La Real Academia Española define el nacionalcatolicismo como la “doctrina y práctica caracterizada por la estrecha relación entre el Estado y la Iglesia católica, y por la influencia de esta en la sociedad”. Pero como cualquier evento social, puede comprenderse mejor desde su raíz histórica y las relaciones sociales que estable. El escritor Stanley G. Payne describe el surgimiento del nacionalcatolicismo en España, como producto de la persecución de la religión y el clero durante la guerra civil española. Por tanto, el triunfo de los nacionales se tradujo en el triunfo del catolicismo, “que presidió un resurgir religioso de características casi fundamentalistas, sin parangón en cualquier otro país occidental europeo”.
Payne enumera las ventajas para la Iglesia Católica de lo que se empezó a llamar “con tono burlón” Nacional Catolicismo a finales de la década de los 60 y cuyas características “casi fundamentalistas”, no tenían similitud en ningún otro país occidental europeo. El autor enumera las ventajas que disfrutó la Iglesia Católica cuyo legado e influencia en el gobierno de la Santa Sede se manifiesta en la extensión del Opus Dei en todos los continentes y su papel destacado en el Vaticano. El nacionalcatolicismo español encuentra su mayor similitud en la República Dominicana desde el inicio del período Trujillista hasta nuestros días. Así cuantifica el autor la incidencia de la Iglesia Católica Romana durante la dictadura militar franquista española:
- Papel fundamental en la educación,
- disfrute de subsidios económicos y exenciones de impuestos,
- renovación y ampliación de los seminarios,
- infinitas posibilidades de hacer proselitismo y propaganda,
- poder para obligar jurídicamente a que se cumplan las normas católicas,
- acceso a procedimientos jurídicos específicos así como protección para el clero que estuviera acusado de violar las leyes civiles,
- aumento del número de seminaristas; entre 1954 y 1956 se ordenaron más de 1.000 sacerdotes por año.
- Surgimiento de una nueva y distintiva influencia católica del instituto secular Opus Dei, fundada por el aragonés José María Escrivá de Balaguer en 1928. En 1943 se reconoció como el primer instituto secular de la iglesia. En 1982 el Papa Juan Pablo II le otorgó el estatus de primera Prelatura personal de la Iglesia, el Opus Dei contaba con 72.000 miembros por todo el mundo.
Payne describe la misión del Opus como “la santificación del mundo secular y la forma de diseminar los valores espirituales de forma efectiva, como concibieron su fundador y sus cabecillas.” La estrategia es la de introducirse a través de las profesiones clave de la sociedad industrial: la enseñanza universitaria, los negocios, las finanzas y niveles de Alta Gerencia. El elevado número de Opus Dei en estas profesiones y su reserva sobre la pertenencia a la asociación, hizo que el Opus Dei adquiriera fama de elitista y de sociedad secreta.
Los ministerios de Justicia y Educación se reservaron para “los ultra católicos”, con el objetivo de que las normas religiosas se introdujeran en el sistema legal y el educativo. En la Organización Sindical se eligió un consejero eclesiástico de sindicatos en 1944 y se establecieron consejerías religiosas similares bajo otros ministerios e instituciones estatales, que terminarían convirtiéndose en una característica del siguiente cuarto de siglo.
Franco y Trujillo no solamente fueron buenos amigos. Escondieron sus crímenes y justificaron sus gobiernos de censura y terror con la imposición del nacionalcatolicismo, fenómeno que resucita el largo período de la Cristiandad, en que los funcionarios civiles y el clero católico en poco se diferenciaban. El Concordato Trujillista es la expresión tangible del nacionalcatolicismo vigente, razón por la cual lo presenté la semana pasada con detalles en esta columna.
El Concordato impone la influencia de la Iglesia Católica Romana en toda la sociedad, le proporciona financiamiento para sus actividades y todos los bienes inmobiliarios necesarios para su culto y difusión de mensajes en todo el territorio nacional, poniendo a su disposición todos los medios de comunicación del estado, y ofreciéndole privilegios jurídicos a sus religiosas, religiosos y sacerdotes que violen la ley. Después del golpe de estado de 1963, todos los gobiernos establecidos lo han respetado en violación de la Constitución. Ambos, la iglesia y el estado, mantienen fuera de los medios de comunicación sus complicidades en el manejo de la cosa pública.
