Era una tarde de sábado.  El calor era moderado y el tiempo propicio para dedicarles “tiempo de calidad” a los niños.  Nos estacionamos en una zona del Parque Mirador en donde montar bicicletas fuera seguro para los mozuelos.  Tras haber correteado por espacio de hora y media, valía tomarse un descanso, bajo las sombras de los árboles.  Aún cargados de energía, los niños lograban inventar nuevas actividades, con pequeñas piedras y ramas.  Yo por mi parte, necesitada de un relevo, trataba de limitarles el radio de acción, para que no se apartaran de mi vista.  Otras familias estaban allí, haciendo lo mismo. Unas se iban y otras llegaban.  Por eso terminó sentándose cerca la mujer que he de mencionar en esta historia.  Su actitud era escandalosa. De inmediato se dio a notar queriéndose adueñar del territorio y voceando instrucciones al pobre de su hijo.

Digo pobre, por lo mal que ella lo trataba.  Para indicarle que le trajera la neverita portátil, le habló despectivamente.  “Es que tú no ves?, ¡muchacho del *#$%&*!, trae esa vaina para acá!!!  Es aquí donde me quiero sentar y quiero mis “frías” al ‘lao.  (Frías:  Indicativo de Cervezas)  Cuando por fin se acomodó, empezó a criticarlo por todo lo que intentaba hacer.  Se supone que allí tendría libertad para correr, jugar con alguna pelota o montar bicicleta.  Más no acorde a la madre, ella lo frenó en el acto: Mira buen *———*,  ’pa dónde tú vas?  Ven ‘pa acá a beber.  –Le indicó con actitud casi militar.  Mami –le dijo el muchacho- tú sabes que a mí no me gusta la cerveza –en un tono casi de ruego y sumisión.  La mujer, lejos de desistir, vociferó por esa boca cuantos epítetos y vulgaridades pudo, hundiendo al niño, que no pasaba de 11 años, en el pozo del convencimiento de que era inadecuado, inservible y un bueno para nada; todo porque se negaba a beber.  Ven aquí, agarra una cerveza y bébetela!Pa’ que aprendas a ser hombre!-le dijo con tal gesto cual si ella, por sobretodo criterio educacional, poseyera la mejor y más eficaz herramienta para darle una buena instrucción.  El niño la miró con lágrimas en los ojos, sabiendo que sería severamente penalizado, por resistirse al trago alcohólico.  Todos los que estábamos allí vimos el hecho con espanto y horror.  Quienes se atrevieran a interceder por el niño, y contradecirla en su inmoralidad educativa, se llevaba una dosis de insultos.  Todo aquello me asqueó a tal punto, que preferí interrumpir mi descanso e irme.  De todos modos, la presencia de aquella mujer trajo motivos para estresarse.  Ya no tenía sentido permanecer allí.

De haber podido, le habría quitado el muchacho para siempre a esa inadecuada madre.   Y si bien es cierto que todos cometemos errores en la desafiante tarea del criar, no es menos cierto que aquellos padres que pisotean la autoestima y personalidad de sus hijos, a cada segundo de sus vidas, y encima les inculcan malos hábitos y vicios, deliberadamente, deberían ser penalizados.  Tristemente no sé quién sea aquel niño, el cual debe ser un joven ya, ni qué destino las presiones y los calificativos lo hayan hecho coger.  Pero el que entre otras cosas, lo hayan llamado “Burro” de alguna manera se me tejió el recuerdo con el mensaje que escuché recientemente.

¿Te has preguntado, -decía el Predicador-  en medio de tu aflicción, si Dios se acuerda de ti y de lo grande que es tu problema?  ¿Tu mente dice: a nadie le importo, ni siquiera a Dios!?   Cuando Jesús iba hacia la cruz, -seguía diciendo el Predicador- porque sabía que eso le pasaría al llegar a Jerusalén, miren lo que hizo, leyendo Lucas 19: 29-36Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos,diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo.Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. Y a su paso tendían sus mantos por el camino.

Entonces, -continuó el predicador con un énfasis marcado-  Dios hecho hombre, Jesús, cuando iba de camino a culminar su misión, morir por ti y por mí, por todos nosotros, se detuvo y se acordó de un burro!  Sí, de un ser considerado inferior, el cual toda su vida había estado atado, junto a su madre, la burra de un árbol, en medio de dos caminos.  Y Él sin haber ido a aquella aldea, sabía que no lo habían montado ¿sería un bueno para nada?  Tal vez para su dueño, tal vez para el resto del mundo, pero para Dios, el burrito quedaría registrado en la historia, como el ser que llevó en sus lomos al más grande Rey y Ser Humano-Divino que jamás haya pisado esta tierra, la cual es creación suya!  Y si Dios se detiene para acordarse de un burro, desatarlo, y darle una misión nueva en su vida, un valor como ningún otro!!!   -decía cargado de entusiasmo entre los gritos eufóricos del público- mucho más se va a acordar de ti, de tu situación y va a impregnarte del valor que Él, tu Creador, dice que ve en ti.  Así que no piensesque no vales nada, o que eres menos que un burro, porque Dios es quien de ti dicela última palabra, te desata de todo lo que te ata y es a Él, sólo a Él a quien debes creer.

Ese valioso mensaje nos sirve y cae bien a todos, pero yo, en un acto de fe, ruego a Jesús, que llegue a los oídos de aquel niño de ojitos aguados, que a sus 11 años ya era todo un hombre, por resistirse a convertirse en un alcohólico, y estar dispuesto a ser castigado, por no obedecer una mala dirección, aunque haya venido de su propia madre.

Oro para que muchos hombres como él, resistan los vicios y demuestren su “hombría” como Dios manda, a la semejanza de Jesucristo.

Proverbios 20:6Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?

¡Bendiciones!