El 31 de diciembre del año 1959 un tropel de guerrilleros cubanos ocupó la ciudad de Santa Clara. Al frente estaba el médico argentino Ernesto Guevara conocido en el ambiente guerrillero como El Che. La sorprendente fuga de Batista el día 1 de enero hizo que Fidel instruyera a Guevara y a Camilo Cienfuegos para que penetraran a la Habana.

El Che entró triunfal y heroico a la fortaleza La Cabaña donde se estableció por un tiempo considerable y donde llevó a cabo las polémicas ejecuciones que él entendía como una profilaxis indispensable para consolidar la revolución mientras que otros cubanos que adversan la revolución y al castrismo lo califican de genocidio.

En La Cabaña El Che estableció su cuartel general. Allí recibía visita de curiosos que querían conocer al héroe y el asedio de la prensa de todo el mundo.

Guevara empezó su carrera para convertirse el mítico personaje que luego fue. No conocía la Habana. Nunca había estado en aquella ciudad. De Cuba solo conocía la Sierra Maestra, sin embargo despertaba en la capital cubana una fascinación sin precedentes.

La peregrinación para conocer al Che no discriminada ninguna categoría de personajes. Un día tocó a la puerta de La Cabaña el célebre poeta Nicolás Guillén.

Guevara sentía admiración por Guillén a quien solo conocía por su obra poética. El Che se consideraba un poeta no desarrollado. Así lo manifestaba con frecuencia.

Guillén contemplaba al guerrillero con una inocultable admiración y lo abrazaba reiteradamente y al ver uno de sus brazos en cabestrillo le cuestionó sobre el origen de su herida. El poeta esperaba una respuesta heroica y bélica. El Che minimizó la lesión y le relató al poeta que se había torcido el brazo saltando de un edificio a otro en la toma de Santa Clara.

Guillén aconsejó al médico guerrillero que permaneciera con el brazo en ese estado pues a los habaneros les había causado gran impresión verlo entrar a la ciudad con el brazo herido, agregando que ese detalle le acentuaba la apariencia heroica

Ignoro si Guevara acogió el consejo de Guillén pero esta anécdota nos enseña que él allante es una institución antigua y no se detiene ante nada ni nadie.

Definitivamente en la vida política no siempre conocemos las personas a veces solo consumimos los personajes que nos venden.