De las plumas del oficialismo hay una que me resulta especialmente repulsiva. He tratado de explicarme esta animadversión tan acentuada y siempre termino pensando en las bondades del aparato excretor. Éste periodista a quien leo frecuentemente para no olvidar el reino de las tinieblas, es en rigor, un pensador; pero un pensador de la mentira, si cabe, un vividor del intelecto.

En estos días presentó una serie de artículos, en su columna del Listín Diario, en donde analiza las razones por las cuales Leonel Fernández no debería presentarse a las próximas elecciones. Se notaba locuaz y entusiasmado en sus razonamientos. Estaba dibujando con sus manos el futuro incierto de su viejo amo. Había abandonado su aire ceremonioso y el ditirambo para referirse al hombre que, hasta hace poco, le inclinaba la cabeza. Ahora podía verse a un Medina altivo, enrostrándole a su antiguo dueño su falta de visión, su incapacidad para ver el tortuoso camino que le esperaba. Claro que el actual embajador de Panamá estaba saltando presuroso del barco y pasando a brinco de garrocha a las filas reeleccionistas.  Y tiene razón éste Judas: Leonel no debe presentarse como candidato del PLD. Su persona se ha desvalorizado, la gente lo percibe como un falso, un mohatrero; alguien que lo pudo hacer razonablemente bien y lo hizo inexplicablemente mal. Su imagen se deteriora cada día; él y sus auspiciadores cometen un desacierto tras otro, por ejemplo: ¿A quién se le ocurriría una cena-entrevista con el “Conde Drácula” cobrando US$1,000.00 el cubierto y empezar a golpear a todos los que están con cruces de palos en las aceras?

Por eso el periodista quiere ir a lo seguro y clama por la reelección. Danilo es la clave para asegurar su cuota de poder. Pero el hecho de que al PLD no le convenga este candidato, ni el país se merezca otro gobierno de Fernández no debe justificar en modo alguno la reelección.

El presidente Danilo ha hecho un gobierno decente, nada excepcional. A veces parece amordazado y comprometido por los viejos lazos partidarios; otras veces parece regodeado en el poder sin querer hacer nada que lo perturbe ni a él ni a su popularidad. Está muy lejos de ponerse a la altura de las circunstancias. En fin se trata de un gobierno “average” y su aceptación también debería ser promedio. Sin embargo, administra una popularidad que ronda el 70%, según las encuestas. No se me ocurre otra explicación de que los políticos nos han rendido. Esta sociedad ha sido tan brutalmente golpeada, tan asquerosamente secuestrada que la siento vencida. Todos los días aparece una nueva República. La República del narcotráfico, la República del Tribunal Electoral, la República de los Vinchos, la República de la corrupción, la República de la injusticia, la República de la impunidad, etc.; que finalmente el ciudadano común no hace mal en pensar en el decente Danilo y en la reelección.

Pero si el presidente Danilo es tan inteligente como me lo imagino, debería rechazar esos cantos de sirenas y llenarse de cera los oídos. Para reelegirse deberá modificar la Constitucion por una conveniencia particular,  romper viejos compromisos partidarios, comprar voluntades en el congreso, desdecirse, convertirse en un ruin; y sobre todo, volver a instaurar el origen de todos los males de nuestra democracia, la figura que tanto daño le ha hecho a esta empobrecida nación: la reelección. El presidente Mediana no debería mostrarnos la pocilga, ya sabemos donde está.