El término “Neo-feudalismo” se refiere de manera peyorativa a algunas nuevas corrientes ideológicas, tanto políticas, como económicas, que aluden a la doctrina que existió en el Viejo Mundo en la Edad Media. El Feudalismo fue la forma de organización política, social y económica, basada en un sistema de relaciones de dependencia entre individuos. Se caracterizó, entre otras cosas, en la producción de los bienes materiales fundamentados en la propiedad feudal sobre la tierra y la propiedad sobre los campesinos o siervos, así como la explotación de éstos por parte de los señores feudales.

En este tenor es que me refiero a lo que sucede hoy en día en nuestra nación. Y es que cualquier institución es vista por su titular como su finca y sus subalternos como sus encomendados. Esto ya no importa la jerarquía, porque va desde ministros, hasta simples directores y/o encargados departamentales, que no les importa en lo más mínimo el desarrollo del país, sino su bienestar sin importar el precio y ay de aquel que diga algo, porque es llevado a la guillotina y es decapitado frente a sus compañeros, que no se atreven a decir nada por temor a perder sus empleos.

Las autoridades no evalúan ningún ministerio, dirección o departamento, mientras le paguen sus impuestos, que no necesariamente son económicos, con solo evitar escándalos y hacer creer que todo marcha a las mil maravillas, cuando en realidad la injusticia, el abuso, el dudoso manejo financiero, la prepotencia y sobre todo la ineficacia e incompetencia probada de los principales adeptos del encomendero, que lo ayudan a esconder la realidad y maquillarla, a cambio de dádivas y puestos dentro de la parcela, que es lo que reina y todo es permitido, porque en ese fundo el señor feudal es quien manda a razón de que cumple con el tributo.

Es vergonzoso que un gobierno que se jacta de honesto, transparente y vanguardista, no le interese investigar a ninguna institución, ni a nadie y peor aún que mantengan esas prácticas medievales en pleno siglo XXI.