“Todo el mundo tiene derecho a su propia opinión,pero no a sus propios hechos”
Daniel Patrick Moynihan
El 27 de julio pasado, en un artículo titulado “Dos mil cuarenta y cuatro”, luego de hacer una revisión de los clivajes en los últimos procesos electorales afirmé que “sin necesidad de llegar hasta la antigüedad en el análisis, el PRD –en cualquier versión- no tiene posibilidades de ganarle una elección al PLD.”
Me atrevo a recordarlo porque considero necesario ir identificando hechos que van dando la razón a esa afirmación, pero también ante la peligrosa advertencia de “uno de los más acabados ideólogos del PRM” acerca de la necesidad de mantener la unidad de la oposición.
La oposición política es una necesidad para el funcionamiento del sistema democrático y su papel es ser una “dificultad” para el gobierno, especialmente cuando éste ha surgido de situaciones que de democráticas tienen poco (reforma constitucional y elecciones muy cuestionadas por organismos internacionales).
La aparición de una oposición “soft” me ha hecho recordar las declaraciones de Salvador Allende en 1964 cuando asumió la presidencia Eduardo Frei Montalva. “Le negaremos la sal y el agua” tronó el entonces senador Allende pero luego no negó su apoyo a innumerables leyes que beneficiaron a amplios sectores sociales como los campesinos. Por su parte, la reacción de toda la izquierda chilena fue apoyar al gobierno de Frei cuando un general se inventó un cuartelazo (1969). Anoto esto para remarcar el hecho de que una buena oposición puede ser un dolor de cabeza para un mal gobierno, pero importa también que esa oposición sea clara y firme cuando los procederes democráticos son puestos en duda. Ese es en realidad el valor que tienen las acciones que llevan a cabo por la JCE, la Cámara de Cuentas y el Tribunal Supremo Electoral y por las leyes electoral y la de partidos un grupo de organizaciones políticas que en realidad sólo los mal intencionados pueden ver como un futuro bloque electoral o un acuerdo de gobierno.
Incluso creo que vendría bien que se pusieran un nombre más convocante, pues eso de ser opositor no es del todo cierto y mejor debería identificarse como un acuerdo pro-democracia. Es lamentable que durante la campaña no se dieran cuenta de que lo que verdaderamente estaba en juego era la democracia, ésa que nunca estuvo en el listado de Polétika, ni fue medida para la selección de candidatos y de asesores como Giuliani o en la propuesta del monto de la tarjetita para el colmado.
Entonces… enhorabuena las acciones unitarias en pro de la democracia. Hay, eso sí, dos cosas de las que deben cuidarse: 1) que les coja el tiempo y terminen esperando el nombre del candidato del PRDM que para fiasco de los tácticos los llevará a otra derrota segura y 2) que no olviden que a más de tres años de la próxima elección lo que hay que construir no es “unidad” sino alternativas políticas y para eso hay que ir a misa (pública) una sola vez: a dar gracias a Dios cuando con el sudor de sus frentes las hayan construido.
Y si quieren más, puesto que hay tiempo todavía, que alguien explique dónde coincide con las exigencias de institucionalidad de esa misma ‘oposición’ el ofertón del “Niño símbolo” al nuevo arzobispo de que el ayuntamiento va a construir ¡¡iglesias!! Eso es violatorio de todos los principios que debe tener un Estado Democrático, de la ley 176-07 y de la eclesiología declarada por el papa Francisco de quien, sin hacerle ninguna gran exigencia, tenemos derecho a esperar que sus nuevos obispos sean pastores de una iglesia misionera (ni clerical, ni de cristiandad). Ante tal anuncio sería bueno que alguien se acordara de que el mandato fue “vayan por el mundo…” y de que el nazareno nunca dijo “vayan al ministerio de planificación, o al ayuntamiento”.
Creo que no se puede llegar al 2020 igual que al 2016 y el comportamiento ‘opositor’ demuestra que la mano viene dura. Y si los demócratas de verdad quieren influir en el futuro no pueden copiar malas prácticas, ni seguir ese eterno “perredeísmo positivo”. Lo digo también por dos razones: la primera la anotamos al inicio “el PRD –en cualquier versión- no tiene posibilidades de ganarle una elección al PLD” y la segunda es que hay que reconocer que el ADN pesa y si no, que alguien explique como es que mientras los políticos que aspiran a condiciones más democráticas ‘guayan la yuca’, aparece en el panorama que el problema dominicano no es la democracia, es el presupuesto para investigación agrícola. Tienen entonces que ordenar la casa y los demás integrantes del acuerdo democrático dejar de ver estos incidentes como anécdotas inofensivas, porque no lo son.