El ser humano, desde su origen,  es un sujeto-del narrar y para el narrar.  Vivimos y morimos narrando. El recuerdo, nuestro recuerdo, sólo es posible, desde lo narrado.

Decimos, contamos admitimos o rechazamos esa narratividad, desde nuestra condición de sujetos-actuantes  de una escena vital que se construye día a día , plagada de enunciaciones y/o discursividades e  interacciones sociales que van tejiendo la memoria del ser, una relación de historias, narraciones y vivencias,  a lo  que la psicología y la psiquiatría  le llaman experiencia de vida, la cual no es más que la narratologia del existir del sujeto-actuante, como personaje empoderado de su lengua materna en uso, desde un contexto determinado, prefijando razonamientos y  dilucidaciones expresivas que son las que, al final,  configuran  la sintaxis de sus discursos, de sus relatos o,  lo que es lo mismo, configuran la pragmática de su saber (p.11).

Tal y como lo plantea Paul Ricoeur, "Yo creo que la vida humana no se comprende sin un relato"(Periódico "El País", Madrid, 9 de agosto de 2015). No podemos comprender o entender a este sujeto-narrador, que en este caso es sujeto-autor (Manuel Matos Moquete), sin que antes hayamos entendido su relato, su decir o su contar o sin que primero hayamos asimilado su narratividad como "proceso de simbolización o de representación de múltiples dimensiones: interactiva, cognitiva, social, estética"(p.15).

Aquí,  el narrar trasciende el texto con valor estético y entra al convivir de la vida cotidiana, hasta llegar a los relatos científicos, académicos o profesionales, hasta situarse en las conversaciones ordinarias, en textos de caracteres informativos y argumentativos. Para Matos Moquete, aquí la narración o el relato no se quedan atrapados en el acto de habla del sujeto en acción, sino que permite configurar y reconfigurar el perfil histórico-cultural de la sociedad y del propio sujeto al enunciar o al hacer uso de su lengua, para decirnos y para decirse.

Es en ese decir o en ese decirse que el Ser Humano, en su condición de sujeto-pensante, construye su saber, sus particularidades identitarias, sus mitos, sus universos reales y ficcionales, su filosofal, su saber y sus utopías.
Para Manuel Matos Moquete, la vida misma o el vivir, es un metarrrelato. Un contar que nos permite construir la memoria, la que puede trascender aquel estado de pasividad llamado muerte  que no es otra cosa que otro estado del sujeto en su narrar en una contextualidad distinta y distintiva, propia de las realidades intangibles del sujeto.

Aquí, el decir del sujeto, su relato, su enunciación,  debe transfigurarse en razonamiento crítico, en insatisfacción de quien dice o expresa, o de quien lee, ve o mira y escucha, hasta cuestionar o cuestionarse, en búsqueda de respuestas y planteamientos que conlleven a un razonar lo ya "razonado", como si su fin último fuese el construir una crítica a la crítica". Es lo que Matos Moquete llama "una metacrítica humanistica".

La gran pregunta surge ahora, en este ambiente visceral, propio del contexto actual de nuestro país, estamos realmente haciendo un ejercicio crítico-literario o se está, en la mayoría de los casos, comentando las obras que supuestamente se crítica, hasta llegar a la sentencia, como si fuésemos jueces?  y hasta se llega al "endiosamiento personal" de figuras por pura amistad, vínculos generacionales e ideológicos y hasta por pago de peajes, pervirtiendo así el quehacer del crítico literario en nuestro ámbito cultural nacional.
En su obra, "Narratividad del Saber Humanístico"(Soto Editora, R.D., 2018), el Dr. Manuel Matos Moquete (1944), sostiene que "La crítica es un gran saber Humanístico vinculado a la capacidad de razonar y valorar, mediante el cual el ser humano , se torna hacia sus propias creaciones con miradas escrutadoras e insatisfechas en búsqueda de perfección" (109). Matos Moquete resalta los vínculos de la crítica a la  "libre e insaciable naturaleza humana".

Esto implica que el ejercicio crítico, como oficio y/o como profesión, tiene lazos vinculantes con la libertad del sujeto y con el sentido ético del crítico literario.
Este investigador de la lengua y de la cultura, se apoya en la más razonable tradición crítica, sostenida en Latinoamérica, por autores como José Martí (1853-1895 ), Amado Alonso (1896-1952 ), Pedro Henríquez Ureña (1884-1946 ) y  Alfonso Reyes (1889-1959 ), entre otros.

Se acude aquí a una crítica-critica, o una metacrítica, desde la cual, el sentido del criterio, parafraseando a José Martí, permita entrar en un razonamiento o reconocimiento de las posibles lagunas o vacíos que pudiesen plasmarse en el discurso analítico del texto o de la obra, rechazando así, toda posibilidad que se siga aplicando una crítica sesgada, por no decir, viciada.

Hay aquí un principio básico de partida para el teorizar y para una pragmática en torno a la  crítica, basamentada en la teorética de una "crítica fundamental sobre lo fundamental". Esto, que de entrada nos suena como si fuese un trabalenguas, nos remite al compromiso ético que debe asumir el crítico en torno al estudio del texto y sus múltiples universos de sentidos. Es una apuesta al abordaje del texto como totalidad estético-discursivo y como espacio gráfico-simbólico cargado de sentidos.

De ahí  que  Matos Moquete acude al planteamiento metodológico de don Pedro Henríquez Ureña, de "leer las obras completas"(1933), sin parcelarlas o darles una ligera ojeada o simplemente mirarlas, porque eso se constituye en un acto de miseria humana y de irresponsabilidad crítica del mal llamado crítico.