Mucho antes de que Eva pecara mortalmente y fuera por golosa condenada a parir con dolor (cuánto sadismo) ya fregaba los suelos del paraísoEra un hombre normal, dicen quienes fueran sus vecinos. Nunca dio motivos de queja. Cuentan que asistía con frecuencia a la iglesia y que acostumbraba a rezar y a santiguarse.

Es fama que en el bus cedía el asiento a las ancianas y que jamás olvidó felicitar a su madre un cumpleaños.

También era un buen estudiante, aseguran en el barrio. Al menos mientras fue a la escuela. Tal vez nada del otro mundo, pero sí un estudiante corriente, normal.

Sus amigos siempre lo consideraron un buen muchacho, tranquilo, de buen humor, amigo de sus amigos, siempre dispuesto a echar una mano, a arrimar el hombro, un amigo normal.

Y como trabajador todos sus compañeros coinciden en que cumplía y hacía bien su labor. Era, lo que se dice, un trabajador normal.

De hecho, era un hombre tan normal, que siempre había creído que las mujeres son seres inferiores, subordinados, desprovistos de cualquier razón.

Que en cualquier gesto amable de mujer daba por hecho una irrefrenable incitación al sexoEra un hombre tan normal que quienes pasaron por el amargo trance de observar el cadáver de la joven mujer embarazada, tirada, rota, mordida, violada, asesinada, no podían imaginar la razón de ser de tanta normal saña, de tanta normal brutalidad en aquel hombre tan normal

Constatación paradisíaca

Mucho antes de que Eva pecara mortalmente y fuera por golosa condenada a parir con dolor (cuanto sadismo) ya fregaba los suelos del paraíso.

Hombre perspicaz

Una noche, el hombre perspicaz llegó a su casa tras ocho perspicaces horas de trabajo y, como siempre, besó a su perro, se quitó los zapatos y saludó a su mujer.

Nada hubiera dicho antes de sentarse a cenar de no ser porque esa noche el hombre perspicaz reparó en la suciedad de una de las ventanas del comedor.

-¿Y por qué no has limpiado esa ventana? -preguntó el hombre perspicaz a su mujer- ¿Quizás se trata de alguna promesa? ¿Te cae mal esa ventana? ¿Tu religión te prohíbe limpiarla?

La mujer, en absoluto perspicaz, le respondió mientras servía la cena:

-Si hubiera limpiado también esa ventana nunca te habrías dado cuenta de que limpio las demás.

Algún día

Algún día la elefante aplastará el hormiga, la tigre devorará el mariposa, la tiburón despedazará el medusa, la caimán se tragará el ardilla, la lobo masticará el mosca y el hombre y la mujer serán iguales.

Constatación paradisíaca

Mucho antes de que Eva pecara mortalmente y fuera por golosa condenada a parir con dolor (cuanto sadismo) ya fregaba los suelos del paraíso.

Detrás de cada gran hombre…

Detrás de cada gran hombre siempre hay un gran abogado con su correspondiente gran bufete de grandes picapleitos, además de los socios y grandes allegados, amigos entrañables entre los que nunca falta algún gran director de un gran medio de comunicación y unos cuantos políticos, obviamente grandes, un gran juez, un gran intelectual, un alto ejecutivo de un gran banco, un alto cardenal y una gran biografía redactada por un gran historiador. ¿Verdad que es sorprendente cuantas personas y oficios caben en una mujer?

Canción de cuna

Mi mamá me mima, mi papá me ama  y el niño Jesús  me espera en la cama.

Mi mamá me mima,  mi papá me ama,  jugué a los papás  y ahora estoy preñada.

Mi mamá no entiende, mi papá se calla,  yo quise abortar,  me echaron de casa.

Mi mamá me mima, mi papá me ama y el niño Jesús aún sigue en la cama.

La conejita

¿La han visto? ¿Se han fijado en sus grandes ojos tristes náufragos? Ella no baila, no presenta, no despide. Sólo mueve las orejas y sonríe.

¿La han visto? ¿Han oído sus rojos labios gritos pájaros? Ella no canta, no concursa, no dirige. Sólo mueve las orejas y sonríe.

¿La han visto? ¿Han sentido sus breves manos quejas bálsamos? Ella no habla, no escucha, no sonríe… sólo mueve las orejas.

Al fin y al cabo

Luego de toda una vida pariendo héroes, criando héroes, alimentando héroes, vistiendo héroes, consolando héroes, justificando héroes, soportando héroes… ¿Qué tiene de particular que me sienta una heroína?

Era un hombre tan normal que en cualquier cortesía de mujer suponía una desesperada invitación a la cama.