Nereyda Rodríguez, una mulata impresionante nació en las cercanías del río Yaque, en Santiago de los Caballeros, de donde se trasladó a la ciudad de Santo Domingo cuando las mariposas saludaban la llegada de la primavera. Con sueños, expresión de las esencias populares, logró ingresar a la famosa Escuela de Arte de la Voz Dominicana en 1955, al final de la dictadura trujillista, obteniendo una certificación de “Bailarina Profesional”, quedando contratada como artista de planta de esta emisora oficial, donde sobresalió al hacer pareja con el excelente artista del baile Mirope Arvelo (Mirito).
En búsqueda de esencias de nuestra identidad, Nereyda fue más allá de la danza popular y se identificó con las manifestaciones del folklore dominicano. El maestro Fradique Lizardo, quedó impactado por sus habilidades y destrezas como bailadora, integrándola al Ballet Blanco y dándole la responsabilidad de la subdirección del mismo cuando pasó a conocerse como el Ballet Folklórico Dominicano, del cual dirigía Fradique, que terminó convirtiéndose en el Ballet Folklórico Nacional, grupo oficial representativo de la República Dominicana.
Pero las alas de Nereyda eran inmensas, del tamaño de sus sueños, por eso, buscó sus propios caminos y la presentación, de su grupo de proyección folklórica para el mundo, en el certamen de belleza de Miss Universo, celebrado en el país en el año de 1977, fue apoteótico, impactante y extraordinario.
Tres años después, trascendiendo, con artistas con visión de identidad, entre los cuales estaba Jaime Lucero, Margarita Rodríguez y José Abreu Contreras, creó el Teatro Popular Danzante, grupo de aportes a la revalorización del folklore nacional, el cual, después de 20 años fructíferos, se convirtió, para ampliar su labor, en la Fundación Teatro Popular Danzante Inc. (FUNTEPOD), bajo la dirección de su hija Cenia, ampliando la escuela existente para la formación de niños y jóvenes de los barrios populares de la ciudad de Santo Domingo, sobresaliendo entre sus alumnas la brillante bailadora, símbolo folklórico danzario nacional, la inmensa artista, maestra, Marilí Gallardo.
Nereyda, se convirtió en una referencia de nuestro folklore, razón por la cual fue escogida para participar en la película dominicana Perico-Ripiao, de Ángel Muñiz y en La Ciudad Perdida de Andy Garcia, con dimensiones internacionales.
Incansable, gestora cultural de trascendencia, durante años, fue responsable de organizar a nivel barrial, el carnaval escolar, actividad que tuve el honor de compartir con ella y fomentar una amistad llena de respeto y de cariño. Fue realmente una de sus obras más hermosa y trascendente, donde logró darles un orgullo a los niños y los jóvenes, en un proceso de formación, amor, creatividad e identidad del carnaval y de la cultura popular.
En vida, logró el reconocimiento nacional. En 1999, fue condecorada por el gobierno dominicano con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en Grado de Caballero. De igual manera, la Fundación Brugal Cree en su Gente, le otorgó el Premio de Arte y Cultura. Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, recibió un reconocimiento, en el 2004, el Ayuntamiento de Santiago de los Caballeros, su ciudad natal.
En uno de sus aniversarios, Casa de Teatro, con el integro de Freddy Ginebra, le entregó un emotivo reconocimiento y el Ministerio de Cultura, en el 2006, la declaró “Valor Cultural Dominicano”, el más alto honor que otorgaba esa institución a los y las artistas dominicanas. La Dirección de Danzas, del mismo Ministerio de Cultura, le entregó un reconocimiento: “A Nereyda Rodríguez, Gloria Nacional de la Danza de la República Dominicana por sus más de 50 años en el Arte”.
Por Decreto Presidencial del Presidente Leonel Fernández, al crear el Nuevo Consejo de Cultura, la designó como la representante de las organizaciones populares, al tiempo que recibió un reconocimiento de la Federación Dominicana de Arte y Cultura del Comité Olímpico Dominicano, “por ser maestra de generaciones, guía y mentora que desde el Teatro Popular Danzante ha promovido lo mejor del folklore dominicano por todo el mundo”.
Nereyda Rodríguez, esencia popular, expresión barrial, artista, maestra, la Doña como le decían muchos por respeto, siempre tuvo la conciencia de su identidad, siempre se sintió orgullosa de ser una mujer negra, de provenir de los sectores populares, por los cuales trabajó y vivió, de sentirse vanagloriada por el amor al folklore, a la cultura popular y a la identidad nacional, se marchó a los 79 años, un sábado 1 de octubre del 2011, a enseñar a los ángeles y a los santos a bailar los diversos bailes del folklore dominicano. Por eso, no se alarmen si en cualquier momento ven bailar palos o merengue a San Juan o a San Pedro. ¡Hasta luego maestra!