¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos?
Eduardo Galeano
Un breve repaso de la historia de las civilizaciones nos revela cómo ésta fue escrita entre la fragua del conflicto y las disputas; cómo las guerras, invasiones y conquistas en nombre del poder, la religión o la autodefensa dieron origen a los ejércitos, a las armas y a instrumentos de protección bélica de toda índole. Entre los últimos se encuentran las murallas; paredes de contención erigidas a fin de proteger regiones o pueblos amenazados. Con toda probabilidad una de las primeras en levantarse fue el muro de Adriano, emperador romano de turno entre los años 122 y 132. Hecho de piedra y con cinco metros de altura este muro cobijaba 18 mil soldados en sus 117 kilómetros de extensión listos a repeler los caledonios nórdicos deseosos de invadir a Britania, última frontera del imperio.
Sin embargo, el más conocido de todos los muros sobre la faz de la tierra, "el único objeto construido por el hombre que es observable desde la atmósfera" de acuerdo con la NASA, es la Gran muralla china; esta obra fue ordenada por el emperador Qin 200 años aC a fin de defender la población contra las invasiones de los nómadas provenientes de Mongolia y Manchuria. Centenares de miles de trabajadores murieron durante los varios siglos de construcción de esta monumental pared de seis mil kilómetros de longitud declarada por la UNESCO Patrimonio de la humanidad.
Hoy, en plena modernidad y en pleno apogeo de la "civilización" occidental, parecería que ante la ausencia de amenazas barbáricas "primitivescas" y ante el sofisticado desarrollo armamentista de las potencias europeas, Estados Unidos e Israel, los muros de protección se han convertido en instrumentos obsoletos. Es decir, los complejos sistemas de satélite y radares computarizados son más que capaces de detectar y detener invasiones o ataques de índole convencional sin requerir un mayor esfuerzo (no olvidemos que desde hace años el cielo está lleno de armas muy similares a las que aparecen en cualquier película de ciencia ficción, incluyendo el Sistema de Star Wars desarrollado por Ronald Reagan ). Mas la historia de los últimos 50 años paradójicamente demuestra que los muros son hoy más "relevantes" que nunca; o quizás más vergonzozos que nunca.
Consideremos a título de ejemplo el Muro de Berlín, una edificación diseñada única y exclusivamente como resultado de una disputa de índole ideológico en la Alemania dividida tras la Segunda Guerra Mundial. No fue éste un muro protector contra acciones armadas sino un detente físico impuesto entre dos naciones de habitantes atrapados bajo el temblor de la Guerra Fría. Su destrucción fue también el resultado de sacudidas ideológicas, tal como ha anotado Eduardo Galeano: "El muro no cae solo. Con el muro se derrumban los regímenes que empezaron anunciando la dictadura de los proletarios y terminaron ejerciendo la dictadura de los funcionarios".
La pared de 700 kilómetros de extensión y diez metros de altura iniciada por el gobierno israelí de Ariel Sharon en 2003 a fin de separar su país de los territorios palestinos de Cisjordania, constituye por igual otro ejemplo de verguenza; verguenza porque simbólica y concretamente ella aplasta y humilla a los palestinos sometidos por muchas décadas a las más brutales e infames vejaciones. Y de esto se ha hecho eco el propio Vargas Llosa: "Creo que (…) la sistemática destrucción de la sociedad palestina desarticulándola, cuadriculándola con muros, barreras, inspecciones, expropiaciones y reduciendo cada vez más su espacio vital mediante el avance de las colonias de extremistas fanáticos empeñados en resucitar el Israel bíblico, son políticas suicidas." Y como sabemos, hoy continúan intactas esas políticas.
Entendemos que los muros pudieran ser además barreras de carácter virtual, que no abstracto, pero sí poderosamente simbólicas; porque las limitaciones, imposiciones y falta de oportunidades que afectan a la gran mayoría de la humanidad privada de los básicos derechos de salud, vivienda y educación, son obstáculos que ostentan más poder que el hierro, el cemento o el ladrillo. Estas son paredes que han dividido el mundo en la ya archiconocida ecuación de los indignados: el 1 por ciento vs. el 99. Mas hoy nos interesa comentar sobre otro muro real interpuesto entre naciones vecinas; no el que separa las dos Coreas ni a Pakistán de la India; tampoco el que contiene la migración africana hacia Europa edificado entre Ceuta y Melilla. Hablo de los mil kilómetros de concreto que separan el borde estadounidense de México.
Millones de indocumentados atraviesan desde México el territorio norteamericano tras haber sido echados de sus países por la pobreza y las endémicas necesidades materiales; entre esa fuerza laboral casi fundamental para el desenvolvimiento económico de muchos estados de la Unión, jamás ha sido apresado un terrorista. Cabe indicar que sin lugar a dudas la seguridad fronteriza y la regularización de las políticas respecto a los inmigrantes son un legítimo derecho de cualquier país; lo que resulta cuesta arriba es el cacareo y la nauseabunda retórica de la ultraderecha norteamericana representada en el Tea Party y los candidatos presidenciales del Partido Republicano quienes armados de una xenofobia incomprensible, están convencidos de que paredes y dispositivos electrónicos garantizarán "la seguridad" de la frontera estadounidense. Personajes como la Senadora estatal Michele Backmann o el Gobernador tejano Rick Perry encarnan este asunto con un insólito lenguaje racista poco visto en la historia de las campañas electorales de ese país. Y es precisamente Perry quien según las encuestas ha sido desplazado por Herman Cain, un casi desconocido negociante afroamericano que vocifera un discurso mucho más conservador que el propio gobernador.
En su edición del 16 de octubre del año en curso el diario The New York Times reseñó unas declaraciones de Cain mientras hacía campaña en el estado de Iowa catalogándolas como "unas de las más "fuertes" emitidas sobre el tema hasta el momento". Cain expresó que a fin de detener el flujo ilegal a través de la frontera él "construiría una pared electrificada de alto voltaje capaz de electrocutar aquellos que intenten cruzar"; y que de ser necesario "utilizaría tropas militares contra los invasores portadoras de fusiles y balas de verdad".
A fin de poner estas declaraciones en contexto, recordemos que afortunadamente cada día crece la oposición política y de opinión pública contra la pena de muerte en los Estados Unidos; muy pocos violadores y asesinos son hoy electrocutados o envenenados. Sin embargo, parecería que para el posible candidato presidencial Herman Cain, la vida de los pobres que cruzan la frontera vale mucho menos que la de aquellos criminales. Y aún más, parece haber olvidado Cain el pensamiento de Martin Luther King que invocaba no sólo el derecho y la dignidad de la población negra estadounidense, sino el precepto de que todos los hombres fueron creados iguales.