“Ya tocan a degollar!
Ya esta sangrando el puñal!
Si no te apuras los van a pillar
Vamos! Vamos! Burrito apura!
Niño bonito, no lloris mi amor
Ya llegaremos a tierra mejor.”
La Huida. Ariel Ramírez
Cuando la primera Navidad, Pilatos luego de inaugurar la táctica de lavarse las manos y de salir con éxito en todas las encuestas, encargó a los tránsfugas que culparan de todo a Herodes para impedirle gozar de la posibilidad de que los vientos lo llevaran a Roma nuevamente.
Pero nadie vaya a creer que no hubo protestas y reclamos: las páginas políticas anunciaron la conclusión de los trabajos del CXVI Foro Unitario para la expulsión de los romanos del poder, angustiados por el anuncio de Herodes de seguir allí hasta el MMXLIV.
Luego de reunir un espectro amplio -que incluyó desde fariseos, saduceos, esenios hasta zelotes- no lograron ponerse de acuerdo en 35 puntos. Tampoco hubo documento final, sólo un esperanzador llamado a la unidad de las fuerzas opositoras a los romanos.
Se ordenó un censo que fue motivo de grandes preocupaciones para los organismos internacionales pues los romanos no se portaban bien con los extranjeros, especialmente si estaban en tránsito. El soporte ideológico lo daban los fariseos, que tenían características bastantes parecidas a los actuales fariseos: tan formales ante la ley y tan negadores de derechos.
Es de todos sabido que como no había espacio en la posada, el judío más famoso hasta hoy, tuvo que nacer en un pesebre. El recién nacido inaugura muchas cosas, pero me interesa recordar que fue un extranjero, fue el primer refugiado de la era cristiana, fue un niño emigrante.
Justo después de la celebración con los magos José recibió el mensaje del ángel que lo urgía a “coger yola”, a iniciar la huida hacia Egipto ¡¡de una vez!! Se cree -nunca se ha podido comprobar el diálogo- que, por si acaso, José le preguntó a un amigo: “¿Sabes dónde queda el ACNUR?”
A los magos de oriente sólo se les recuerda por los regalos (‘business are business’) y eso no es justo. Hay una jugada de los tres reyes magos que se conoce menos pero que forma parte también de esta fecha fundacional: luego de conversar y discutirlo en un ventorrillo a la orilla del camino y mientras los camellos descansaban un chin, acordaron (mucho antes que Tomás de Aquino) que si la sentencia era injusta desobedecerla era obligación y por ello, al ser interrogados por Herodes, le dijeron mentira para proteger a los que huían. El tirano sacó cuentas y procedió a lo tirano, mandó a matar (eso de pagar es posterior, creo que de la Ilustración).
Y nada, las emprendieron con pura confianza en Dios.
Si nos imaginamos al recién nacido y su familia en su huida, nos aparecerán situaciones que aunque no fueron escritas debieron ocurrir. Cualquier persona que haya tenido contacto con el dolor de la apatridia, el refugio y la persecución sabe que nadie se salva solo, es el milagro de la solidaridad. En el siempre largo camino del exilio, todo es desconocido y se camina con un equipaje que contiene sólo un deseo: el de regresar. Y así debió ser en el año cero, para nuestros viajeros.
Nunca se ha sabido, por ejemplo, cómo cruzaron la frontera. Es poco probable que le pagaran algo al guardia, pero sí es posible que los pararan y que les preguntaran ¿Cuándo nació el bebe? (Por suerte el 1929 todavía no existía).
Como todavía las calles y carreteras no habían sido invadidas de motoconchos, debieron caminar cuando el burrito se cansaba. Ese largo camino no pudo ser hecho sin ayuda. Lo sabemos bien porque la tradición recuerda “los descansos” de los caminantes y sugiere que recibieron ayuda de los antipatriotas para alimentarse, cobijarse y desinformar a los perseguidores. Otro que no había leído a Tomás de Aquino, el labrador, recibió la visita sorpresa de los soldados perseguidores y les respondió lo que los viajeros le habían pedido: que ellos habían pasado cuando el trigo estaba siendo sembrado y un milagro hizo que el trigo estuviera espigado cuando los soldados llegaron al lugar.
Más o menos así debió ser el viaje hasta que fueron acogidos por las comunidades de ilegales que existían en Egipto.
Recordemos que la Navidad es una fiesta religiosa, por eso se celebra en los centros comerciales. Haga usted la diferencia, salga a la calle sin la “tarjeta de crédito” y en las esquinas, mientras espera el cambio de luces del semáforo, vea a los niños no mucho mayores que el Jesús que huye y recibe la solidaridad en el camino al exilio. Ellos esperan mucho más que usted baje el vidrio, esperan que sea su rey mago comprometiéndose con la justicia y la solidaridad con los más débiles.