Nueva vez nos encontramos en la época del año en que las tiendas y los llamados Malls se visten de gala para recibir a los miles de potenciales consumidores durante el período más productivo en términos de ventas, cuando estos últimos se aprestan a gastar el dinero recibido tempranamente en esta tradicional temporada de celebraciones cristianas y de jubileo pagano.

La supervivencia de muchas tiendas depende de las ventas que estas puedan llevar a cabo en este tiempo. Por tanto, los detallistas hacen lo que sea para mantener insuflado en la gente el espíritu navideño de compras y para atraerlos a sus tiendas.

Decoraciones festivas, grandes anuncios, explotación de la figura de Santa Claus, los símbolos representativos de la temporada navideña y todo el resto de actividades conexas, forman parte de ese proceso de persuasión publicitaria y acción mercadológica, característica de esta sentimental y emotiva época del año.

Este periodo navideño debe ser propicio para la reflexión sobre la posibilidad de que el próximo año 2016 pueda ser de prosperidad. Un año que por demás se presagia difícil por los actuales acontecimientos negativos pronosticadores de periodos críticos a enfrentar colectivamente, ante la celebración de las elecciones generales de mayo próximo.

Esta realidad va a requerir de toda nuestra voluntad, capacidad y talento creativo e innovador puestas en acción, para hacer frente a las vicisitudes anunciadas desde ya y poder encontrar los nichos, los espacios y las oportunidades disponibles para nuestro crecimiento personal y colectivo.

Las expectativas son que esta tendencia de consumo mantenga un desenvolvimiento y un desarrollo positivo en su proyección futura, que además de beneficiar al consumidor sirva como dinamo para impulsar también el crecimiento de los sectores comerciales que intervienen en el proceso de intercambio productivo.