La estructura económica configura toda la dinámica de la organización humana del empleo, que deriva al mismo tiempo de las relaciones sociales. La Sociología económica estudia la relación de un orden económico dado en la sociedad que lo practica. La Sociología de la economía nos orienta, nos pauta a comprender los efectos del empleo, sobre la realidad social y con ello el nivel económico.

En la sociedad de la economía del conocimiento la naturaleza del empleo cambia dramáticamente. “Una economía del conocimiento es aquella en la que la mano de obra no solo participa en la producción física o distribución de bienes materiales, sino en su diseño, desarrollo, tecnología, comercialización, venta y puesta en servicios”. Nos encontramos frente a los trabajadores del conocimiento, donde la información no solo constituye el insumo sino el instrumento articulador para las demás variables de la producción.

Desde la Sociología Organizacional no es lo mismo trabajo que empleo u ocupación; aunque en el argot cotidiano se utilice indistintamente. El empleo para su realización implica una remuneración, un salario, que se acuerda entre el empleador y el empleado. Un trabajo es la realización de una tarea o un conjunto de funciones, que no necesariamente se encuentra validado a través de un salario. En otras palabras, todo empleo entraña un trabajo pero no todo trabajo es un empleo. Hoy día, en el mundo desarrollado el trabajo (no remunerado) representa en promedio entre un 10–15% del PIB dependiendo del país.

El desempleo representa la agonía del ser humano, la frustración, ansiedad y angustia más atroz que representa un individuo, sobre todo allí donde no hay seguro de desempleo, como en nuestro país. Por eso la falta de empleo socava, destruye la confianza del ser humano en su valor como ser social. La falta de empleo nos hace perder la perspectiva hasta del tiempo y su importancia y las acciones del individuo se mezclan sin esperanza cierta.

En nuestro país el desempleo estructural sigue siendo muy alto (14-15%); en cambio, el desempleo ampliado coyuntural ha oscilado entre un 19–22% a lo largo de la historia de los últimos 40 años. En todos los países, y el nuestro no es una excepción, se vienen produciendo cambios nodales en la naturaleza y organización del empleo. El empleo y su organización responden al conjunto de las relaciones sociales y con ello al grado de desarrollo de las fuerzas productivas, su evolución y decantamiento.

Así el taylorismo, el fayolismo, el fordismo, como el weberianismo, respondieron a los niveles de las relaciones de producción en que se encontraba el mundo en el momento de su historia. Eran respuestas a los niveles de la economía, de la producción, de la productividad de cada sitial. Las fuerzas productivas generaban la evolución organizacional del trabajo, su grado de relación social.

Hoy, en la era Postfordista, donde la naturaleza del trabajo ha cambiado: la tecnología, la información, el conocimiento, las redes; han propiciado una dinámica interna, de naturaleza histórica, que se expresa en nuevas formas de relacionamiento y con ello, en nuevas formas de arquitectura organizacional, de estructuras, donde las pirámides son más horizontalizadas, con menos niveles jerárquicos; y, se construyen nuevas respuestas para no salir del mercado. Es la obviedad de la competitividad más allá del deseo y del éxito pretérito.

La vida social no puede concebirse sin el empleo. El empleo en la vida moderna vino a constituir parte de lo que Emilio Durkheim denomino Solidaridad Orgánica y que hoy llamamos Cohesión Social. En la concepción durkheimiana de solidaridad orgánica, cada ser humano, en su grado de asociatividad, tiene una dependencia con los demás.

Pero no existe mayor instrumento para la persona en su identidad personal, en como sirve para obtener el dinero para satisfacer sus necesidades y como contribuye a la obtención de la estructura temporal del ser humano, así como los contactos sociales que el mismo le genera.

El empleo de hoy ha variado con una bastedad inimaginable. El paso de una economía premoderna a una moderna y luego postmoderna, así lo atestiguan. La era premoderna significaba un empleo rutinario donde el trabajador abarcaba el ciclo completo del proceso de trabajo. En la era industrial la división del trabajo como la organización, la estructura y el ambiente cambiaron. En la era postindustrial la forma de interactuación social se vuelve no solo impersonal, sino que puede no existir ninguna relación personal (online, virtual, sin presencia física en la empresa, etc. etc.).

No existe ningún país donde el empleo en el segmento de las manufacturas (industria), sea mayor que el segmento de servicios. Es la expresión de los cambios, sobre todo,  a partir de los años 80. La composición de la industria en el PIB total de cada país disminuyó y con ello, el empleo en cada sector; donde la tecnología de última generación juega un rol principalísimo (la robótica). En nuestros países, con las características nuestras, el resultado es el mismo, empero, no con el mismo proceso. Por aquí la industria disminuyó su proporción en el PIB y en el empleo como una consecuencia de: Tecnología obsoleta, Capital Humano no competitivo; forma de organización tayloriana y las importaciones, como opción sin imaginación ni creatividad.

El empleo constituye no solo parte de la existencia vital del ser humano sino que representa parte de los vínculos sociales de éste y la dinámica de la confianza. Sin el empleo la vida de una persona se convierte en una existencia turbada. Sin empleo nos convertimos en una comunidad más estresada, más angustiada, más tensionada, con resultados de más delincuencia, más homicidios y más suicidios, en gran medida.

La falta de empleo, sociológicamente, produce una mala salud general de las personas y hace invisible al ser humano desde el punto de vista social. Impide el desarrollo de capacidades y genera una apatía e indiferencia social. La esperanza queda no solo truncada sino desarmonizada por completo. El empleo es la posibilidad de construir una vida socialmente útil, plena, variada. Es la clave para los recursos necesarios para la realización personal y social. En nuestra sociedad es el mecanismo para vivir y sobrevivir ante la ausencia del Estado en la protección social de las personas.