El día en que murió el Presidente de los políticos Nelson Mandela, se abrió un camino de desafíos de propósitos, ideas y de régimen de consecuencias en la política y en los políticos de todas lenguas y naciones. 

Por lo que con su muerte y su lucha, comenzaron a cerrarse las venas abiertas… a poner sobre una balanza de justicia el cúmulo de deuda social; y desde la cripta sagrada una chispa incendió nuevamente la conciencia nacional, que por años se mantuvo apagada producto al mal comportamiento de ética y decencia de otros políticos disidentes. 

Mandela es el referente de todos nosotros en muchas cosas, entre ellas: primer presidente negro en Sudáfrica; y primer político que desde la cárcel (27 años presos) fue conducido al Palacio a gobernar con dignidad y transparencia.

¨Mandela: nobel de la paz¨.   Esa paz que quiso construir, y dejando un grano de maíz por todos los continentes irrigado (América, Europa, África, Asia y Oceanía)  de sus años de su sufrimiento para que nosotros encontremos el pie de apoyo y, esforzándonos, completemos dicha proeza de solidaridad.   El ciudadano a pie hasta el Presidente de la República, debemos de emular su incansable lucha por la igualdad, la libertad y la justicia social. 

Recuerdo aún, cuando el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, escribió el famoso mensaje a su amigo y dijo: "Mandela hizo más de lo que pudo hacer cualquier hombre".  Su obra llegó a la estatura de indeleble; y la mejor manera de llevar su obra por siempre con nosotros, no es colgándola en nuestro pecho; es siendo multiplicador de ese trabajo en la comunidad (pienso que lo que más hizo Mandela que cualquier otro hombre fue su transparencia y determinación por la justicia que mostró en el ejercicio del liderazgo)

Después de Mandela a los políticos les queda un traje para exhibir ¡las virtudes de la política!

Por lo tanto, la política ha tomado un curso diferente de higienización y, ese curso ha sido bueno.  Su legado (el de Mandela) ha impregnado, principalmente en los excluidos y marginados socialmente en diferentes partes del mundo, una nueva visión de futuro y de esperanza.  Los hombres y mujeres  se están empoderando y se movilizan y se expresan.  No ocultan sus ideas e inquietudes.  Se dirigen a quienes tienen que dirigirse para que sean reconocidos y aplicados sus derechos y, incluyendo, sus deberes.

Ya ocurrió allá, en Sudáfrica; ahora está comenzando a incubarse por estos predios de América Latina.   

El legado de Mandela, está enseñándoles a las gentes a vivir en un mundo abierto.  Un mundo donde nadie pueda ser discriminado por su color ni por su idea ni por religión ni por posición económica ni intelectual ni de ninguna índole humanamente relacionada […] «una nueva Sudáfrica (a propósito de la coronación de Francia en el Mundial de Futbol Rusia 2018) donde todos trabajaran juntos para conseguir la seguridad, la paz y la democracia de su país».