Cada mes, cada semana al igual que sucede en la frontera entre México y Estados Unidos, también en la frontera dominico-haitiana, hacia Puerto Rico y a otras tantas fronteras, ya sea por mar o tierra, llegan barcazas cargadas de hombres, mujeres y niños a Europa, específicamente a las costas de las islas italianas, españolas o griegas en busca de una "mejor" vida y de ese "sueño europeo".

La última desgracia emprendida por estos hombres, gracias a las mafias existentes como en otros lugares, se cobró la vida de 700 inmigrantes en las costas de Libia que naufragaron en un embarcación conducida por dos veinteañeros, acusados por la fiscalía de la isla italiana de Catania de provocar el naufragio y a los que presuntamente les habían pagado entre 600 y 800 euros cada pasajero. La embarcación atiborrada de seres humanos provenientes no sólo de diversos países del continente africano sino también asiáticos y de Siria e Irak huyendo del conflicto armado. Un crisol de vidas, de sueños rotos y esperanzas truncadas.  ¿Quién llora a estas personas?

Como suele suceder, pasada la desgracia los dirigentes europeos se sentaron en la mesa de diálogo para conversar sobre cómo enfrentar una emigración indetenible, tema común en sus respectivas agendas pero que cada país lo ve distinto.  En el flanco sur, Italia rechaza afrontar sola esta oleada masiva de inmigrantes en el Mediterráneo y dice que esto le atañe a toda Europa. Gran parte de los Estados miembros de la Unión recibe a diario miles de solicitudes de asilo, solo el año pasado se contabilizó 626.710 demandas, otra manera de penetrar a un país y quedarse. Alemania registró un tercio de esas peticiones. Suecia, Francia, Hungría y Austria aportaron otro tercio, lo que implica que el grueso se concentra en pocos países. Un nuevo marco europeo obliga a quienes buscan protección inscribirse en el país al que llegan, aunque esta práctica aún no es la norma.

Mientras estos mandatarios europeos conversan, y se llevan las manos a la cabeza cuando son testigos de este tipo de desgracias, las embarcaciones con inmigrantes no cesan.  Según Amnistía Internacional, más de 3.000 personas murieron en 2014 en el Mediterráneo durante la travesía hacia Europa en busca de mejor vida. Se estima que un millar y medio han fallecido desde Enero.

Un superviviente de esta última desgracia dijo: "las ganas de tener un futuro en Europa son mayores que el miedo". Paz a los fallecidos.