El Comité de América Latina y El Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres, CLADEM, elaboró un informe titulado “Niñas Madres. Embarazo y maternidad infantil forzada en América Latina y el Caribe”, publicado en marzo 2017. El mismo descarna un drama dantesco, sobre lo que padece una gran proporción de nuestras niñas día a día.

El informe es desgarrador; sabemos que esa realidad existe, que está ahí, pero o se nos olvida o no lo tenemos tan presente en nuestra cotidianidad. Entonces, escuchar la historia de una chiquilla que la obligaron a parir a los 11, y que consecuencia de ese embarazo y parto, tuvieron que extirparte su útero, duele, duele mucho… Y así como este caso, muchísimos más.

Según cifras oficiales en el país, en 2016 hubo 1,615 partos de niñas menores de de 15 años. Esto remite a pensar que muchos son embarazos forzados, ya esa cifra de por si es terrible, y sabemos que es un sub registro, porque no hay estadísticas realmente confiables. Conocer este informe es un sacudión que estremece y nos confronta con nuestras realidades ¿Qué es lo que pasa con la humanidad?

Desnudar esta terrible realidad, habla de un mundo en crisis. Los embarazos de niñas revelan la violencia que sufren, pues evidentemente son fruto de violencia sexual; en la mayoría de los casos cometidos por hombres de la familia (relaciones incestuosas) o cercanos, vecinos, amigos y en menor proporción por extraños.

La reacción de los Estados y de la sociedad frente a esta realidad es diversa, pero casi siempre está traspasada por la indiferencia y el silencio. Si un caso trasciende a la opinión pública, por lo regular nos escandalizamos y pedimos justicia; pero la verdad es que parecería que preferimos no enterarnos. El informe explica que la mayoría de los casos no se denuncian, y que en los denunciados la impunidad es muy alta.

Presenta la descarnada realidad de cómo se obliga a estas niñas a llevar a término estos embarazos. Situaciones evidencia la desprotección y falta de interés en sus vidas. En la mayoría de las ocasiones, están en situación de pobreza y pobreza extrema. Me imagino, que si el abuso es cometido en una niña de condición económica media o media alta, es casi seguro que será sometida a un aborto, no le estoy quitando lo terrible al hecho de haber sido abusada independientemente de la clase a la que la niña pertenezca, solo contextualizo el hecho de que probablemente no sea sometida a maternidad forzada; a las pobres se les vuelve a victimizar obligándolas a parir.

Otro aspecto que me sorprendió y escandalizó del informe, es el arraigo social de la idea de caracterizar a las niñas abusadas como "las lolitas" que propician que esto les pase. Me parece tan espeluznante, que siga primando en la construcción imaginaria colectiva, la justificación de la “animalidad masculina” y considerar que la niña “pudo haber provocado la situación”. La verdad, no logro entenderlo. Me desborda por absurdo, pero eso es el machismo, la justificación de lo absurdo.

Chiquillas que en su corta vida, son víctimas de abuso sexual, obligadas a llevar a término un embarazo y a la maternidad forzada. En muchos casos son encerradas hasta el parto, y luego obligadas a ser madres, sin tener la menor posibilidad de serlo, porque están en edades que necesitan cuidado, atención, y formación para sus propias vidas. Luego se nos “olvida” su realidad y queremos exigirle que sean “buenas madres”. 

El informe explica que el Estatuto de Roma, declara el embarazo forzado crimen de guerra y crimen de lesa humanidad cuando se comete en el marco de un conflicto armado. Y sugiere con mucho acierto, que habría que entender que las niñas que atraviesan esta situación en “tiempos de paz”, también sufren graves consecuencias que marcan su vida para siempre.

A pesar de esta terrible y verificable realidad,  las iglesias siguen alegando que impartir educación sexual en las escuelas es “estimular el sexo temprano”. Es parte de la esquizofrenia social, no quieren entender que la educación sexual les prepara para tener herramientas y reaccionar adecuadamente frente a estas situaciones, y no quedarse calladas, asustadas y muchas veces sin comprender lo que les está pasando. Estos temas hay que conversarlos, no seguir escondiéndolos debajo de la alfombra, posiblemente reforzados en la idea de que lo que no se nombra no existe. Las niñas lo están padeciendo y no podemos seguir de brazos cruzados.

En la Tertulia Feminista Magaly Pineda, conversamos sobre el informe y surgió una idea, se las cuento para estimularles a que se unan, y así desde nuestra individualidad también podamos contribuir a erradicar este terrible mal. Siguiendo una propuesta de la feminista Marcela Lagarde hagamos el compromiso de  no permitir que ninguna niña que esté cerca de nosotros y nosotras, sea maltratada y abusada. Por favor, no me mal entiendan, estoy consciente de que lo que debería ser es que estas vainas no pasen. Y que, si pasan, debería existir un protocolo efectivo, que haga pagar las consecuencias por el hecho a los responsables. Y  una atención para la niña, que le permita superar los traumas.  Lo que planteo es que vayamos en ambas direcciones, exijamos que el Estado funcione, e individualmente no nos olvidemos de esta realidad y protejamos a las niñas que tenemos en nuestro círculo, ni un abuso sexual permitido en nuestras familias y en todos los espacios en los que podamos incidir.

Una propuesta final: mantengamos la esperanza, regalemos amor, voluntad, compasión, fortaleza, derechos, libertad, igualdad, solidaridad, reconocimiento. Inventemos  formas de resistencia.Yo insisto en creer que la humanidad posee la bondad suficiente para construirnos en alegría y solidaridad.