Al final de la carta de Pedro Henríquez Ureña (PHU) a Mercedes Mota (MM) desde Nueva York, fechada el 14 de noviembre de 1901, el futuro humanista y crítico literario le recomienda a su amiga que desea morir, el “principal remedio” contra la enfermedad del pesimismo: «Pon tu corazón en tu trabajo. Si trabajas con fe, tu obra será útil, y sentirás que eres feliz.» (Treinta intelectuales dominicanos escriben a Pedro Henríquez Ureña. (BVega. SD: Academia Dominicana de la Historia, 2015, 84). Ya le comienza a funcionar a PHU la ideología platónico-aristotélica del arte como belleza, verdad y utilidad.

Para rematar su receta le recita la pragmática de Teodoro Roosevelt, el teórico del expansionismo imperialista norteamericano: «…no importa lo que el futuro nos reserve para bien o para mal, eso no debe alterar nuestro deber con lo presente. Que debemos conducirnos valerosamente en la lucha por el bien tal como lo concibamos, sin poner mientes en los acontecimientos…» (BVega, 84-85).

Abigaíl Mejía Solière

El joven bachiller de 17 años alecciona a la profesora Mota, de 21, con su experiencia personal: «Nadie más apto que yo para sentirse fastidiado, herido de muerte por el motivo más ligero. [¡]Pero reacciono prontamente! Y ya ves, es una gran cosa saber que nada es bueno ni malo, como dice Hamlet.» (BVega, 85).

El 19 de noviembre de 1901, después de seguir el consejo de PHU, MM  reacciona positivamente y le remite una carta escrita en inglés, en respuesta a una suya [¿del 28 de octubre, DC?, pero no incluida en Treinta….] como un ejemplo palpable de acción, traducida por BV: «He recibido su carta del 28 (del presente, escribe MM en inglés, inst., abreviatura de instance) de la cual me alegró mucho» (BVega, 85).Recuérdese que en una misiva anterior, MM le decía a PHU que estaba adelantada en inglés. La carta en inglés busca aprobación de parte de la autora.

Sin embargo, lo más importante son los datos que va desgranando la misiva. Por la carta extraviada de PHU sabemos que le ha dicho a MM que él se ha convertido “en un decadente, como nuestro amigo el señor Tulio Cestero”, y ella no está totalmente de acuerdo con esa postura y matiza: «…eso es bueno en cierta forma, usted sabe. Una persona ruda no atrae la simpatía de la gente; en algunos casos cautivaría más bien a sus iguales.» (BVega, 85). Sigue la distancia entre ambos, con el “usted”, pero PHU usará también, con mayor frecuencia, el “tú”, cuando debió ser al revés, dada la diferencia de edad. ¿Respeto o sumisión de parte de MM?

Pero de todas las referencias a personas y hechos de los que dan cuenta PHU y MM a través de esa carta, me llamó la atención la mención del apellido Nelken, el de la gran feminista española a quien cité en mi entrega anterior en Areíto, y ha de suponerse que PHU le ha recomendado a MM que le escribiese: «La señora Nelken no me ha escrito.» (BVega, 89). Pero es imposible que se trate de Margarita Nelken (Madrid, 5-VII-1894-México, 8-III-1968), la gran feminista y crítica de arte española, pues esta tenía siete años cuando MM escribe la carta de marras a PHU.

¿De cuál otra señora Nelken se trata? Habrá que investigarlo. Para 1918, época cuando surgió el liderazgo de Margarita Nelken, Abigaíl Mejía vivía en Barcelona, donde se radicó de niña junto a su madre Carlota Solière en 1898, y su regreso a Santo Domingo se produjo en 1925, pasada ya la primera ocupación militar norteamericana del país. De modo que Abigaíl fue quizá la única dominicana que conoció a Margarita Nelken, si no personalmente, al menos a través de su   famoso ensayo La condición social de la mujer en España. Su estado actual: su posible desarrollo, publicado en 1919. O talvez a través de su novela La trampa del arenal (1923) o de Maternología y puericultura (1926), En torno a nosotras (diálogo socrático) (1927), Las escritoras españolas (1930) y quizá La mujer ante las Cortes Constituyentes (1931). Las demás obras de Nelken es imposible que llegaran a las librerías de Santo Domingo a partir de la dictadura totalitaria de Trujillo, la que  continuó con la censura a la prensa. A todo tipo de correspondencia y a la libre expresión del pensamiento impuesta por el gobierno militar yanqui.

Pero todavía Nelken no era la personalidad política en que se convirtió luego de ingresar al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), donde permaneció desde 1931 a 1939, año último cuando pasó a militar en el Partido Comunista Español (PCE). Fue diputada a las Cortes en 1931, 1933 y 1936. En el PCE  estuvo hasta 1942. Tras la derrota republicana pasó a Francia desde Barcelona y se exilió en México con su familia a petición del presidente Lázaro Cárdenas.