Recientemente, la reacción de la Iglesia contra la campaña de educación sexual de Profamilia y contra la magistrada Eunice Minaya Peña, por cumplir su rol institucional y preservar los derechos inalienables de la ciudadanía, manifiestan la prepotencia de las autoridades eclesiásticas acostumbradas a imponer sus criterios sobre los poderes del estado como lo hicieron en septiembre del 2009 para reformar la Constitución y las leyes criminalizando el aborto bajo todas circunstancias.
Las declaraciones del Cardenal y sus voceros evidencian además los criterios homofóbicos y misóginos que impone el nacionalcatolicismo en el Sistema de Educación Pública al declarar en la introducción a la Ley Orgánica de Educación No. 66-97 que “Todo el sistema educativo dominicano se fundamenta en los principios cristianos evidenciados por el libro del Evangelio que aparece en el Escudo Nacional y en el lema "Dios, Patria y Libertad". No es casual, que siguiendo preceptos católicos, una de las mayores causas de deserción escolar de las niñas sea la expulsión del aula cuando salen embarazadas. Ni tampoco es casual que la iglesia intervenga para bloquear la educación sexual en la escuela.[1]
Los resabios del Cardenal y del Padre Luis Rosario nos indican que no filtrar la crudeza de sus vocabularios para insultar a quienes no aceptan sus dogmas. Así vemos como el Cardenal López Rodríguez calificó a las ONGs de “pandillas que andan repartiendo cuartos para hacer lo que le parece y que siga la fiesta, p´alante, cada uno por su lado”; con la implicación de que todos debemos de seguir sus orientaciones.
Otras “perlas” del Cardenal fueron destiladas al contestar su opinión sobre el matrimonio entre parejas del mismo sexo: “Ese no es el camino que Dios ha hecho. Hombre y mujer los creó, Génesis. Pero el mundo de hoy, que es un mundo de farsantes, comediantes, ignorantes y perversos que andan buscando que todas las cosas se hagan como les dé la gana”. (Debería evitar estas expresiones cuando se viste con falda larga, bordados de oro y sombrero reminiscente del KKK). Terminó la entrevista asegurando que él nunca aceptará que se apruebe el matrimonio homosexual en la República Dominicana: “Eso es una vagabundería. El que quiera vivir con otro macho que se vaya por su cuenta, pero que un Estado se rebaje, se ridiculice, se pervierta, dándole categoría de matrimonio a dos hombres o dos mujeres, jamás lo aceptaré”.[2]
Sobre los derechos sexuales y reproductivos, el Cardenal opina que “no son más que una tontería” y un “invento de gente sin principios”, además, califica la campaña de Profamilia de “desorden y vagabundería” haciendo un llamado a la ciudadanía para que no lo permitan. Nadie se extrañe que en las escuelas públicas dominicanas, donde se imponen los principios del Cardenal, niñas, niños y adolescentes sean privados de conocer sus derechos sexuales y reproductivos y de informarse correctamente sobre el funcionamiento de sus cuerpos y los medios para mantener la salud sexual y la seguridad de sus cuerpos libre de depredadores sexuales en su hogar, vecindario, escuela y sacristía.[3]
Por su parte, el Padre Luis Rosario le hace coro. Califica de “idiotez” la demanda de legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo y la adopción de niños. Rechaza la demanda con el argumento de que rebajaría a la sociedad y los valores, por aceptar esa “porquería”. Critica la sentencia a favor de Profamilia de la jueza de la Quinta Cámara Civil y Comercial, Eunice Minaya Pérez, porque permite que Profamilia “saque a la calle todo lo que piensa sin saber qué es bueno o malo”. Y califica a los que aprueban la sentencia, a cierta opinión pública que “es la que más grita y la que más ladra”,[4] sin darse cuenta de lo lejos que llegan sus ladridos.
Siempre he pensado, que nuestra condición de isla, crea una burbuja que nos aísla y bloquea el conocimiento que se crea del otro lado del océano. Solamente así se explica que el nacionalcatolicismo que los españoles de hoy critican y enfrentan con organizaciones dinámicas en cada provincia, en República Dominicana continúa desbocado. Eso explica que aparentemente el Cardenal y el Padre Rosario no se han enterado de que el Papa Francisco I dijo que se van al cielo los que hacen el bien, incluyendo a los ateos. Parece que el Cardenal tampoco se enteró que el Papa Juan Pablo II aprobó la teoría de la evolución de las especies.
