que, el quehacer diario de los políticos dominicanos de uno y otro bando ha envilecido hasta no poder más.
No existen ya paradigmas, ni mucho menos lideres reales a quienes seguir, se sigue el dinero, y quienes esto hacen, se olvidan de su dignidad, de sus raíces, y de su familia, para tratar de que las mieles del poder se derramen con salarios, prebendas y coimas que dependen del siempre presente, “esto lo hizo Balaguer”, cambiado al político de turno, inauguraciones incluidas.
Me reitero en lo que he siempre he dicho, este es el único país del mundo, según mi limitado conocimiento, donde el presidente inaugura hasta una escuelita rural, trasladando toda la parafernalia del Palacio, lambones y “Yuleidis” incluidas.
En estos acontecimientos sempiternos que vivimos, ahora nos encontramos con la aprobación del “Nuevo” Código penal, donde entre otras lindezas sanciona el aborto con penas de cuatro a diez años, no importando la naturaleza del cese del embarazo, (Violación, incesto, mal formación, peligro grave para la vida de la madre, incluidas), al mismo tiempo aumenta las penas a cuarenta años y por acumulación de faltas hasta sesenta, que constituye el doble de la pena máxima prevista en el Código Penal asumido por nuestra legislación.
Como abogados en ejercicio, pero sobre todo, como persona que ha vivido en las calles de la geografía nacional desde los diez y seis años de edad, como mensajero primero y luego como alguacil ordinario del Tribunal Especial de Tránsito, puedo afirmar, y me reitero también en esta tesis: que el aumento de las penas en modo alguno incidirá en la disminución de la delincuencia, por el contrario, el delincuente se volverá más mortífero y osado, ante la posibilidad de una penalización más grave. Olvida el Estado y con este, toda la sociedad, que la delincuencia no surge de la noche a la mañana, que no obstante la existencia de la mayor cantidad de presos preventivos en la historia de la República Dominicana, la delincuencia sigue por sus fueros.
Por el contrario la delincuencia en su mayor parte, es obra en primer lugar del abandono del Estado a la sociedad más paupérrima, de la delincuencia rampante de cuello blanco y de la falta de inversión en real educación en los barrios de todos los pueblos de la República Dominicana.
Ejemplo, una joven de trece o catorce años, embarazada por otro joven de quince o diez y seis, de un barrio pobre de la República, hijos de padres en las mismas condiciones, sin educación formal, sin educación básica, y obviamente sin ninguna raigambre familiar, no tiene en el caso de la joven otra opción que prostituirse y el joven de salir a buscarse la vida en la calle, sea como moto concho, sea como gomero, o sea como limpiavidrios en la calle o como delincuente.
Es allí donde empieza la exclusión y es allí donde empieza la inequidad, donde hay funcionarios públicos que mensualmente ganan más dinero, que todo el que ve una familia de este tipo en toda su vida productiva, dietas, viáticos y otras ayudas incluidas.
La creación de escuelas técnicas en cada barrio, o zonas urbanas, la creación de clubes recreativos y guarderías dentro de los mismos, donde estos jóvenes puedan efectivamente recrearse y ver otras posibilidades en la vida que no sean el “ratata, la para, el reggaetón y el 115 con la tola” serán los que eventualmente sembrarán las semillas de otro futuro y otra nación. Solo basta planificar de manera real y efectiva.
Lo demás y espero no tener boca de chivo, es perder el tiempo.