De modo que si el feminismo dominicano de los años 1930 hasta 1968 no conoció las obras de Nelken fue porque no quiso, aunque durante la dictadura de Trujillo hubiese sido un peligro leer libros de esta mujer extraordinaria, traductora posible de la primera versión de La metamorfosis de Kafka al español, publicada anónimamente en 1925 por la Revista de Occidente.

Margarita Nelken
Pedro Henriquez Ureña, en 1914

También se le ha vinculado a la matanza de Paracuellos, pero esto no ha sido probado todavía con contundencia. Sobre estas matanzas he escrito un ensayo a propósito de Segundo Serrano Poncela, quien si firmó las órdenes de las sacas de las cárceles de Madrid. (Este ensayó será publicado por la Universidad APEC). De modo que esta Nelken de MM no es Margarita.

Otro dato interesante porque toca la bibliografía de MM es el que le suministró a PHU acerca de sus colaboraciones en el periódico puertoplateño La Vanguardia, que no hay que confundir con su homónimo barcelonés, donde llegó a escribir Abigaíl Mejia: «Le envío algunos periódicos: me ha sido imposible conseguirle todos los números de La Vanguardia, [incluido el n.° 112]  donde aparece “Impresiones de mi viaje”.» (BVega, 88), que figura también en Vida y pensamiento, pp. 118-119.

Esta obra autobiográfica de MM contiene los nombres de las revistas y periódicos donde escribió la puertoplateña adoptiva (Letras y Ciencias, Listín Diario, Revista Ilustrada n.° 4, 7, 8, 12, 14, 16, 24, Revista Literaria n.° 3, revista Nuevas Páginas n.° 5, Almanaque de El Álbum (1905: 231), La Cuna de América n.° 4, 25, 94, Ateneo n.° 6 y Renacimiento n.° 21.

Ojalá se encuentre el resto de la correspondencia de MM cursada desde Nueva York a intelectuales del Caribe, América Latina y Europa y, también, que se recuperen las que están en manos de particulares dominicanos, tales como las que le remitió a su discípula María Antonieta Sagredo desde que “se embarcó el 26 de julio de 1919 para Nueva York”, dato confirmado por esta dama en su libro Páginas íntimas  (Puerto Plata: s.i.i., 1948, p. 40, fotocopia que me cedió gentilmente Raymundo González).

Por último, existen en la carta de MM dos referencias que debo aclarar. En la carta de MM que comento, ella le refiere a PHU lo que sigue: «Muchas personas ilustradas de aquí me han dicho que le han enviado sus felicitaciones por su fino poema “Otoñal”.» (BVega, 89). La corresponsal le pregunta a PHU  si le enviará más poemas. Con respecto a este poema, BVega dice en  nota al calce: «Luce (sic) no estar registrado en ninguna de  las recopilaciones de sus obras completas.» (Ibíd.). Falso. Aparece dicho poema en la páginas 69-70 de las Obras completas t. I (SD: Ministerio de Cultura, 2013) compiladas por Miguel D. Mena.

Emilio Rodríguez Demorizi no incluyó el referido poema en su obra Poesías juveniles de PHU (Bogotá: Espiral, 1949, ni en su 2ª ed. (SD: Taller, 1984) porque no encontró la revista Ideal del 18 de noviembre de 1901 en las bibliotecas del país y posiblemente tampoco en el Archivo General de la Nación. Esto mismo me sucedió a mí.

Mena trae una segunda referencia bibliográfica de dicho poema: se publicó en La Vanguardia, de Puerto Plata, en noviembre de 1901, quizá luego de aparecer en la citada revista Ideal, sea porque Lorenzo Despradel (Muley), su director, lo haya copiado de dicha revista o porque MM lo recibió en un envío de PHU y  logró publicarlo en el periódico puertoplateño donde ella misma escribía. El descuido de Rodríguez Demorizi y del suscrito fue no saber que el periódico La Vanguardia reposaba en el Archivo General de la Nación y que ese poema de PHU se encontraba quizá en uno de los números de la referida publicación documentada por Marco Antonio Martínez en su libro Publicaciones periódicas dominicanas: San Pedro de Macorís: UCE, 1984, p. 110.

La segunda acotación es a propósito de una “ilustre pensadora haitiana” que PHU le dio conocer a MM en 1898, supongo que a través de algún libro o artículo (ella escribe que fueron unos pensamientos), asunto al que me referí a en Areíto del sábado pasado. BVega (p. 62) transcribe así: [Vio]yer], una parte del apellido de la “ilustre pensadora”. Quizá está ilegible esa parte del apellido en el original de la carta de MM.

Sospecho que “la feminista” que MM creyó conocer no era haitiana, sino francesa. Quizá el texto que le trajo PHU a MM estaba en francés y por una confusión creyó que la autora era haitiana. Y esto se deduce de un artículo  publicado por MM en el Listín Diario del 18 de abril de 1898 titulado “Madame Clemence Royer” (incluido en Vida y pensamiento…, pp.65-67). En la próxima entrega veremos que la redacción, la sintaxis y el ritmo de ese artículo son los mismos de la carta de MM del 3 de febrero de 1898 a PHU donde se muestra sorprendida por no haber conocido antes a esa pensadora.