En El reino de este mundo de Alejo Carpentier, tanto Ti Noel como el buitre tienen la función de cerrar el discurso de la novela, así como también un período de la historia de Haití. En el penúltimo párrafo, se describe la devastación causada por la tormenta en la llanura y, después, se entenderá la relevancia de ésta con respecto al “buitre de la historia”. El viento verde no sólo borra los vestigios del viejo orden, sino también a Ti Noel, que se encontraba, al comienzo de ese párrafo, parado sobre una mesa. La desaparición del viejo orden y de Ti Noel se encuentran vinculados sintácticamente (“Aquella hora”, “aquel momento”).

Víctor Figueroa inscribe la aparición del buitre, al final de la novela, en el contexto de los estudios de ecocrítica. Según este crítico, el buitre enfatiza la conexión entre la naturaleza y lo sagrado, ya que el cuerpo del buitre forma una “cruz de plumas”, así como la visión de Ti Noel con respecto a la lucha por justicia entre los humanos, inseparable de la lucha por una relación más armoniosa con la naturaleza (58). Figueroa afirma que la imagen del buitre significa el “regreso a la naturaleza” de Ti Noel para combatir la opresión. (58) Concuerdo con Figueroa en cuanto a la vinculación del buitre, primero con la naturaleza, de la cual forma parte y, segundo, con lo divino. Si en el Talmut, el ángel es un mensajero de Dios, en la novela, el buitre lo es del Barón del Cementerio, loa de la muerte. En el buitre de la historia no hay redención posible, así como tampoco una concepción mesiánica de la historia, porque, en tanto participa de lo divino y lo natural, es la facies hippocratica de la historia.

Por su parte, Emma Speratti relaciona las alas en cruz del buitre con las “cucharas enmohecidas, puestas en cruz, para ahuyentar al barón Samedi [cuyo símbolo es una cruz negra], al barón Piquant, al barón La Croix y otros amos de Cementerios”, que como familia de los Guedé se relaciona con la muerte, al igual que el buitre (122). Speratti continúa explicando la presencia de buitres en la novela de Carpentier: “La presencia tan natural de los buitres durante los estragos de la conspiración del veneno y de la fiebre amarilla (113), buitres que podrían desplegar sus alas en forma de cruz como el del último capítulo (198), indica evidentemente el triunfo de la muerte sobre los opresores y sugiere con vehemencia una vinculación con los temibles y temidos Barones” (123). Difiero de Speratti en el sentido de que el triunfo de la muerte es sólo sobre los opresores. En el último párrafo, el buitre es apocalíptico; es una catástrofe no sólo de la naturaleza (“Pero, a la vuelta de un sendero, las plantas y los árboles parecieron secarse…” (119)), sino también de la historia, vinculada a la naturaleza.

 Más que mágico-maravilloso, el buitre de la novela de Carpentier es una alegoría barroca, así como el tan comentado ángel de la historia de Walter Benjamin. En el barroco, la alegoría es fundamental para representar una idea o un conjunto de ideas. A diferencia del símbolo, que va de lo abstracto a lo concreto, en la alegoría, el traslado de sentidos va de lo concreto a lo abstracto. Pienso, por ejemplo, en las famosas pinturas vanitas, que recordaban la fragilidad de la vida a partir de un cráneo que representa la muerte. En la alegoría, se puede encontrar la facies hipoccratica de la historia, el rostro lívido de la muerte (Mate 158). Según Vanessa Vidal, “Benjamin expone la alegoría barroca como modelo para concebir el arte como una unidad concreta de naturaleza e historia, de esencia y manifestación, forma y contenido” (200).

En la tesis de Benjamin, la tempestad empuja al ángel hacia el futuro: “Pero, soplando desde el Paraíso, una tempestad se enreda en sus alas, y es tan fuerte que el ángel no puede cerrarlas. Esta tempestad lo empuja incontenible hacia el futuro, al cual vuelve la espalda mientras el cúmulo de ruinas ante él va creciendo hasta el cielo (Citado por Mate 155). Tanto la tempestad de Benjamin como la de Carpentier representan el progreso y ambas dejan, a su paso, una catástrofe de muertes, un “sufrimiento eterno”, las ruinas del viejo orden y, de alguna manera. En El reino de este mundo es, de alguna manera, mítica, circular, porque arrasa con Bois Caimán, donde comenzó la Revolución. El ángel de Benjamin desea regresar al pasado para reconstruir la historia, pero el buitre de Carpentier es un ángel de la muerte que se alimenta de la carroña de la historia. En la tercera y última entrega de este artículo analizaré la relevancia del buitre de la historia en el contexto de lo real maravilloso y del período histórico en que vivió Carpentier, al momento de escribir esta novela.