El que un supuesto narcotraficante dominicano,  pedido en extradición por las autoridades estadounidenses, encabece un movimiento político de apoyo a un candidato presidencial, (con vallas oficiales del comando de campaña) es una muestra de la seguridad, apoyo e impunidad con que la delincuencia y los delincuentes, -sean estos de cuello blanco, morado o carmesí-andan por las calles, bares, locales partidarios, puticlubs o iglesias del país.

Aunque se dice que el apresamiento de Oscar Ezequiel Rodríguez Cruz tuvo que  ver más con la reciente visita del procurador fiscal de Estados Unidos que con cualquier acción de inteligencia local, el caso no deja de ser esclarecedor y alarmante, una especie de  striptease pero sin tetas, que es lo malo.

Pero el asunto es más grave. Muchísimo más grave. Hablamos de que en país, el narcotráfico, como los buenos equipos de futbol, juega  ya a dos bandas, con muchos pases cortos y precisos como el Barcelona. Por eso, el ciudadano Rodríguez Cruz apoyaba públicamente al candidato de oposición, pero al mismo tiempo recibía protección de miembros de las Fuerzas Armadas, y de otras agencias gubernamentales. (Y si no era suficiente, ahora Hipólito Mejía asegura tener en su poder un cheque del Banco Popular emitido por el señor como aporte a la campaña de Leonel Fernández en 2004.)

Al enterarse de que un miembro de las FF AA era seguridad y chofer del imputado, el ministro de las FF. AA. ha reaccionado rápida y contundentemente, pero no basta con la acción del Tte. Gral. Pérez Félix. Los demás también deben hacer su trabajo, despejar dudas. ¿Cuál oficial de la otra agencia le asignó a este cabo a Rodríguez Cruz, o cuál funcionario del ministerio al que estaba asignado hizo lo mismo? ¿O acaso el cabo trabajaba por libre y otros fumaban el cigarrillo?

A la reacción de la FF. AA. deben seguir otras acciones. Que cada quien se lama sus heridas y cante su canción.

Pero de todo el horror, la desfachatez y virulencia ética que este caso nos muestra, lo más importante es la muestra pública de lo evidente y mil veces denunciado, y voy a repetirme: En el país, los dominicanos todos y sobre todo la JCE, (Castaños Guzmán y Roberto Rosario merecen especial reconocimiento) más la mano amiga de gobiernos enllaves, hemos logrado espantar el fantasma del fraude al estilo de "doble padrón", desaparición de votos observados u "operación palito."

Ahora la tarea urgente es enfrentar dos monstruos que acechan los procesos electorales de nuestra democracia: la financiación ilegal de los partidos, (con especial énfasis en el narcotráfico, el lavado y el rentismo,y el uso y abuso de los recursos del Estado en las campañas. Para ambos problemas son fundamentales las modificaciones a Ley Electoral (aprobadas recientemente por el pleno de la JCE) y  la aprobación y promulgación de la Ley de Partidos.

Ahora que el PLD y el PRD andan enfrentados, echándose en cara sus malos amigos, si en verdad quieren aportar al adecentamiento de la única democracia que nos funciona, -la electoral-, deberían abandonar su cháchara politiquera y aprobar cuanto antes ambas piezas. De ellos depende.

Quieren pescar la credibilidad del elector, pero no quien mojarse algo más que la espalda ¿Comprende, comprende?