"Su hija no tiene la menor idea de lo que le conviene, es una niña aunque tenga 16 años, no puede tener más hijos, tres es suficiente,  vamos hacer la última cesárea y aprovechamos para esterilizarla", así justificó  el médico del hospital Juan Pablo Pina a la madre de María Eugenia la esterilización quirúrgica.   Deslumbrada con el aura de la bata blanca, la angustia por la salud de la hija y su pobreza extrema, la madre asevero: "claro que sí doctor, ustedes son los que saben, solo quiero que mi hija salga bien, que no le pase nada".

La epidemia de embarazos a temprana edad: niñas y adolescentes  forma parte de nuestra cotidianidad, las alarmantes cifras no generan política de acción, los más conservadores responsabilizan a las madres de estos embarazos: "Es que las madres no están atendiendo a sus hijas, descuidan la familia", y las autoridades se hacen los sordos, al extremo de no respetar los derechos humanos,  dentro el ellos el acceso a métodos anticonceptivos.  Como muestra de la falta de interés en evitar los embarazos no deseados, las farmacias del pueblo, Promese Cal no ofrece anticonceptivos, ni preservativos, no los consideran medicamentos esenciales.

El Sistema de Educación y el Sistema de Salud han fracasado, tres hijos a los 16 años es anclarse en la pobreza, pero no da permiso a esterilizar. Aunque la madre autorizará el procedimiento quirúrgico, esterilizarla es una violación.  Es inaceptable que los médicos se tomen la libertad de mutilar la vida de una niña, no importa el número de hijos, los médicos no son dioses.   

La mujer es considerada un objeto y "los médicos son los que saben que le conviene". Es menos trabajoso esterilizar a una mujer que educarla en temas de salud, enseñarla a ser dueña de su cuerpo, no es rentable.  En múltiples ocasiones la mujer adulta  después de esterilizada cambia de idea y desea un nuevo embarazo, qué podemos esperar de una mujer en cierne, de una adolescente.  Se les olvida la fragilidad  de las relaciones de pareja o no les importa. 

Solicito al Ministerio de Salud, al  Colegio Médico Dominicano y a la Sociedad de Ginecología y Obstetricia  investigar este caso.  Esterilizar una menor de edad es una barbaridad, una irresponsabilidad mayúscula.  A María Eugenia el hospital Juan Pablo Pina le ha roto el sueño de formar una familia con una pareja estable.  Antes de llegar a ser mujer, le la han condenado a vivir sin sueños. 

Esterilizar una joven de 16 años no tiene justificación, es un crimen, ¿o no?