Murió en el condado del Bronx, de la ciudad de New York, Estados Unidos de América, el 8 de abril de 2006, la incansable trabajadora y madre ejemplar, doña Ignacia Cabrera López, a la edad de 81 Años.

Su cadáver fue traído a la ciudad de Puerto Plata, el Jueves Santo 13 de abril y sepultada al otro día Viernes Santo, a las 11: 00 A. M.,  en el cementerio de municipal de dicha ciudad.

Su muerte dejó un vacío entre sus familiares y amigos, tanto en New York, donde residía desde hacía muchos años y así como también, en la ciudad donde vio la luz por vez primera, Puerto Plata.

Doña Ignacia Cabrera desde muy joven se vio precisada a dedicarse al trabajo productivo como trilladora de café, debido a los pocos recursos económicos de sus padres.

Era una persona de excelente trato, afable y cariñosa con las demás.

En los diferentes sitios donde vivió en la ciudad de Puerto Plata, estrechó lazos de amistad. Sus vecinos sentían admiración y respeto hacia su persona.

No le hizo daño a nadie en su vida. Vivió apegada su entorno familiar. Fue una consejera y amiga de sus hijos.

Les inculcó a sus hijos el amor al prójimo y ser honesto en sus actividades en donde laboren como trabajadores.

Doña Ignacia Cabrera fue muy admirada y respetada en New York y así como en Puerto Plata por sus familiares, amigos y allegados.

Vivió para servir a los demás. Era muy creyente en Dios. Sus hijos y demás familiares le quisieron con amor y cariño.

Ignacia Cabrera López nació en el sector de Playa Oeste, de la ciudad de Puerto Plata, el 31 de agosto de 1924, hija de los señores: Mateo Cabrera y Eufemia López.

La pareja Cabrera—López, además, procreó los hijos: Casimira (murió), Mariana (fallecida), Asunción (murió), José (murió), María, Marcelina, Tiolo y Chabita. En aquel sector se crió y desarrolló.

Apenas aprendió las primeras letras y tuvo que dedicarse a trabajar desde muy joven.

Desde que era una jovencito se dedicó al trabajo productivo como trilladora de café en los almacenes de las compañías: Exportadora, Munné, Bordas y Paiewonsky, de ésta ciudad de Puerto Plata.

Después del ajusticiamiento del dictador Trujillo en 1961, participó doña Ignacia Cabrera y las demás mujeres, en los cursos de formación sindical que dictaba en Puerto Plata, el profesor Daniel Díaz—Alejo (fallecido) a través de la Confederación  Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC), filial Puerto Plata.

Por muchos años trabajó en la Casa Paiewonsky e hijos, C. Por A., como trilladora de café junto a Carolina de la Cruz, María Vásquez Ramos (fallecida), Ana Julia Núñez, Aura Wells (Lilín), Hilda María García (Nine), Confesora Sandoval Cabrera, Olivia Campusano, Andrea Mejía (chilín), Ana Vásquez, Petra Díaz, Cándida Sandoval Cabrera (a) Candita (muerta),  Alejandrina Messón (a) Sabina (fallecida), Luz María Díaz, María Almonte, Luisa Ortega (fallecida), Justina Almonte (muerta), Francisca Núñez, Juana Almonte (a) Juanita (fallecida), Aura Santos (Lala), Paula Santos (Panana), Carmen Santos (fallecida), Elvira Núñez, Hilaria García (Idalia), Ramona Vargas, Chana García y otras tantas.

Siendo ella muy joven conoció a Pedro Nicolás Valerio (a) Santico quien por muchos años fue capitán de la goleta Thelmas, propiedad de don José Paiewonsky y, luego,  trabajó en los barcos de la Flota Mercante Dominicana y fue un excelente músico y guitarrista.

Vivieron en el sector de Playa Oeste por unos años. Luego, se trasladaron a vivir a Santo Domingo  durante algunos años. Regresó de nuevo a Puerto Plata a la calle 10 esquina de la calle 3 del Ensanche Dubocq. Lograron hacer su casa propia por detrás de la compañía La Exportadora, C. Por A. De ahí fueron desalojados y consiguieron una vivienda en la Urbanización general Gregorio Luperón, de Puerto Plata.

