Deplorables. Vergonzosas. Paupérrimas. Son apenas algunas de las palabras a las que se podría recurrir cuando trata uno de definir las condiciones en las que se encuentran y son gestionadas las instalaciones públicas que manejan bienes y actividades culturales en el país. Siendo más específico, me deboreferir, como cosa urgente, a los museos y galerías, con especial atención en la Galería Nacional de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno.
No se entiende cual es el concepto o criterio que se tiene al manejar esas instituciones. Si asistes a un evento donde participa alguna de nuestras autoridades de cultura, y hablo de la gestión pasada y la actual, escucharás unos discursos, promesas y disposiciones que nunca ves ejecutadas. Se dice en el patio que hay que dar un tiempo prudente, por lo menos de cien días, a los nuevos funcionarios de las dependencias estatales, y quizás debamos hacerlo; pero es necesario hacer un llamado de atención anteesta situación asqueante.
Esta semana varios allegados y yo intentamos visitar otra vez la exposición “Dalí ilustrando genios: La Divina Comedia”, instalada en la Galería Nacional de Bellas Artes con el auspicio de la Embajada de España y su Centro Cultural, a propósito de celebrar sus acostumbradas Semanas de España, y nos fue imposible. ¿La razón? La exposición, una muestra de cien trabajos del genio español sobre la obra cumbre de Dante Alighieri, tuvo que ser desmontada porque con las lluvias recientes la sala se inundó de agua. Sus custodios, los ya mencionados, no tuvieron otra opción que desmontarla “hasta que se resuelva la situación”, según constaté en mis indagaciones. Una vergüenza nacional. Señores, estamos hablando de la sala expositiva que se supone es la más importante del país.
Los cien grabados de Dalí estaban pautados para durar en exhibición hasta mediados de noviembre y ha tenido que ser retirada antes de la fecha, tercer fin de semana de octubre, y las actividades socioculturales en torno a ella “pospuestas hasta nuevo aviso”. En nuestra mayor sala de exposiciones. Una muestra inaugurada con las palabras elocuentes de nuestro nuevo ministro de cultura, el Sr. Pedro Vergés, y la directora de la galería, la Sra. Marianne de Tolentino. Toda una noche de arengas y promesas de impulso a la producción cultural y el estrechamiento de los lazos con la “Madre Patria” a través de las expresiones artísticas e intelectuales de ambas naciones. Estuve ahí. Colaboré con la exposición escribiendo textos de sala, comisionado por el Centro Cultural de España. Un panorama muy bonito y prometedor, a juzgar por el ambiente y las palabras de los altos funcionarios allí presentes. Unos días después, sucede lo que narro;debiendo procederse con urgencia a retirar las obras que, por suerte y por el enmarcado, no sufrieron mayores daños que un empape exterior.
Hace poco más de un mes, en el marco de la exposición “Zonas Grises. Matices de la urbe en la era global”, una colectiva en la que artistas colombianos y dominicanos establecen diálogo, coordinada y curada por el Museo de Antioquia, Colombia, y el Centro León de Santiago, donde se instaló, coordinamos hacer una visita al Museo de Arte Moderno con uno de los artistas colombianos que participaba en la muestra, Fredy Alzate Gómez, y en particular ver unaretrospectiva del artista dominicano Miguel Ramírez que albergaba el museo. Acordamos con Ramírez, que gentilmente nos ofreció una visita guiada, juntarnos un sábado a las 10.00a.m. y ahí estábamos;Alzate, Ramírez, la arquitecta y curadora de arte Yina Jiménez Suriel y mi persona. ¡Sorpresa!Los empleados del museo nos hicieron saber que no había luz y no se podría apreciar la exposición. Uno de ellos sugirió “volver a medio día”, porque dudaba que haya energía antes de esa hora. No podíamos esperar, Fredy debía regresar a Colombia en la tarde. Esperamos una hora y nada. Miguel Ramírez sugirió subir así y entramos a ver la exposición ¡Con los focos de nuestros celulares! Una vergüenza mayúscula.
Y les narro solo dos situaciones de las que he sido testigo. Constantemente sé de procesos, montajes y eventos que son pospuestos y afectados por causas similares. Goteras y techos chorreantes, pésima iluminación por falta de bombillas, museos con años cerrados, programas culturales clausurados… Constantemente.
Todo esto se vuelve inducción al vómito y a la rabia cuando tienes una idea de cómo se manejan los presupuestos de los ministerios dominicanos. Cuando te enteras de actividades de poca monta en las que se derrocha un dineral. Cuando ves la nómina del Ministerio de Cultura y encuentras sueldos y nombramientos que te dan vértigo (revisando la de la anterior gestión). Cuando ves notas de prensa anunciando inversiones en asuntos de menor importancia como si el orden de prioridades fuera establecido por un adolescente antojadizo.Hechos rastreables en la prensa nacional y harto debatidos en las redes sociales. Horror y vergüenza.
Quizás deba dar la tregua deloscien días al muevo ministro, quizás (y hablo en calidad de simple ciudadano consumidor de bienes culturales); pero no se la daré sin insistir en esto. Sin recordarle, porque esto lo sabe muy bien, cómo y dónde debe empezar a ordenar la casa. Yo puedo hablar de estos dos casos, por estar ligado a las artes visuales, pero son muchos los que se pueden enumerar y que son medidor preciso del estado de abandono y pésima gestión en la que se encuentran nuestras instituciones culturales.
¿Dije gestión? Quizás eso sea lo que menos ocurra en algunas de esas dependencias donde, siendo claro que en muchos casos son utilizadas para pagar cuotas políticas, se nombra personalidades ligadas a la cultura nacional (poetas, escritores, artistas…) que son muy buenos en su quehacer artístico e intelectual, pero que no saben ni papa de gestión cultural y menos de la cosa pública. La cultura, ese complejo conjunto de manifestaciones que son reflejo de la identidad nacional, necesita ser bien gestionada. Necesita no ser vista como sector de menor importancia y colocada en los últimos renglones del presupuesto nacional. Necesita de administradores serios y comprometidos. Ahí dos dependencias puntuales y relevantes por dóndeempezar, de una vez por todas, para ver si salimos alguna vez de este mierdero en el que estamos metidos. ¡Caray!