Ya durante la primera mitad del presente año, las tensiones políticas, sobre todo en torno al partido de gobierno, afectaron de manera negativa el normal desenvolvimiento de las actividades económicas.
A esa influencia adversa, se sumó la inesperada campaña de descrédito a nivel internacional contra nuestra pujante y vital industria turística, con mayor énfasis en algunos medios de comunicación estadounidenses, nuestro principal y más importante mercado, manipulando a capricho, en forma sesgada y prejuiciosa, el fallecimiento de una cantidad no mayor del promedio de visitantes estadounidenses considerada de rango normal por el Departamento de Estado, en ninguno de los cuales la investigación forense detectó la menor evidencia de que no respondieran exclusivamente a causas naturales. Una situación para enfrentar la cual carecimos en ese momento de la necesaria capacidad de respuesta inmediata, agresiva y esclarecedora.
La llamada en lenguaje académico “ralentización” de la economía, obligó al Banco Central a adoptar medidas de contingencia. Tales las sucesivas liberaciones de buena parte del excedido encaje legal de la banca comercial, a fin de incrementar la oferta de crédito sobre todo a favor de los sectores productivos. Fue una medida oportuna e inteligente que logró frenar la tendencia bajista e insuflar nuevo aliento al crecimiento económico.
Ello, según los datos ofrecidos por la institución rectora del sistema financiero, permitió que al cierre del mes de agosto el crecimiento de la economía se situara en un 4.7 por ciento, ya cercano al rango pronosticado de 5 a comienzos del año.
Ahora, entrados de lleno en el último trimestre del año, la economía del país se enfrenta a nuevos obstáculos, tanto en el plano doméstico como por factores externos.
Por un lado, las disputadas Primarias en el seno del partido de gobierno, que ha absorbido gran parte de la atención de sus ministros y funcionarios de alto nivel entregados de lleno a la campaña a favor de la nominación del candidato oficial, y la posterior resaca a causa de los cuestionamientos de la otra corriente dominante encabezada por el ex presidente Leonel Fernández sobre el desarrollo y resultado de las mismas.
La persistente y cada vez más acentuada crisis de Haití, que nos obliga a no perder pie ni pisada de lo que ocurre al otro lado de la isla por los efectos que pudieran reflejarse aquí. En este caso, no solo la amenaza de una desbandada migratoria de ilegales volcada sobre la frontera, sino por los serios quebrantos económicos ocasionado a tradicionales suplidores del mercado vecino. Tal por citar solo un caso y como ejemplo más palpable, el que afecta muy seriamente al importante sector de productores de huevos, que han visto reducido de manera casi ruinosa un mercado de primerísima importancia.
El sostenido ritmo de crecimiento del sector turístico se ha detenido. Miles de reservas en el sector hotelero, sobre todo Punta Cana y Bávaro, los dos principales enclaves, se han cancelado. La llegada de turistas estadounidenses acusa una reducción de decenas de miles, lo que a su vez se ha traducido en una baja de ingresos del orden de 200 millones de dólares en lo que va de este 2019. La depreciación del valor del peso frente a la divisa extranjera obligó al Banco Central a echar mano de sus reservas para detener la tendencia alcista. El ritmo de crecimiento de las exportaciones se ha reducido. Y aún no sabemos a ciencia cierta como nos pudiera afectar la guerra arancelaria comercial entre China y Estados Unidos.
Este incierto panorama en la medida en que se prolongue la crisis política y las tensiones derivadas de la misma, pudiera oscurecerse el próximo año y convertir la situación económica del país en la clásica “papa caliente” para el gobierno que surja de las urnas en el 2020, y la posibilidad que apuntan algunos economistas de tener que acudir en reclamo de ayuda al FMI con su tradicional recetario de severos reajustes siempre perturbadores en el plano social.
Son en fin elementos y posibilidades muy de tomar en cuenta para que nos sirvan de alerta, y caso de ocurrir no nos tomen de sorpresa ni con la guardia baja.