La pareja Valerio Cabrera procreó seis hijos: Antonio (a) Coco (1945—2003),  Onelfa (Kuka), Lourdes (Caperuza), Rafael (Rafi), Ruddy y Zunilda (Zuni) Valerio Cabrera.

En la década de los años 60 comenzó a inmigrar a New York una gran cantidad de Puertoplateños, enclavados principalmente, de la parte de abajo, en busca de nuevos horizontes en su quehacer cotidiano. Entre esos Puertoplateños estuvieron:  Digno Caraballo (a) Nino, Vicente Colombo, Agustín Cabrera, Rafael Almánzar (a) Villalona, José Francisco Batista La Hoz, José Batista, Agripina Vásquez (a) Pina (fallecida), Pedro Nicolás Valerio (a) Santico, Elena Wells de Hernández, Prudencio Castillo Peña (Santico),  Félix Vásquez, Silvestre Morel (a) Danda, Bernardo Mercado (a) El Gordito, Ana Lee, Leonidas Vásquez Almonte, Pedro Henríquez Medrano (fallecido), Andrés Hernández (a) El Chino, Salvador Gómez, José Antonio Peña (a) Totolo, Fausto Gabriel Martínez (a) Susi, José Antonio Santos (a) José Panana, Ramón Antonio Díaz Castillo (a) Pelú, Miguel A. Valdez de los Santos, Felipe Reyes Regalado, entre otros. A partir de éstos comenzarán a llegar familiares y amigos, como esposos, hijos, hermanos, nietos, amigos, etc.

Su esposo Santico Valerio, después de haber trabajado como marino mercante por muchos años en la Flota Mercante Dominicana, se quedó en New York. Ambos esposos se divorciaron. Ella jamás se volvió a casar.

En julio de 1978 emprendió viaje a Estados Unido de América, su hijo Coco Vallerio,  estableciéndose en New York. Allí contacta a sus compueblanos y forman el Club Deportivo y Cultural Gregorio Luperón.

A finales de la década de los ochenta doña Ignacia Cabrera y algunos de sus hijos inmigraron  a New York.

Todos sus hijos residen y viven en New York. Allí casaron le dieron nietos y bisnietos a ésta.

Ella sintió la muerte de su hijo Antonio Valerio Cabrera (a) Cocco, acaecida  el 27 de septiembre de 2003, a las 12: 45 A. M.,  en el Hospital de Saint Bernard, en el condado del Bronx, en la ciudad de New York, a consecuencia de un infarto cardíaco.

Su hijo fue un conocido beisbolista y polifacético personaje folclórico puertoplateño. Un hombre bueno y admirado por sus familiares y amigos. Siempre será recordado por su hombría de bien y desprendimiento de lo material.

Un amigo de los amigos.

En New York era un “embajador” de los puertoplateños que visitaban a la ciudad de los Rascacielos. Había adquirido la nacionalidad estadounidense.

Llenó hermosas páginas en la historia del béisbol y el softbol de Puerto Plata y de New York.  Murió una verdadera superestrella de ambas disciplinas.

El deporte puertoplateño y, muy especialmente, el béisbol y el softbol se llenaron  de luto por la sentida pérdida de Antonio Valerio.

Cocó, como era conocido entre sus familiares, amigos y allegados, llevaba veinticinco años residiendo en la Gran Urbe de los Estados Unidos de América, allí como en su ciudad natal se ganó el cariño y el aprecio de sus conterráneos, por su jovialidad, probidad, honestidad incorruptible y alegría.

Vivió una vida tranquila  y apegada a la convivencia humana. Deberá de ser recordado por sus hazañas en el béisbol y su vida ejemplar que llevó hasta el día de su muerte.

Doña Ignacia Cabrera fue una mujer de aspiraciones y que luchó por el bienestar de sus hijos.

Tan pronto llegó a New York consiguió trabajó en una factoría como operaria y allí laboró por muchos años.

Siempre visitaba en viaje de placer a sus familiares y amigos en la ciudad de Puerto Plata. Nunca cambió con éstos. Siempre le dio el mismo trato y consideración. Se sentía bien con su gente, cuando regresaba a Puerto Plata.

Desde hacía muchos años se encontraba pensionada del gobierno estadounidense.

Doña Ignacia Cabrera López, deberá de ser recordada siempre por ser una mujer entregada al trabajo y madre ejemplar.

¡Paz a sus restos!