El Cardenal y el Padre Rosario atacan a las mismas personas que el Papa Francisco I dice defender: las que hacen el bien sin necesidad de bautizar sus acciones con el nombre de Dios, o de creer en su existencia. Esto significa que vivir con Dios no depende de lo que decimos, o creamos, sino de lo que hacemos; contrario a las creencias del Padre Luis Rosario. Al ser entrevistado por Teleantillas después de la protesta que el Foro por un Estado Laico Eugenio María de Hostos organizara el 27 de febrero del 2013, declaró que el Foro buscaba crear una sociedad “laicista” y “sacar a Dios de la sociedad”.
Pero, tenemos que preguntarnos: ¿luchar por la institucionalidad del país y transparentar el uso de las finanzas públicas para combatir la corrupción y la impunidad implica sacar al dios del Padre Rosario de República Dominicana? Así sea. ¿Hacer respetar los derechos humanos de las mujeres y el derecho a no discriminación por razones de religión y de inclinación sexual, también significa sacar su dios? Amén. ¿Hacer respetar los derechos constitucionales violentados por los artículos del Concordato, significa desterrar a dios? Preparemos su equipaje.
Nuestro propósito final es separar el estado de todas las religiones. De esta manera, sin iglesias favoritas, el estado puede funcionar de acuerdo al orden constitucionalmente establecido. Y eso también es conveniente para todas las iglesias: podrán concentrarse en predicar el evangelio y hacer buenas obras sin la competencia de un estado aliado a su favorita. También será provechoso para los católicos que quieren reformar su iglesia, quitarse la carga política les aliviará el camino. con la nueva imagen de pobreza que su pontífice quiere presentar. En el Foro no nos metemos con los asuntos internos de ninguna Iglesia, pero protestamos cuando estas intentan controlar el campo político, educativo y económico de la nación. La Biblia en las iglesias, la Constitución en el Palacio, las Cortes, el Congreso, la Salud y la Escuela Pública.
En el Foro por un Estado Laico Eugenio María de Hostos planteamos un estado neutral ante las religiones, no un estado ateo. Planteamos la garantía de libertad de cultos y libertad de conciencia, donde ningún gobierno ni Iglesia pueda interferir para obligar a practicar religión alguna, o para obstaculizar que se practique la religión que cada cual quiera. No mienta Padre Rosario. Hemos sido claros en nuestras ponencias públicas y en entrevistas televisivas y radiales.
Padre Rosario, lo que usted defiende no es al dios de los pobres y los marginados. Este no necesita que usted ni nadie lo defienda y preferiría que el dinero del estado se use en Educación, Salud, saneamiento ambiental, agua potable en tuberías, electrificación, y calles y calzadas en los barrios marginados. Lo que usted defiende es la permanencia de la Iglesia Estatal con todos los privilegios que el Concordato le proporciona y con lujos que han incluido la construcción de un túnel privado para el Cardenal. No se vaya por la tangente para distraer y amenazar a las personas capaces de pensar por sí mismas. Diga lo que usted defiende: el poder que el dinero del pueblo y los privilegios de su iglesia le confieren.
Como ciudadanos y ciudadanas dominicanas tenemos que demandar transparencia a los funcionarios del Estado. La luz debe brillar sobre todas las transacciones con dinero de los contribuyentes, incluyendo la financiación a la Iglesia Católica. La ausencia de transparencia es ilegal, oportunista, irresponsable, contraria al ordenamiento constitucional, y contribuye al robo de los bienes públicos con impunidad. Es el principal factor que causa el peor ranking en corrupción gubernamental que la República Dominicana sostiene comparada con otras naciones del planeta. Es precisamente con el uso del dinero del pueblo donde la Iglesia Católica está dando el peor ejemplo a la ciudadanía. Y es el establecimiento del estado laico la única solución para cumplir los mandatos constitucionales de libertad de conciencia y de cultos, y de no discriminación por razón de género o religión.
[1] Ver mi Carta al MINERD al respecto: http://www.acento.com.do/index.php/blog/8877/78/Carta-abierta-a-la-direccion-del-Minerd.html
[2] http://www.acento.com.do/index.php/news/82182/56/Cardenal-El-mundo-de-hoy-es-de-farsantes-comediantes-ignorantes-y-perversos.html