En mi afán por estar informado sobre todo lo que acontece en mí país, aunque resido en otros lares, leo las ediciones digitales de algunos de los periódicos que se publican en República Dominicana, estando en esos afanes, me llamó la atención un titular que da cuenta de que había aparecido en el asiento trasero de su vehículo, el cadáver de una joven  médico en avanzado estado de putrefacción, un hecho muy triste y lamentable que se suma a la cadena de violencia que esta azotando a la patria de Duarte.

El objetivo de este escrito, no es volver a narrar lo que han relatado todos los medios de comunicación dominicanos, sino manifestar mi indignación, mi rechazo y mi repulsa al tratamiento poco ético que se le dio a la infausta noticia, al calzar la fotografía del cadáver de la desdichada muchacha, resaltando los detalles más escalofriantes de esta tragedia humana, al estilo de la mas asquerosa “crónica roja”.

Esta forma de hacer periodismo no es nueva, ni en República Dominicana, ni en otros países en vías de desarrollo, cuyos medios se jactan de contar la última generación de tecnología digital usada en sus medios, al tiempo que irrespetan, ultrajan y denigran sin ningún pudor a los familiares y las víctimas de hechos trágicos, todos de origen humilde, hago esta afirmación, porque he leído noticias de fatalidades ocurridas a ciudadanos de clase media y alta y nunca he vistos esas grotescas exhibiciones de cadáveres ensangrentados, con esto no quiero decir que los despojos de las personas que en algún momento aparecieron en la crónica rosa, se le aplique el mismo tratamiento que a los pobres de solemnidad, lo que reclamo es que a todos se le trate con el respeto a que tienen derecho.

Preocupados por esa realidad en Ecuador se sometió hace unos años un proyecto de Ley de libertad de prensa que en su articulo 21 diceLa producción de contenidos a ser difundidos por los medios de comunicación social debe de ser de calidad, en el fondo conceptual y en la forma de manifestarla. Debe ser portadora de valores que defiendan la dignidad humana y los derechos fundamentales consignados en la Constitución y en los instrumentos internacionales de derechos humanos; que condenan toda forma de discriminación; que respondan a un enfoque de género; que rechacen la discriminación en todas su formas y sin razones; que promueva el trato preferencial y solidario hacia los grupos humanos vulnerables que tienen derecho a una atención preferente; que propicien el respeto hacia el otro; y en fin que no admitan los prejuicios y estereotipos”. Lo que dice esa cita deberían practicarlo los que ejercen como periodistas en Republica Dominicana.

El tema de la  ética que debe acompañar el oficio de comunicar ha sido debatido hasta la saciedad, sin embargo, en nuestros medios es alto frecuente la publicación de imágenes de los “agentes del orden público” levantando los cadáveres de supuestos o reales delincuentes, muertos en los llamados intercambios de disparos, asidos de pies y manos y lanzados como un objeto cualquiera en la cama de una destartalada camioneta, las osamentas amontonadas  de las victimas de algún deslave en el sur profundo o los restos de los cientos de mujeres víctimas de la violencia domestica.

En ese tenor, en un articulo  publicado  por Jenny Pontón[i][ii] titulado “Crónica roja en los medios de comunicación ecuatorianos: ¿un problema de seguridad ciudadana?, se plantea lo que sigue “La discusión sobre las relaciones entre medios y violencia es tan abundante como diversa, en esta vinculación es pertinente conceptualizar el término ‘violencia’ con el objetivo de identificar los alcances y las expresiones de esta problemática. Para la OMS, la violencia constituye un asunto de salud pública y se define como “el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones” (OMS, 2003: 5). Esta organización considera que es posible prevenir y disminuir los efectos de la violencia ya que, a pesar de que siempre ha estado presente en el mundo, no tiene que aceptarse como una parte inevitable de la condición humana. Las violencias que difunden los medios de comunicación están contenidas en este concepto, el cual abarca las numerosísimas consecuencias que genera este problema y que a menudo son menos notorias —como los daños síquicos, las privaciones y las deficiencias del desarrollo que comprometen el bienestar de los individuos, las familias y las comunidades”

Finalmente, no son discutibles los derechos a la libertad de expresión y de información que tienen los medios y los ciudadanos, pero esos derechos deben ser ejercidos con responsabilidad ética y moral y respeto a los demás. No pedimos la censura gubernamental a los medios, solicitamos cordura, autorregulación, tacto, sentido común de parte de los periodistas, principalmente de los  directores y los jefes de redacción.


[i] El termino Necrografía no existe

[ii] Comunicadora Social con Maestría en Estudios de Género, actualmente se desempeña como profesora e investigadora del Programa Estudios de la Ciudad de FLACSO, Sede Ecuador