A nadie le gustaría que lo consideren una pieza de museo. Ese calificativo evoca la connotación de que se está viejo y desfasado, relegado a un sitial de dudosa contemplación. Sin embargo, los museos en sí mismos son por lo general grandes atracciones, especialmente para visitantes extranjeros. Por su importancia en la satisfacción de las expectativas del visitante extranjero, nos debe entonces importar la situación de los museos que engalanan a la Ciudad Primada de América. Hay indicios de que su pundonorosa misión no se está cumpliendo porque ni su gestión ni su ubicación están racionalizadas.
El Consejo Internacional de Museos define al museo como ¨una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio, educación y recreo.¨ Tanto al nacional como al extranjero le resulta útil y conveniente tener los perfiles de una temática encapsulados en un solo sitio. (Ver los mejores 25 del mundo: www.tripadvisor.com/TravelersChoice-Museums). Para los turistas extranjeros, su misión más importante es la exhibición. Los contenidos desarrollan conocimientos y suculentos retozos en el imaginario del visitante. Sin duda, un museo enriquece porque exige cogitación e interacción.
Existen numerosos tipos de museos. Los más comunes son los de arte, antropología, arqueología, arquitectura, pintura y escultura, etnografía, ciencias naturales, científico-tecnológico, militar, marítimo y naval y musical. Según TripAdvisor, el portal turístico mejor informado, en el país existen 53 museos, de los cuales 28 son especializados, 14 son de historia y11 son de arte. En Santo Domingo hay unas dos docenas, la gran mayoría concentrada en el Centro Historico. De los cuatro museos de la Plaza de la Cultura (Historia y Geografía, Hombre Dominicano, Historia Natural, Arte Moderno), la mitad están cerrados. Porque el portal del Ministerio de Cultura no tiene información actualizada sobre los museos estatales se deduce que hay mucha desatención.
En el caso de Santo Domingo los museos resultan ser cruciales para la visitación turística actual y futura. Su protagónico rol se desprende de dos situaciones especiales. La primera tiene que ver con que del estimado millón de extranjeros que visitaron Santo Domingo el pasado año, unos 600,000 provinieron mayormente de Bavaro-Punta Cana y de los cruceros que anclan en la ciudad. Estos últimos concentran su visita en el Centro Histórico y son pocos los que se aventuran fuera de ella, por lo que la veintena de museos del recinto juega ya un papel crucial. Para el 2915 MITUR reportó que los museos Alcázar de Colón, Casas Reales, Fortaleza Ozama y Casa del Tostado (o Museo de la Familia Dominicana) ingresaron RD$16,784,200.
La segunda es que esa concentración en el Centro Histórico no va acorde con los objetivos generales de la política turística, la cual busca lograr una más amplia distribución de los beneficios del turismo. Si bien se admite que el Centro Histórico es uno de los atractivos turísticos principales, al país le interesa que los extranjeros conozcan la ciudad capital entera, tanto porque así se formaran una imagen más completa de lo que somos como por las razones económicas citadas. Como distribuir mejor ese flujo de visitantes para que abarque otras partes de la ciudad es un reto fundamental de la política turística.
Ese reto de distribución será difícil de enfrentar mientras siga prevaleciendo el ¨todo incluido¨ en los resorts de playa. Porque esos paquetes vacacionales no permiten la pernoctación en la ciudad y los barcos cruceros no permanecen más de un día (excepto por las operaciones de ¨home port¨), la visita al Centro Histórico está limitada a unas cinco horas. De ahí que los atractivos del recinto seguirán absorbiendo la corta estadía. Solo cuando en el largo plazo haya un ingreso importante de visitantes de convenciones –para lo cual se requiere un gran Centro de Convenciones—se podría pensar que esa situación variaría. Al pernoctar, estos últimos visitaran el Centro Historico pero no se limitaran a él.
La mejor evidencia de que los extranjeros no se derraman en la ciudad es que no se ofrecen las excursiones de ¨City Tour¨, como en las grandes ciudades del mundo. Esto se debe a que el atractivo del Centro Histórico supersede a todo lo demás que podría ofrecer la ciudad y a que la corta estadía de los visitantes obliga a que se concentren en el recinto. Algunos podrían pensar que el Malecón debería llenarse de turistas, pero debido a que los visitantes actuales provienen de los resorts de playa y de los cruceros no se origina un interés marcado en el mar. El Malecón apenas atrae a los que pernoctan por razones de negocio, pero las condiciones de seguridad e higiene restan viabilidad a sus paseos.
En verdad el único recurso que podría sacar a los turistas actuales del Centro Histórico por un buen rato es la Plaza de la Cultura. Además de que ofrece un entorno agradable y distendido, capaz de conquistar el solaz de los visitantes, tiene museos importantes. Pero de los cuatro museos que ofrece, los de Historia Natural y Arte Moderno podrían no ser tan atractivos para los extranjeros porque ellos tienen de ese tipo en sus países de origen. Y paradójicamente, los dos que podrían interesarles más –Historia y Geografía y Hombre Dominicano—están cerrados.
Sera necesario, por tanto, hacer un plan para revitalizar la Plaza y sus museos, además de crear allí otros atractivos. Ahora que se rumora que el Ministerio de Cultura dispondrá de fondos para eso el próximo año, sin embargo, es preciso elaborar un plan que se enfoque no solo en la imbricación del Centro Histórico con la Plaza sino también que racionalice la localización y gestión de los museos teniendo como objetivo último la derrama de la visitación extranjera en la ciudad.
A riesgo de parecer sacrílego, algunas de las relocalizaciones entre la Plaza y el Centro Histórico podrían ser las siguientes. El Panteón de la Patria se mudaría al Museo de Arte Moderno para acercarlo al Museo del Hombre Dominicano. Por la obvia afinidad, a este último se le habilitarían sendas secciones para acoger al Museo de la Resistencia y al Museo de la Dignidad. La colección de Arte Moderno se mudaría al Museo Policial y en el Museo Trampolín se concentrarían los del ron y el chocolate. Los museos de Historia Natural y de Historia y Geografía se fusionarían en uno solo y el Museo Subacuático se mudaría al edificio de la Plaza que quedaría vacío. El Centro Cultural de las Telecomunicaciones se sacaría del Centro Histórico y se pondría en el antiguo Teatro Agua y Luz, el cual ha quedado liberado de sus concesionarios en el mes pasado.
Estas son solo algunas ideas y de seguro que resultaran controversiales. Su mérito principal, sin embargo, es retar la actual desidia existente sobre los museos y su rol de atractivos turísticos. El fin último, obviamente, sería el de conseguir ayuntar la Plaza de la Cultura con el Centro Histórico, tal vez habilitando medios de transporte que hagan más fácil el traslado entre uno y otro lugar. (No debe descartarse inclusive la conexión subterránea del Metro entre la estación del Teatro Nacional con el Parque Independencia.) Eso no solo traería turistas extranjeros a la Plaza de la Cultura sino también nacionales al Centro Histórico, siendo esto último tan deseable como lo primero. Los ministerios de Cultura y Turismo tienen la palabra.