Mañana es Navidad. En el mundo dominado por la TV y la publicidad, la Navidad es nieve, pero siempre bien bonita y organizadita, no de esa nieve que bloquea caminos completos e impide que muchos asistan a sus trabajos. Hay un ho ho ho por doquier y un señor de prominente abdomen y barba larga que es muy requerido por aquello de los deseos. De este lado, la cosa está tan fuerte, que ni Juanita quiere volver.

En mi caribe se venden barrios completos, en combos nunca vistos. Vienen con todo y gente: sus viejos, sus niños, sus mujeres, calles y contenes –barridos o no–. Por supuesto, también traen iglesias, destacamento de policía, canchas deportivas, escuelas. Estas ventas también incluyen rabia, ira, impotencia, lágrimas, mentira y chantaje.

También tenemos circo, y nos les hablo de los Hermanos Suárez, que de hecho, ya se retiraron del país; hablo de la modificación al Código Penal, puntualmente en lo que respecta a la penalización del aborto. En esta ocasión, tal cual ocurrió antes, hay una entrada donde el personaje más esperado se hace con la capa de salvador y ¡pun! observa la Ley que modifica al Código Penal, alegando que “está comprometido con la defensa de la Constitución y con el mandato de salvar la vida”. Claro, a la luz de los hechos, la vida solo se salva mientras está en el útero, ya cuando sale de él debe cuidarse y salvarse sola.

Nueva vez, todos aplauden tan atinada decisión. Quizá sea un poco ácida con mi versión de los hechos, pero es que este cuento como que lo he leído antes; ese lleva y trae entretiene mucho y en eso de entretener el señor de la capa y su equipo son brillantes.  Me llegan tantos recuerdos donde ha sido neurálgico el observar y defender la Constitución y salvar la vida, que mejor lo dejo.

Seguimos en Navidad y la lluvia continúa. No todo es pelota y culos grandotes con bailes prohibidos. Los suelos de nuestros campos siguen saturados. Muchas siembras se han perdido y aún hay personas en riesgo. Tenemos a Punta Catalina, con todo y préstamos. Tantas cosas que seguirán ahí más allá de mañana y año nuevo, aunque usted se tome todo el ron, pensando que no hay más días. Ahh… que no se me quede lo del presupuesto 2017. El déficit que tenemos es de record. Ningún gobierno había endeudado tanto a un Estado en tan poco tiempo. ¿Les suena…?

Sea que usted crea o no en todo lo que implican estas festividades, más allá de la furia loca de las compras, las plazas atestadas de gente, los bombillitos y los tapones, insisto que lo mejor –aún más que el doble sueldo–, lo es la familia y el amor. Es una pena si no se entiende de esa forma. El país es una gran familia. Es lo que tenemos. No todos pueden irse a hacer mejor vida a otro lugar. Otros, pudiendo hacerlo, han elegido estar aquí, contra toda circunstancia.

Que este tiempo sirva para echar un vistazo a nuestra realidad como nación, como país, como familia. Creo en que si cada uno empieza en su pequeño entorno, las cosas pueden empezar a mejorar. ¡Pásenla rico! ¡Feliz Navidad!