Para mirar el caso República Dominicana y este camino propiciador de un discurso de odio, fundado en el “nacionalismo” y la “defensa de la soberanía”, vale la pena recordar algunos episodios de la historia del Siglo XX.
Una de las causas principales de la primera guerra mundial fue el nacionalismo, acompañado de la falta de cooperación, acuerdos secretos entre Estados en perjuicio de otros e ignorar los pactos internacionales establecidos. Desde 1914 hasta 1918 el mundo vivió una hecatombe que tuvo como consecuencia la pérdida de alrededor de 40 millones de personas, civiles y militares. Una gran catástrofe luego de la cual se firmó el Tratado de Versalles que creó la Sociedad o Liga de las Naciones. El objetivo de esta iniciativa fue establecer las bases para la paz, la reorganización de las relaciones internacionales, y prevenir una repetición de los horrores vividos en la guerra. Lamentablemente no se logró, el tratado de Versalles cometió grandes errores.
Alemania inicio la segunda guerra mundial, que se desarrolló entre 1939 y 1945. En Alemania había “resentimiento” por la pérdida económica y de territorio tras la derrota y porque consideraba que el Tratado de Versalles había sido muy duro con los países que perdieron. Además, estaba gobernado por el nazismo, también conocido como nacionalismo. Esto acompañado de que: Japón estaba muy “enojado” porque no obtuvo más posesiones en Asia Oriental; Se había atravesado la crisis económica del 1929; Habían surgido gobiernos totalitarios en Italia, Alemania y Rusia; España estaba saliendo de una guerra civil; Hitler y Mussolini establecieron un pacto de alianza y meses después lo hicieron Hitler y Stalin; La creación del Eje Berlín-Roma-Tokio; y la invasión de Alemania a Polonia y Checoslovaquia. Todo esto y otras múltiples situaciones propiciaron la segunda guerra.
Este desastre mundial de la segunda guerra, movilizó más de cien millones de militares. Toda la capacidad económica, militar y científica de los países estuvo destinada al esfuerzo bélico. Hubo muerte masiva de civiles, holocausto, bombardeos masivos, uso de armas nucleares y entre 50 y 70 millones de víctimas (Que haya un margen de 20 millones en las cifras, de por sí, nos puede hacer imaginar el desastre).
Luego de este cataclismo, siniestro, tragedia, desgracia (agréguele todos los calificativos que quiera, caben…), los Estados asumieron que, si queríamos preservar la humanidad, había que establecer pactos. Surge la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para fomentar la paz y la cooperación internacional. A pesar de que se estableció el escenario de la Guerra Fría, hubo grandes iniciativas tendentes a la recuperación económica, la integración política, y el respeto a multilateralismo.
Es cierto que seguimos sufriendo la vocación imperial, el colonialismo y los abusos de unos Estados hacia otros. Es cierto que hemos presenciado los desastres de las guerras bilaterales, que han contado con el apoyo de otras naciones; pero, no podemos negar los avances hacia un Estado de Derecho. Ahora, en el Siglo XXI, cuando pensábamos que nos encaminábamos a un mundo multilateral e inclusivo, resurgen expresiones nacionalistas de la peor calaña. Como siempre fundadas en crear estados de pánico, miedo y terror en las poblaciones. Se fomenta el odio y el rechazo a las personas “diferentes”, sobre todo si esa diferencia está marcada por la pobreza.
No me interesa hacer una defensa del gobierno del presidente Medina, (él tiene bastante personal pagado para eso). Ahora bien, saludo su decisión de sacar del gobierno a partidos y personajes cuya razón principal de existir es la de propiciar el odio hacia las personas migrantes. Gente dedicada a exacerbar y generar terror en la población, con campañas basadas en mentiras. Y ahora, están propiciando la creación de grupos anti-derechos que actúan desde la violencia, el insulto y la agresividad. No tienen argumentos verdaderos, por eso necesitan creer las falacias de que las personas inmigrantes y pobres son las “responsables” de todas las “desgracias” de los países. Y se dicen cristianos, olvidando que la doctrina cristiana tiene el mandamiento del amor.
El respeto a las personas migrantes, no hace a la República Dominicana más pobre. Eso lo logra la corrupción, la falta de transparencia, el tráfico de influencias… Entre otras actuaciones en las que son expertas muchas de las “personalidades” que andan levantando la bandera del “nacionalismo”. Los datos son precisos, tenemos una inmigración de menos del 5% de la población, pero a mucha gente les parece mejor idea negar la información de los organismos especializados, y creer los discursos centrados en construir una supuesta “invasión”. Actuemos, no permitamos que sigan creando grupos de sicarios que en nombre de la “defensa” de la “patria” amenazan y deciden quien puede y quien no puede hacer uso de los espacios públicos.
¿En qué creen estos grupos? ¿En los mismos nacionalismos que propicia guerras? ¿En qué amenazando y agrediendo van “salvar” al país? ¿Matando? ¿Odiando? ¿Acusando? ¿Realmente aman más este país, los que estaban en el Parque Mirador y agredieron a Ángela Hernández, poeta, escritora, Premio Nacional; que las personas que estamos indignadas con esta acción y la que recibió la acción? Yo no lo creo… ¿Y usted?
Que el espíritu de la navidad, nos dé un poco de cordura, para recibir 2019, con tranquilidad y confianza en que la humanidad es humana.