“(…) Más allá del rencor de las lágrimas y el dolor
Brilla la luz del amor dentro de cada corazón
Ilusión, Navidad, pon tus sueños a volar
Siembra paz, brinda amor, que el mundo entero pide más(..)” Gloria Estefan

Las tradiciones de los pueblos no se eliminan o se instauran por decretos presidenciales o por leyes, ni las decide el poder ejecutivo ni el legislativo. Las tradiciones la elaboran los pueblos y trascienden. No aparecen ni desaparecen de hoy para mañana, es voluntad colectiva y va entretejiéndose con el aporte de todos, las tradiciones duran años, no menos de cincuenta, en modelarse porque son resultado de un largo proceso y van cociéndose en el hervor histórico, incorporando elementos nuevos, modernos, acabaditos de llegar pero asimilados y enriquecedores para la tradición si son aceptados e integrados por sus cultores, otros componentes van quedando en atrás y pasan a ser elementos en desuso, pero como parte de la dinámica interna, de la esencia de la tradición sin afectar su expresión. Es por estos argumentos que considero la tradición de la Nochebuena-Navidad-Fin de año y como colofón, el Día de Reyes en Cuba, como una trilogía de celebración popular tradicionales que  han permanecido, de una manera u otra, en el imaginario colectivo del pueblo cubano.

Cierto es que la celebración de la Nochebuena, el Día de la Navidad, el Fin de Año, ha devenido por siglos, una de las fiestas tradicionales y populares más enraizadas en el pueblo cubano. Y las menciono unidas porque siempre ha sido como una jornada de encuentro familiar, porque están muy cercanas en el tiempo, porque llevan en su esencia la alegría del ser y sentirse cubano, se juntan por nuestra música, el baile y el lechón asado en púa/puya como símbolos de identidad nacional. Reflexionando se me antoja hacer una equiparación -amén de las distancias-entre el Nacimiento del Niño Jesús y la significación de amor y paz, de unión familiar y de motivo para celebrar con el nacimiento del Nuevo Año y las albricias que nos trae, ambas celebraciones se esperan y se preparan durante el año, es ocasión ansiada para celebrar.   

En Cuba se visualizan tres etapas por la que atraviesa la celebración de la Navidad. Si vamos a considerar el aspecto político legal, se puede hacer una división aparente en estas celebraciones, hablemos de un antes de 1969, año en que el Presidente del gobierno cubano de “Golpe y porrazo”, prohíbe celebrar la Navidad, previa declaración del carácter ateo del sistema político instaurado en 1959, y bajo otros archiconocidos pretextos de similitud con el Capitalismo, el Imperialismo Yanqui, y por su apego al Marxismo, etc. Aún así centenares de familias siguieron bendiciendo y celebrando como podían, las más de las veces, era una Navidad a escondidas, sin que el vecino los “echara pa´lante con el Presidente del CDR. No obstante a pesar de que en 1969 fue prohibida la celebración y los adornos, vestuarios y arbolitos de Navidad desparecieron públicamente, bien recuerdo en los primeros años de la década del 70´ cómo en mi familia para Nochebuena se hacían ruedas y trencitos familiares, arrollando con el merengue El Negrito del Batey y otras joyas de la Sonora Matancera, pero visto como “malo” dejaron de hacerse aquellas celebraciones, y el 24 y 25 de diciembre por casi treinta años, fueron días normales como otros cualquiera, no solo se trabajaba, sino que se cuestionaban a las familias que todavía celebraban Navidad. Claro que esto impactó socialmente pues millones de jóvenes en aquella época solo pudimos conocer de la Navidad, a través, de los buenos recuerdos contados por padres y abuelos de aquella mesa familiar llena de turrones, uvas, manzanas, castañas, nueces, avellanas, vinos, sidras, dulces caseros, y otros manjares de la cena presidida por el cerdo o puerco asado en púa que para los santiagueros y guantanameros es el macho asado. Se le agradece en esa etapa gris, a los párrocos de origen español mantener la vocación, el espíritu navideño entre sus feligreses. Si querías ver el Nacimiento, podías ir a la iglesia del pueblo pues a pesar de haberse prohibido, a pesar de los cuestionamientos a los párrocos católicos, a pesar de la vigilancia de los agentes de la Seguridad del Estado a los Padres españoles por dizque hacer “labor contrarrevolucionaria”, a pesar de todo esto, a los enviados de la Santa Sede agradecemos que las familias cristianas pudieron preservar su adoración al Niño Jesús, en tiempos de Navidad.

