La derrota de Brasil ante Alemania en las semifinales del Mundial de Fútbol Brasil 2014 ha sido la peor humillación para ese país en toda su historia en este deporte. Este mundial traía la esperanza de remediar lo que le pasó en 1950, cuando se celebró el certamen en Brasil y cayeron ante la selección de Uruguay 2-1 y perdieron la copa. En otro orden, con todas las protestas y manifestaciones en contra de la realización de este mundial, ganar el torneo, de alguna manera, hubiere traído alegría y fiesta en medio de la crisis.

Pero lo que más me impresionó, más que la misma goleada, fue con la sensatez y seriedad con que el técnico de la selección, Luiz Felipe Scolari, en la rueda de prensa después del partido, asumió la culpa de esta pesadilla que vivió, no sólo el equipo, sino toda una nación. “…yo escogí la manera de jugar. ¿Quién es el responsable? Soy yo.”, esas fueron sus palabras.

Todos nosotros, desde el empleado de menor jerarquía, hasta los que han llegado a la presidencia de le República, así como se nos llena la boca en decir nuestras hazañas, debemos asumir con valentía y responsabilidad los desaciertos. Aprender y decir: “Sí, yo soy el responsable de esto” y enfrentar las consecuencias, sin necesidad de esperar que nadie nos señale para luego escondernos o mantenernos en silencio, esperando que el olvido se apiade de los desastres provocados.

El 8 de julio será recordado con dolor por todos los brasileños. Y aunque confieso dolor por la derrota de Brasil, yo recordaré el acto de Luiz Felipe Scolari, quien llevó a Brasil a ganar la copa en Corea-Japón 2002, y hoy se responsabilizó de la derrota. Ojalá todos tomemos la lección.