Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor. –Juan Pablo II en su “Oración a la familia”
La familia tiene muchas aristas, pero esencialmente es una forma de organización social para el apoyo mutuo. Sin duda alguna es la más exitosa de las numerosas maneras de relacionarse socialmente, pues la familia es la primera comunidad que formamos y la que más larga duración tiene en nuestras vidas (idealmente desde antes de la concepción hasta la tumba y más allá). Es absolutamente necesaria para la sobrevivencia de los humanos en vista de las múltiples necesidades de nuestra larga infancia y la imposibilidad de ser autosuficientes.
Las personas que componen una familia pueden tener, y con frecuencia tienen, lazos legales o de consanguinidad; pero este no es un requisito: lo que define a la familia son la confianza mutua, el afecto y la fidelidad que se profesan sus integrantes, fruto de la convivencia y la intimidad. De cierto modo, la familia nuclear es la que convive íntimamente en el día a día, y la familia extendida es la que comparte vivencias con cierta frecuencia y mantiene la comunicación abierta. Tiempo y distancia son barreras a la familiaridad que deben ser vencidas una y otra vez para mantener los lazos familiares, compartir valores, sueños y compromisos.
No hay familia sin intimidad, sin trato familiar. No hay familia sin vivencias y sueños compartidos, éxitos y fracasos; memorias que unen, tristes y alegres; tradiciones y costumbres que identifican a sus miembros como familia: el parentesco biológico es insuficiente. Pero sobre todo no prospera la familia donde no se cultiva el aprecio, la confianza y la tolerancia: la familia se extiende hasta donde existe la comprensión y el afecto mutuo que fomentan la comunicación efectiva en momentos de tensiones interpersonales. La familia celebra y apoya la diversidad al tiempo que fomenta la unión.
Una de las características que distingue a la familia de otras organizaciones de apoyo mutuo es que suele ser intergeneracional. Cofradía, fraternidad, logia son organizaciones de apoyo mutuo usualmente integradas solo por adultos y de duración variable para sus miembros. La familia tiene como una de sus principales funciones el servir de apoyo sobre todo a infantes, adolescentes y envejecientes, pero en definitiva a todos sus integrantes. La familia no es un lujo ni una conveniencia, es absolutamente imprescindible para el éxito de la especie humana desde la cuna hasta la tumba.
La Navidad es esencialmente la celebración de la familia: conmemoramos el nacimiento de una familia con la llegada del niño Jesús en circunstancias difíciles. Símbolo de esas dificultades son el humilde pesebre donde nació en Belén, según el evangelista Lucas; y la huida a Egipto para salvar la vida de Jesús de la matanza de los Inocentes ordenada por Herodes, de acuerdo con Mateo. Una importante función de la familia es proteger e integrar a sus nuevos miembros con amor y entrega, y en la historia de la Sagrada Familia se ejemplariza el sacrificio de los padres por el recién nacido con humildad y desprendimiento. Los desvelos amorosos de sus padres por Jesús afloran también en el breve relato de Lucas sobre el adolescente de doce años en el Templo cuando se quedó después de las Pascuas en Jerusalén y sus padres lo buscaban con profunda angustia durante tres días. Además, María estaba al pie de la cruz en el momento de la muerte de su hijo, según Juan el Evangelista, y José no estuvo allí porque había fallecido antes de Jesús iniciar su ministerio.
La Navidad culmina con la veneración de la emblemática Sagrada Familia el último domingo del año, o el día 30 cuando el 25 cae el último domingo de diciembre. La Navidad es la fiesta de la familia por excelencia y por eso se celebra tradicionalmente en el hogar, que es cualquier lugar donde se congrega la familia, sea un establo o un palacio. Se aprovecha para acortar distancias, recuperar tiempos perdidos y estrechar vínculos con seres queridos en un ambiente íntimo de alegría. Debemos también aprovechar la Navidad para agradecer el sostén de toda la familia y renovar votos para seguir apoyando a nuestros familiares durante todo el año por venir, a sabiendas de que nosotros seremos tan fuertes y exitosos como la unión de la familia. No hay mayor bendición que contar con el apoyo de la familia en la aventura que es la vida, en la alegría y en la tristeza.
Celebremos con júbilo el nacimiento de Jesús y el maravilloso don de la vida en familia, agradeciendo nuestra inmensa fortuna y deseando la bendición del apoyo de una familia, como la que Jesús y nosotros tuvimos, para todos los niños del mundo durante todas sus vidas.