Frecuentemente, ciertas personas rechazan con simpleza cualquier aporte que provenga del ámbito filosófico a cuestiones de notable interés social y lo hacen con la gastada expresión: “Eso es teoría, nada que ver con la práctica”. Aunque siempre he insistido en que no hay nada más práctico como una buena teoría, escucho repetir una y otra vez los mismos prejuicios que hay en torno al filósofo, el pensar, la teoría y la práctica y lo importante en términos de sobrevivencia cotidiana.

Tengo la formal intención de decir algunas palabras sobre la relación entre teoría y práctica en el marco de los problemas cotidianos; con el ánimo de propiciar una discusión “teórica” sobre la malsana “práctica” de repetir prejuicios sobre el filósofo, el pensar, la acción y la vida cotidiana. Hago propósito de cumplir con este fin a partir de una discusión previa sobre la expresión “Mundo de la vida”, que en realidad no nos desconecta del tema de interés, sino que nos sitúa en un fiable camino de interpretación posible sobre la relación entre teoría y práctica.

La expresión “mundo de la vida” (Lebenswelt) es la traducción casi literal de una palabra alemana popularizada por Edmundo Husserl (1859-1938) en su última obra de 1936. Aunque no fue el primero en usarla, sí la dio a conocer y quería nombrar con ella al conjunto de actos, de representaciones, de creencias en el que nos movemos y existimos como algo dado previamente. Es decir, “mundo de la vida” son todas aquellas prácticas, creencias, ideas sin las cuales no es posible ningún tipo de conocimiento, sea científico o no, ya que son el presupuesto necesario para cualquier comprensión del entorno y de nosotros mismos.

El mundo de la vida refiere, entonces, a todo un entramado cultural previamente dado y sobre el que se sostienen las representaciones subjetivas de la realidad. Hasta 1936, cuando Husserl escribe su última obra, este “mundo de la vida” no había sido tematizado, como objeto de conocimiento, por ninguna ciencia empírica o espiritual. Hoy es un concepto de capital importancia en las Ciencias Sociales en general y nos permite entender los “fenómenos subjetivos” ya pre-dados y que constituyen el “suelo” desde el cual se edifican las ciencias y, ante todo, la representación subjetiva de la realidad y de sí mismo. ¿Cómo relacionamos mundo de la vida y la falsa dicotomía entre la teoría y la práctica? Veamos.

Toda “teoría” son abstracciones de reglas que surgen de ciertas condiciones y son aplicables. La “práctica” son las ejecuciones pensadas para obtener ciertos fines. Tanto la “teoría” como la “práctica” se efectúan por disposición de una misma capacidad de juzgar y, aunque tienen direcciones distintas, son complementarias. La teoría se direcciona hacia la abstracción de principios de carácter universal; la práctica hacia la consecución de cierto fin tenido como meta. Una cosa está clara y es común a las dos: en ambas hay que PENSAR; una en dirección a reglas para el juicio y la otra a medios según fines.

Las reglas derivadas de casos particulares guardan su conexión con el conjunto de condiciones que le dieron origen y, a partir de patrones, están llamadas a la comprensión de lo real bajo el concurso de las facultades humanas (entendimiento, sensibilidad, imaginación, memoria, voluntad). Las metas trazadas en la conquista de ciertos fines no se obtienen como frutos del azar, sino del cuidadoso juzgar entre medios y fines y esto sólo es posible por reglas que actúan como baremo de discriminación. En este sentido, teoría y práctica se entrecruzan y se esclarecen una a la otra.

Entendemos que en la cotidianidad del mundo de la vida podamos encontrarnos con personas que realicen ciertas labores y trabajos sin dar cuenta de ninguna teoría al respecto; es un ámbito pre-reflexivo y pre-consciente del obrar humano. Pero no podemos inferir que detrás de ello no existan representaciones factibles de una comprensión y explicación en términos conceptuales y que funcionan a modo de reglas o principios universales derivados de la abstracción.

En definitiva, al aducir que pensar sobre cuestiones fundamentales del quehacer cotidiano es hacer “teoría” sin ningún fin “práctico”, se comete una de las peores perogrulladas propias de almas que han optado, de modo inconsciente, permanecer en la minoría de edad; no por elección, sino por terquedad que es la peor de todas las necedades radicalmente opuestas a la sabiduría.