Ha pasado noviembre, mes de la familia, con su Día Internacional de la no Violencia contra la Mujer. Han pasado las marchas y los discursos, las arengas y los sermones vacíos, las mariposas y los “selfies” para subir a las redes sociales. ¡No ha pasado el dolor!
Siguen los feminicidios y el machismo visceral de este pueblo tan cristiano y devoto, que defiende a puñetazos la Biblia en el escudo de la bandera (por decir algo) como si eso definiera la bondad y la educación de los dominicanos y dominicanas. ¡Hipocresía!
Hemos visto, a no pocos, sentirse orgullosos porque en nuestro escudo aparece la Biblia abierta en el evangelio de Juan 8:31. “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. (Muchos dominicanos desconoce la cita bíblica que aparece en el escudo) ufanos porque somos un pueblo supuestamente cristiano donde tenemos por lema a “Dios, la Patria y la Libertad”.
Es que para enseñar la Biblia y comer pescado hay que tener mucho cuidado, porque en un descuido te puedes atrabancar con pasajes misóginos
Somos tan cristianos que nuestros diputados, que su mayoría desconoce los Evangelios, someten y aprueban ley para imponer la lectura de la Biblia en los centros educativos con el mismo atrevimiento y descaro con el que aprueban leyes inicuas.
El único país del mundo cuyo escudo tiene la Biblia abierta en el centro y donde la mayoría se confiesa “cristiana”, es también uno de los países con la tasa más alta de feminicidios y el segundo país más corrupto de América Latina. Y como si esto fuera poco, República Dominicana ha coronado quedando en último lugar en matemáticas y ciencias y penúltima en lectura comprensiva, según la reciente prueba PISA que mide a nivel internacional la calidad de la educación.
Pero nada de eso parece importar a los defensores de la patria y de la religión, incluso ni se enteran. Lo importante es que somos un país cristiano que defiende la Biblia y la bandera con su escudo nacional. Poco importa que el país se encuentre en el renglón de los peores educados, que tengamos una tasa alta de feminicidios y que ocupemos el segundo lugar en corrupción. ¡Qué gran contradicción!
Y en el colmo de lo absurdo, líderes religiosos culpabilizan de los feminicidios a quienes luchan por una educación de igualdad de género en el país. Es el caso de algunos pastores evangélicos que en diferentes programas de televisión y en sus concentraciones multitudinarias, acusan a quienes promueven la emancipación y el empoderamiento de la mujer. Esto, según ellos, es lo que ha provocado tantos feminicidios. Lamentablemente no son los únicos, también algunos sacerdotes y obispos católicos, aunque más moderados, están de acuerdo con estas afirmaciones.
Tales posturas descabelladas las argumentan a partir de un fundamentalismo bíblico que enseña a la mujer a estar sumisa al marido. “Mujeres, sean sumisas a sus maridos …casta y respetuosa…con alma dulce y serena. Esto es precioso ante Dios. Así se comportaban en otros tiempos las santas mujeres que esperaban en Dios, siendo sumisas a sus maridos”. (1 Pedro, 3, 1-6). Es cierto que el autor de la carta de Pedro sigue diciendo que el hombre debe ser comprensivo con la mujer, “que es un ser más frágil”, y debe tributarle honor, pero eso no salva la imagen que aparece de la mujer, descuidada, sumisa y frágil.
La Biblia sigue recomendando a las mujeres “a someterse a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia…Así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo”. Si fuera así de noble no habría problema, pero en nuestras iglesias no siempre es Cristo la cabeza, sino una jerarquía de hombres que han marginado a Cristo y su Evangelio y han impuesto sus propios criterios.
Históricamente los hombres han tenido el control de la política y de la religión; y en ese control patriarcal han ido borrando el nombre de la mujer y sus derechos. Por más discursos retóricos que empleen los líderes políticos y religiosos, por más exhortaciones y documentos, la siguen considerando inferior y débil y la siguen relegando a la cocina, sumisas y solícitas al varón, como manda la Biblia, según sus interpretaciones e intereses.
Finalmente, no es un asunto de cómo se está educando al niño que será hombre, también debemos poner la mirada en cómo se está educando a la niña que será mujer. ¿Sumisa? ¿Sometida al varón, como conviene en el Señor? ¿Calladita, porque así se ve más bonita…o porque así lo manda la Biblia? “Las mujeres cállense en las iglesias; que no les está permitido tomar la palabra antes bien, estén sumisas como también la Ley lo dice. Si quieren aprender algo, pregúntenlo a sus propios maridos en casa; pues es indecoroso que la mujer hable en la asamblea”. (1 Corintios 14, 34-36).
Obviamente no se está culpando a la “palabra de Dios” ni a la religión de los feminicidios. Lo que queremos es advertir de esas interpretaciones perversas y fundamentalistas de algunos fanáticos que pueden hacer mucho daño. Es que para enseñar la Biblia y comer pescado hay que tener mucho cuidado, porque en un descuido te puedes atrabancar con pasajes misóginos como los que acabamos de citar y pensar que así es como se debe educar a las niñas según la “palabra de Dios”.