El “Ejército de Salvación”, cristianos al rescate de almas perdidas, banda musical proselitista (cuatro instrumentos de viento y un bombo) rigurosamente uniformada, interpretan himnos y evangelizan. Visitan tugurios, refugios de borrachos, y calles de ramería. Intentan salvar pecadores ofreciéndoles perdón, techo y comida. Finalizado el espectáculo religioso, caminan detrás de ellos un par de arrepentidos, pensando más en la sopa caliente que en Jesús.
La visita del ex presidente Mujica, icono de la atipia, avis rara de la honestidad pública, ha causado regocijo y pesar. Supongo que sus anfitriones tuvieron algún propósito pedagógico, evangelizador, o pretendieron un “dime con quién andas y te diré quién eres “. No se sabe. Acertaron con la invitación: tuvimos que pensar en el abismo que existe entre él y la clase política criolla. Ese fue el pesar.
Luego del “honoris causa”, conferencias, homenajes y visitas palaciegas, el estadista uruguayo saludó al Presidente Medina. Al despedirse del país, no creo que dejara conversos en ningún tugurio, ramería o mafia política autóctona. Se marchó tranquilo dejándonos un sustantivo inolvidable.
Sabia ironía la de don José Mujica, el izquierdista flexible e inteligente, al legarnos ese nombre que resume la labor de nuestro presidente: mago. Nominación perfecta. El ilustre visitante no dijo milagrero, ni científico, ni administrador. El milagro lleva intervención divina, la ciencia comprobación y la administración resultados. Mago es quien produce efectos sugestivos, trucos, transforma la realidad momentáneamente, colega del Ilusionista y del prestidigitador.
Por lustros hemos vivido bajo el influjo de la magia peledeísta. La principal anfitriona del legendario prohombre uruguayo lo sabe, pues estuvo largo tiempo trabajando en esa “fábrica de chocolates de Willy Wonka”, elaborando chocolaticos y caramelos de sabores excepcionales, bombones dorados, y chicles capaces de hacer bombas gigantescas. Estuvo allí en esa chocolatería fantástica. Presenció, si se quiere, la conversión de agua en vino, de chancletas en botines Ferragamo, de chatarras en Maserrati. Deslumbrada por tanto artilugios, quedó paralizada y poco pudo decir. Ahora, afuera y descreída, ha de ser grande su satisfacción cuando el huésped revolucionario bautizó de “mago” al “chocolatier” supremo.
Mágica es nuestra economía, esos contratos tenebrosos, esos préstamos que nos hacen ricos para convertirnos en pobres; la desaparición de expedientes y acusados, y cientos de prestidigitaciones más. ¡Zas! ¡Abracadabra! Esa gente lo cambia todo, y si te he visto, no te veo. Cae la manta y estamos en Suiza, se coloca de nuevo y aparecemos en Katanga.
“¡Hokus pokus!”, gritó el mago el pasado jueves, y dijo: “Pero cuál corrupción, dónde están los escándalo de este gobierno…” De inmediato, imaginé al presidente Medina vestido de frac, chistera, y con varita negra en mano, asistido por el Comité Central ataviado en sedas multicolores y corbatas moradas fluorescentes. Un elenco de diestros ilusionistas trastocando la realidad. Una actuación impecable.
La estadía de Mujica como “Ejército de salvación” fue un fracaso. Pero su certera percepción del manejo financiero gubernamental ha iluminado nuestro entendimiento. Ahora sí podremos entender lo inexplicable. La magia lo explica todo. Usted sí sabe, don Pepe…