Ni muy muy ni tan tan… jóvenes para ser viejas viejas y viejas para ser jóvenes jóvenes. Aprendimos como antes para aplicarlo como ahora. Nos quedan baches, lagunas y cabos sueltos. Todo fue lento hasta que se volvió muy rápido y al salir de una disco al registro civil nos encontró una partera y nos sacudió el grito de la vida y de ahí en más el cuento es otro cuento con final abierto. Nos atravesó la era digital como un misil en el medio del cráneo, se descompuso todo y se volvió armar, de ese episodio, de las que muchas no nos dimos cuenta ya que estábamos ocupadas amamantando, nos sobran piezas que nunca sabremos donde van. Ni carnívoras ni vegetarianas, muy creyentes para ser escépticas y muy vagas para ser místicas, ni brutas del todo ni intelectuales de a ratos, sin un partido que nos represente ni un marido que nos mantenga, sin esperanza en la Lotería Nacional, sin vírgenes y sin confesión. Profundas y la vez superficiales. No a la vez, sino al rato. Ya tarde para incorporar la quinoa a la canasta familiar y temprano aún para retirarse a meditar. Ni yoga ni Pilates, sin vicios ya, no competimos ni participamos en rifas ni nos motiva un san. Comemos frutas y fritos no juntos, sino al rato. Con hijos a medio criar y muchas cuotas aún que saldar. No militamos ni marchamos, a duras penas votamos. Estamos grandes para aprender y jóvenes para enseñar. No sabemos si somos más hijas que madres o más madres que hijas, tambaleamos en una soga fina haciendo equilibrio entre lo que quisimos ser y lo que somos. Ni tan amigas ni tan amantes. Ni duras duras ni fofas fofas. Ni hippies ni hipsters, flacas para gordas y gordas para flacas. Ni para empezar de cero ni para retirarnos del medio. Ni clásicas ni modernas. Ni elegantes ni tiradas, ni tango ni rap. Ni chicha ni limonada.Ni tango ni rap, eso es… Lo encontré. Ni muy muy ni tan tan…