Pero más allá de las prohibiciones gubernamentales, la tradición no murió y revive cuando en 1997 se decreta, también gracias a circunstancias, no solo el autorizo público de celebrar la Navidad, sino declarar el 25 de diciembre feriado -como antes del 1969- y, además, se podía realizar la Misa del Gallo. Este “milagro” se le debió a la proximidad de la visita del Papa Juan Pablo II en enero de 1998.

Las Navidades y las vísperas del Año Nuevo deviene revelación de una de las cualidades identificadoras del cubano: la fraternidad, pues las diferencias al interior de cada familia, ceden paso ante el baile, la música, el canto y la fiestadera en la unidad familiar extendida. Y aunque ambas celebraciones tienen un carácter clasista, sí, porque en cada hogar se celebra la Navidad acorde a las posibilidades económicas, sin embargo, en cualquier barrio los 31 de diciembre, cerca de la media noche, es muy difícil que una familia sin recursos no tenga un plato de cerdo asado, congrí, yuca con mojo y ensalada de lechuga y tomate, comida típica de la celebración. En el barrio se sabe quién pudo asar un puerco entero o quien solo pudo un pernil y se conoce quienes cerraron la casa para acostarse temprano y tratar de hacer menos humillante el no poder comprar ni un pedazo de carne asada, pero sabemos de las almas caritativas: de los que recibieron el dinerito de “El Yuma” o de la “Yacusaidita” que está casada con un extranjero, o del dueño de la Paladar, o de aquel del propietario del Room for Rent, puede ser cualquiera de estos tipos sociales el del barrio, siempre alguien invita a su casa o mandan un plato de comida a los vecinos que no pudieron tener cena. En los tiempos de carencias materiales, renace el valor de la fraternidad, de la hermandad, desaparecen las diferencias sociales por poder adquisitivo, raza o credo. Quizás ese sea uno de los más sensibles y conmovedores rasgos de nuestras celebraciones navideñas y de advenimiento del Año Nuevo: la fraternidad entre los cubanos se hace tangible.

Hoy  las calles cubanas quedan engalanadas por los adornos familiares, ahora es más moda que auténtica vocación religiosa, me atrevo a decir, pero sigue siendo la Navidad una celebración de la familia cubana, son más y más los hogares que adorna las salas de sus casas con arbolitos importados o hechos gracias a la ingeniosidad caracterizadora del cubano, continúa como espacio para el nacimiento de luz divina, armonía familiar, paz y la fraternidad en los hogares y en las grandes familias reunidas cantando y bailando alrededor del puerco asándose en la púa. Los cubanos vuelven a vestir ropa nueva el 25 de diciembre, y a organizar y baldear las casas los 31 para botar lo viejo y negativo, para recibir las buenas nuevas que traerá el año entrante. Las tradiciones perduran en el alma de las naciones, resurgen por voluntad de los pueblos y de su cultura.

Referencias:

-El Nuevo Día (2014). Cuba celebra la Nochebuena. Recuperado 20 de diciembre de 2016 de

                www.elnuevodia.com/noticias/locales/nota/cubacelebralanochebuena-1917091/

-Estefan, Gloria:  Navidad. Recuperado el 26 de diciembre de 2016 de

              https://www.youtube.com/watch?v=cuPYQyaCGNA

-Gsell, Silvia (1997). Histórica Navidad en Cuba. La Nación, Argentina. Recuperado el 23

          de diciembre de 2016 de http://www.lanacion.com.ar/83941-historica-navidad-en-cuba

-Padrón Azcuy, León (2015). ¿Hay Navidades en Cuba? Recuperado 20 de diciembre de 2016 de https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/hay-navidades-en-cuba/

-Nullvalue (1997) Cuba vuelve la navidad. Recuperado 20 de diciembre de 2016

de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-685470

-Yuste, Miguel (1998). Juan Pablo II: «Que Cuba se abra al mundo». El País digital, España.

         Recuperado el 25 de diciembre de 2016 de 

         http://www1.udel.edu/leipzig/texts4/elb22018.htm