En la Vega, hasta la propia plazoleta de la catedral huele a carnaval.  Es una pasión indetenible, colectiva.  Es un orgullo local, es una expresión artística-cultural de creatividad e identidad. Es la sublimación de la cotidianidad.  ¡El carnaval en La Vega, es una locura-catarsis, es una locura que cura!

Durante todos estos años, he presenciado la elaboración de múltiples trajes así como de  máscaras, siendo testigo cuando la magia del barro rústico se convertía en una realidad abrazada por la fantasía.  Era la proliferación de la artesanía popular, expresada en obras de arte que se desvanecían al finalizar la temporada de carnaval. ¡Su duración era tristemente episódica!  Por eso, mi angustia no desaparecía con los días, pensando en el desperdicio y lo transitorio de aquel esfuerzo, en el destino de esas obras de arte, de lo imaginario-popular, que habían llevado horas y horas de creatividad, de gastos, de sueños, de angustias  y de alegrías. Pensaba en los sentimientos y las emociones frustradas de esos artistas, entre estos puedo recordar los trabajos del maestro Felipe Abreu, Winston de Oleo, el elocuente Bule, el Chino,  Ángelo y  Cayoya, al ver lo efímeras de sus inspiradas obras.

Por eso, hace más de veinticinco años, luego de mi primera visita al carnaval vegano, escribí un artículo para el periódico Ultima Hora, motivando la importancia de construir un museo del carnaval vegano, a fin de preservar todo el despliegue de aquellos trajes y máscaras que constituían un extraordinario patrimonio del arte popular vegano.

Aquel añorado museo, con el paso del tiempo, se convirtió en un sueño de todos los que valoramos la creatividad e identidad del carnaval vegano. El Ingeniero Cesar Arturo Abreu,  el historiador Hugo Estrella y quien suscribe Dagoberto Tejeda, en el libro “Interrogantes del Carnaval Vegano: Tres Versiones, año 2011”, expusimos nuestra visión de lo que debía llegar a ser este museo de carnaval.

El museo se hizo realidad, gracias a la persistencia de los mismos pobladores veganos,   logrando el respaldo del gobierno dominicano; reconstruyendo el histórico y monumental Palacio de Don Zoilo, joya arquitectónica y símbolo de la arquitectura vegana.  Su recuperación es tan importante y trascendente como el museo mismo. Tal parecería que ambos esperaban conjugarse, en este prodigioso encuentro. ¡Es un monumento de una belleza épica y extraordinariamente impresionante!

El pasado sábado 24 de este mes, mi sueño de ver materializado aquel museo, se hizo realidad. Me encontré en este Palacio-Museo con Cesar Arturo Abreu, Yanio Concepción, Cayoya y la Directora del museo, la Lic. Cinthya Acevedo.  Durante aquel recorrido por sus nueve salas y áreas exteriores, finalmente descubrí un sueño colectivo convertido en realidad.   Mis expectativas  quedaron enanas ante la magnitud de este esfuerzo titánico de quijotes. Es un aporte histórico trascendente que resalta a la Culta y Olímpica Ciudad de la Vega.  ¡Extraordinario! ¡Es un trabajo de un grupo de veganos amantes del carnaval, de su pueblo y del país!

Estoy  más que convencido, de que este Palacio-Museo, con su visión histórica-pedagógica-educativa, es un centro que tendrá una incidencia determinante y positiva en el desarrollo del Carnaval Vegano, el cual, es un ejemplo de creatividad e identidad; en una redimensión visual-conceptual-educativa sobre el carnaval, tanto para los visitantes nacionales, como para el turismo que les visita.

El Museo del Carnaval  Vegano es un verdadero patrimonio cultural, no solo de la Vega, sino del país. Es ejemplo de revalorización del arte y la cultura popular;  la máxima manifestación de amor por todo un pueblo,  de preservación  de su identidad, de orgullo de sus tradiciones y de la lucha contra el olvido.

En una fase tan importante del proceso electoral, es necesario que la sociedad civil y sus instituciones elaboraren propuestas a los candidatos locales: Senadores, Diputados, Alcaldes, Regidores, etc., para la elaboración de proyectos fundamentales que respalden nuestros patrimonios culturales, fomentando el desarrollo de La Vega y del país. Esto es importante para que los mismos se empoderen y sobre todo que se comprometan a no olvidar a este centro cultural, que ha pasado a tener una incidencia determinante en el desarrollo global de La Vega.

Creo que el Museo de Carnaval de La Vega, es un espacio prioritario.  Es un patrimonio artístico-cultural para fortalecer la manifestación formativa más importante del pueblo; en dicho escenario, participan todos los veganos, afianzando su identidad, aumentando su orgullo y su dominicanidad.

He tenido la gran oportunidad de conocer varios museos de carnaval en diversos países.  A nivel nacional puedo asegurar, que este Museo del Carnaval Vegano es un ejemplo a seguir a nivel local;  a nivel internacional, es un modelo admirable en todos los aspectos de su modalidad. Este museo del Carnaval Vegano es el más impactante y extraordinario que he visto en su área.  Es por esta razón, por lo que su vigencia debe  trascender y garantizar su existencia dignamente.

Ha sido una lamentable tradición, el hecho de que en pasadas gestiones de algunas  alcaldías y gobiernos, tan solo se inauguran los locales, los que luego se asume como una misión cumplida.  No es así, la inauguración es tan solo el primer paso de la vida útil de cada patrimonio monumental.  Más allá de esta primera entrega,  está el compromiso de dar seguimiento. Se necesita la consecución de una logística y un apoyo para el desarrollo de sus múltiples actividades. El contenido de los museos no es estático, estos se van enriqueciendo, se van transformando y se van perfeccionando, en un proceso creativo de criticidad. 

Lo fundamental de un museo, no es solamente la magnitud del local o la cantidad de piezas exhibidas y mucho menos ser un almacén valioso de cosas viejas e inertes. Tampoco es un cajón de fósiles, sin importar su diversidad de colores. Todo lo contrario, tiene que ser armónico y contener el pasado y el presente cultural, a fin de mostrar una visión dialéctica de la realidad.  En este sentido, no es solo que los visitantes puedan apreciar la magnitud de las máscaras y los trajes, sino que pueda ver en ese contexto, como se elaboran y que estos puedan ser adquiridos por los interesados.

Lo que define a un museo moderno, su razón de ser, son sus actividades pedagógicas-educativas; su misión de luchar contra el olvido, de ser conciencia local,  de sus responsabilidades permanentes de investigación, de formación, de divulgación, de ser un centro de documentación y de apoyar a los protagonistas barriales del carnaval,  la manifestación más importante de la cultura popular de la Vega y del país.

Los museos son centros vivos, espacios-santuarios, semidivinos, llenos de energías positivas, cuya vigencia le dice que no al olvido. Por eso, sus piezas son expresiones   en movimiento, con música y sonido, que solo aprecian los apasionados de la vida, los amantes de la cultura, los que sueñan con la magia y fantasía creativa del pueblo.

¡Aunemos esfuerzos todos  para la preservación de este museo patrimonio nacional!

¡Bravo por el Museo de Carnaval de La Vega, una joya artística-cultural para la Historia!