El intendente de una institución cualquiera ha encontrado muy raro que en la orilla de la playa hayan puesto un disco de Bob Marley. Como sabemos todos, no solo Bob reina allí, sino UB40 (pueden ser miles los artistas). Se ha puesto a pensar en la razón por la que no oye lo que escuchan en su antiguo barrio, que es reggaetón y otra “música”. Entrecomillo música porque han salido varios artistas que dicen que “esto no es música, sino entretenimiento”.
Estamos claros con eso: la música no deja engañarnos. En noches muy acicaladas, cualquiera pone a Dvorak y escucha algo de Schubert, al tiempo que chequea los números que publica el Banco Central de la República. Como todos sabemos, los numeritos son publicados en el informe que tira el banco a la luz pública. Muchos observan estos números y hacen inferencias sobre este año que viene. Muchos quieren leer vastos informes. Mientras sea más variada la cantidad de opinantes, lo más variado será el análisis.
Como cuando compras un vino, debes fijarte en la uva, al tiempo que recuerdas lo que se publica sobre la balanza de pagos de la economía. No sabes por qué piensas en Chile o en la Antártida. Esas comparaciones no están sacadas de un viejo vademécum, sino de una lógica transistorial. Lo tienes claro: “este año que ha pasado nos recuperamos en varias áreas”, dice el intendente.
Le digo que Bob Marley es el rey de las playas. Le digo que Elon Musk ha dicho algo espectacular. Para habitar Marte será necesario poner caliente el planeta –que es inhabitable–, y se requerirá lanzar bombas atómicas sobre los polos.
Como cada año, los numeritos del Banco Central son espiados por una gran cantidad de gente que se ha dado cuenta de que como vayan estos números así irá su economía. “El control de la inflación me parece bueno”, dice el intendente. Alguien me dijo que meterá su dinero en un bono corporativo, al punto que otro lanza su teoría sobre algunas leyes. “La gente anda en la calle con la sensación de que el año nuevo entrará bien”, me dice el intendente. Dice: la economía es un paraíso a donde entras sin saber dónde está la manzana.
No se trata de hacer magia: lo que hagamos este fin de año, como ritual, será bienvenido. La gente espera que se le diga si puede comprar fuegos artificiales, algo que parece que no está prohibido, pero es muy caro. El intendente sabe que son explotados en Nochebuena, para que la gente sepa –como en el 4 de julio–, que hay otros que pueden tirar los billetes a la atmósfera. Y otros dicen: invirtamos. “Coloquemos nuestro dinero en este instrumento”, dice.
Después de todo esta será una navidad macroeconómica, quizá repleta de trolls –que cantan muy bien y también bailan–, o de otro argumento para calmar a los chiquitines. La producción de la película es de Gina Shay, y tiene la actuación de Anna Kendrick, Justin Timberlake, Russell Brand, Zooey Deschanel y Gwen Stefani, ésta última una artista que sigo mucho.
Explotar el dinero fue un asunto del hombre moderno. Alguien me dirá que no es tanto lo que se lleva una tirada de fuego en el 24 o el 31, pero lo cierto es que es mucho fuego en los cielos de Santo Domingo. Por otro lado, algunos se preguntan –parece un misterio– a cuánto asciende la cantidad de turistas que hay en los hoteles. Se preguntan entonces que harán allí en estas fiestas. No tiran drones al aire para que graben los fuegos al mismo tiempo, algo que se me ha ocurrido ahora. Están felices en los hoteles.
Lo cierto es que los que gastan dinero en fuegos artificiales saben por qué lo hacen. La gente se prepara y créanme conozco a varios que ya tienen en mente el nombre de la fábrica a dónde van a ir a buscar sus varillas y sus velas romanas. En una infancia lejana, los vendían en la esquina; ahora hay que ver como ocurre todo: se trata de transacciones económicas. De modo que hay un mercado de fuegos artificiales. No pagarás mucho por malos artilugios de fuego, sino por esos que brillen mucho en la vasta noche de Santo Domingo.
Otros piensan en qué meterán su dinero y procuran estar al tanto de la oferta de los bonos, como ocurrió en la época de Lilís, algo que está lejos de nosotros. Entonces surge la petición a que se ponga atención a Moody’s, Standard and Poors y Fitch, que nos dicen qué tan buena paga es el gobierno. La navidad, dice alguien, la navidad. El intendente dice que tiene que ahorrar. Otros han dicho que hay mucho dinero en la calle.
Es el intendente –administra una institución pública–, a quien le parece que es cierto aquello que otros miran con beneplácito: la economía, en lo macro, tendrá que entrar bien y las críticas hay que observarlas. Se espera con mucho entusiasmo la opinión de mucha gente que sabe mucho de lo macro, no solo de la pandemia. Hemos leído una mala noticia: la nueva variante ómicron, que ha hecho a los gobiernos tomen otras medidas. Algunos países han cerrado sus puertas.
A fin de cuentas, se espera que la economía siga como ha sido evaluada, aunque muchos críticos tienen fuegos artificiales –y frases cohetes–, para determinar lo que ocurre y ofrecer soluciones. Mientras tanto, estos fuegos provocan un cielo maravilloso de luces que cambian y que suenan a su manera en todo el cielo.