La insensatez no tiene sede ni patria, puede encontrarse en cualquier tierra, en cualquier rincón. Por estos días anda "De este lado del charco", por España y ha albergado con creces en los ideólogos y seguidores de la campaña: "Ni uno más" con la que un grupo de militantes del grupo político denominado España 2000 piden frenar la política migratoria española porque, según ellos, la migración está al límite y es la causante de la crisis en que ahora está sumida esta nación.

Con frases como: "A los inmigrantes los defienden todos los partidos…pero ¿Quién  defiende a los españoles?", Juan Bueno, Rafael Ripoll y Jesús Domínguez encabezan las aspiraciones de este grupo para ganarse el voto de los ciudadanos de Alcalá de Henares, un municipio de la capital española, y ser elegidos como directivos del Ayuntamiento.

Otra "lemas" de campaña son: "Si hay cuatro millones de parados (desempleados). Sobran cuatro millones de migrantes", "Controlemos la inmigración", "Aforo completo" y "Los españoles primeros".

En realidad, de esta "campaña" no me escandaliza el llamado que este grupo hace a que el Estado español controle la inmigración (que en mi opinión sus políticas ya están bastantes claras y definidas) debido a que reconozco y respeto el derecho que tiene cada pueblo de trazar sus políticas migratorias y de otras índoles. Lo que sí me llena de indignación es el olor a xenofobia y racismo que emana esta campaña y las acciones que puede motivar.

Alcalá alberga la Universidad que lleva este nombre y las Ciudades Residenciales Universitarias (CRUSA y Giner de los Ríos) cuya característica principal es la multiculturalidad debido a que por la oferta académica de este recinto, estudiantes de todo el mundo (Norte y Latinoamérica, Europa, Asia y África) vienen a estudiar aquí y hacen vida social, además de académica pudiendo convertirse en blanco de ataques de quienes lleven al extremo esta "Campaña" de España 2000.

Son muchas las personas que señalan que Alcalá de Henares es una de las localidades donde operan simpatizantes del nazismo y del franquismo y que en años anteriores ha habido incidentes en que extranjeros, sobretodo de aspecto latino y africano, han sido agredidos por éstos y mucho me temo que gracias a la "euforia" que puede despertar esta "campaña" esos sucesos puedan repetirse.

En algunos abunda la insensatez y la precaución debe primar en los otros. Pero el fragor del momento es oportuno para que todos, los que están "de este y de aquel lado del charco", aprovechemos una vez más para reflexionar acerca de la migración y del impacto que juega tanto en las sociedades de "acogida" como en las emisoras.

Y en este caso España, al igual que otros países tiene un papel bastante dual. Hasta 1973 fue un país donde la emigración era bastante generalizada pero a partir de 1990 entonces se convierte en un país de acogida de inmigrantes, llegando este año a 5.730.667   la cifra de extranjeros censados, lo que representa el 12,2% de la población general.

Como es de esperarse, unos años atrás, cuando este país vivía en la bonanza económica, mucho de esos extranjeros realizaban la mayor parte del trabajo duro: atendían a niños y ancianos, manejaban camiones, recogían basura, servían en bares y restaurantes, entre otros, que los ciudadanos no querían hacer. Sin embargo, ante el estallido de la crisis y el aumento del paro (desempleo) estos oficios se convirtieron en objeto de deseo por muchos ciudadanos, obteniéndolos en muchos de los casos. Y bueno, ¡ahora los inmigrantes pesan y sobran!

Como en todos los casos nunca se puede generalizar (quien generaliza yerra mucho) y no es justo decir que todos los españoles comparten la actitud de España 2000, pero sería bueno que hechos como estos despierten el orgullo latino y que de una vez por todas nos demos cuenta que evitar nuestras realidades huyendo hacia otro país no es la solución definitiva a los males sociales que aquejan los nuestros.

Personalmente, respeto a todo aquel que desee probar suerte en otro país y creo que personas como las que pertenecen a España 2000 también deben hacerlo. Pero también pienso que además del bienestar personal, es importante construir el bienestar colectivo de nuestras naciones porque en España, Estados Unidos o Alemania seguiremos compartiendo y sufriendo las realidades de nuestros países y de nuestra gente y también "De este lado del charco" a veces el agua se pone turbia,  salpica y  ensucia. Es entonces cuando uno piensa que, después de todo, no hay lugar como nuestra casa.