La época del año que más me gusta es “La Navidad”. Navidad para mí es ver a mi padre fabricar el árbol cada vez diferente. Construir un belén con casitas hechas por él. Luces estratégicamente colocadas. Animales domésticos en corrales. Un gran lago formado por un espejo y en él nadando patos.

 

Navidad es soñar. Es esperanza. Es disfrutar de las frutas y dulces propios de la época, que aunque ya con la globalización son comunes en cada día del año, no por eso dejan de darle a  las calles un olor especial, con las uvas, peras, manzanas y pasas colocadas en sartas en los kioscos de fabricación muy artesanal, especialmente en la Avenida Mella y en el paseo de la Calle Pina entre Mercedes y  Mella, en medio del barullo de las paradas de guaguas que parten hacia los lejanos barrios o hacia San Cristóbal, frente al Parque Independencia.

 

Una de mis tradiciones y para honrar a mis padres, póstumo a mi papá y presente a mi mamá, ha sido el adornar un árbol y construir mi belén con los más mínimos detalles, de manera que pueda levantarme cada madrugada y sentarme a disfrutar de las luces de los mismos.

 

El año pasado, o sea, “el año perdido” como yo le llamo, no puse ni árbol, ni belén como era mi tradición. Fueron las Navidades más tristes de mi vida, pero este año he recibido un estímulo especial para tener unas fiestas como antes o mejores.

 

He descubierto en uno de los canales del cable un especial de películas navideñas llamado “Navidad en julio”. Están proyectando películas durante quince días, las veinticuatro horas. De ahí que ya he diseñado mi árbol como lo pienso hacer y en mi mente tengo muy claro como fabricaré mi nacimiento que siempre me toma media sala de la casa.

 

Como he tenido tanto tiempo de ocio, sin más nada que hacer, solo leer y ver películas durante la pandemia, quiero llamar al INPOSDOM, es decir al correo a ver si existen los carteros y si todavía brindan ese servicio tan hermoso como es el llevar cartas a las casas. Y como dice Julio Iglesias al cantar con esa voz tan dulzona y romántica que, “A veces llegan cartas con sabor a gloria, llenas de esperanzas. A veces llegan cartas con olor a rosas, que sí son fantásticas. A veces llegan cartas que te dicen que regreses pronto que desean verte. A veces llegan cartas que te dan la vida, que te dan la calma”.

 

De existir ese servicio, me he propuesto, aunque tenga que fabricarlas, ya que creo que con el uso de la internet no existen, que es una costumbre obsoleta, enviar postales o tarjetas navideñas a todas mis amigas, a algunos familiares y así decirles que los amo, que los recuerdo en esa época tan hermosa y tan especial. No solo tengo la ilusión de retomar esa tradición para expresar mi cariño, sino que espero recibir unas cuantas de las personas que amo.