Hay cinco temas importantes en la primera carta de Mercedes Mota (MM) a Pedro Henríquez Ureña (PHU), fechada en Puerto Plata el 3 de febrero de 1898, cuando ya el amigo se encuentra en Santo Domingo: la familia, el trabajo, la carrera literaria y el tormento o atribulación.
El primer tema es familiar y, aunque es un asunto personal, el hecho tendrá repercusión en el cambio de vida y carrera literaria truncada de MM a partir de ese momento. Me refiero al nacimiento de su sobrino, el primogénito de Antera Mota y Rufo Reyes, a quien se llevará en 1919 a Nueva York, junto a las otras dos sobrinas, por las razones explicadas en la crónica anterior: «El 1 de Enero dio a luz Antera un niño, i este acontecimiento me ha impedido seguir recibiendo algunas clases. Pienso volver a recibirlas lo más pronto posible. » (BVega. Treinta intelectuales dominicanos escriben a Pedro Henríquez Ureña. SD: Academia Dominicana de la Historia, 201 5, p. 61. Dejaré intacta la ortografía de finales de siglo XX).
¿Qué estudia MM si ya es profesora? El segundo tema está planteado y este resta tiempo para el estudio y la escritura, pues ejerce, además, «dos secretarías del Liceo: Secretaría de Juntas literarias, i Secretaría de Juntas generales.» (Ibíd.)
Ella misma nos aporta el tercer tema, al informar a PHU primero: «Estoi un poco adelantada en Ynglés, en música i pintura también.» (BVega, 62).
El cuarto tema es el tormento, el sufrimiento, la atribulación y el pesimismo vital de aquel fin de siglo XIX, escenario donde se verá más adelante el rol de lo político y la guerra en este calvario: «Tengo muchas cosas entre manos, mi buen Pedro; me gusta el trabajo, i sólo por él amo esta vida llena de sufrimientos i miserias.» (BVega, Ibíd.).
Un quinto tema que se desgaja de este epistolario es la preocupación por la educación de la mujer dominicana, idéntica a la de Salomé Ureña, pero sin llegar a abrazar la ideología y la política del feminismo decimonónico francés de Olimpia de Gouges y las miembros de la “Sociedad Fraternal de la Una y el Otro” sexo, fundada en 1790 o de Luisa Michel, llamada la Virgen Roja de Montmartre durante los episodios de la Comuna o de Flora Tristán la paria que viajó por los Andes hasta llegar al Perú en busca de su tío Pío Tristán. O de Mary Wollstonecraft, la equivalente inglesa de Olimpia de Gouges y las sufragistas inglesas Barbara Bodichon y Bessie Rayner Parkes, socias fundadoras del Círculo de Langham Place en 1850.
O la protofeminista norteamericana Abigaíl Adams, quien le recomendó lo siguiente a su esposo John Adams, futuro presidente de los Estados Unidos, cuando se dirigía el 31 de marzo de 1776 al Congreso Continental: «…recuérdate de las mujeres y sé más generoso y favorable hacia ellas que tus ancestros. No pongas poderes tan ilimitados en las manos de los maridos. Recuerda que todos los hombres serían dictadores si pudieran. Si no pones cuidado y atención particular a las mujeres, estamos determinadas a fomentar una rebelión, y no nos sentiremos ligadas a ninguna ley donde no tengamos voz ni representación.» (Wikipedia en inglés. Cronología del feminismo en los Estados Unidos. Visita 6-V-2016). A lo que se añade la cohorte de sufragistas norteamericanas desde Elizabeth Cady Stanton (1848) hasta Emma Goldman, la anarco-comunista (1869-1940).
MM leyó, y oyó hablar, de todas esas mujeres, pero el feminismo de ella no pasaba de una conservadora invitación al mejoramiento de la educación, tal como se desprende de su libro de reminiscencias, varias veces citado en estas crónicas, si se parte de su visita a la Exposición de Búfalo en compañía de PHU y su hermano Fran y lo encantada que estuvo de conocer a las jefes del feminismo paraoficial del momento: la presidenta del Consejo Internacional de Mujeres May Right Sewell, “la aristócrata canadiense Adelaida Hoddles y la célebre orientalista Madame Mountford” (MM. Vida y Pensamiento…, p. 19). Digo paraoficial porque en nombre del feminismo esa sociedad preconizaba trabajar incluso con los gobiernos dictatoriales como los que hubo antes y después de los años 1930 en Hispanoamérica: González Videla en Chile, Somoza en Nicaragua, Trujillo en la República Dominicana, Machado en Cuba, etc. etc.
Aunque MM menciona en su carta a PHU a Madame [Vio] yer, “pensadora ilustre” haitiana que PHU le hiciera conocer a su amiga, no hay mayores datos ni ampliación de las ideas de la haitiana, pero el feminismo en Haití no se desarrolló, castrado por la intervención norteamericana de 1915-35, hasta este último año cuando se funda la Liga Feminista para la Acción Soci
al, que retoma luchas anteriores del siglo XIX llevadas a cabo por Catherine Flon, Cécile Fatiman y Dédé Bazile.
De igual modo que, paralelamente, nació para la misma época, la Acción Feminista Dominicana en 1932 fundada por Abigaíl Mejía y un grupo considerable de mujeres, luego de la desocupación militar norteamericana de nuestro país, inspirado en las ideas del Consejo Internacional de Mujeres y en el feminismo español de tradición católica y de clase alta con pioneras (Concepción Arenal y la condesa Emilia Pardo Bazán y un poco Concha Espina, 1877-1955).
Pero luego se desarrolla desde 1918 el feminismo de clase media (Asociación Nacional de Mujeres Españolas) con María Espinosa, Benita Asas Manterola y Clara Campoammor. Margarita Nelken y Victoria Kent, parlamentarias electas en 1931, se opusieron al voto de la mujer porque este solo iría en beneficio de las clases conservadoras. Al contrario, Clara Campoamor, también parlamentaria en 1931, sí abogó por el voto femenino.
Abigaíl Mejía y su grupo, un poco ecléctico y de clase pequeño burguesa media y media alta, estaban ideológicamente más cerca del feminismo de Salomé Ureña y Hostos, inspirado en el positivismo armónico del filósofo alemán de tercera categoría Carlos Krause, compatibilizaba el teísmo y la enseñanza laica.
Esto fue lo que conoció Abigaíl Mejía en Barcelona cuando vivió varios años en la ciudad condal, pero derivó en un feminismo conservador porque en una dictadura como la de Trujillo era imposible pensar en la ideología del Grupo Feminista Socialista surgido en 1912 con Margarita Nelken o la Unión de Mujeres de España en 1918, de un carácter más izquierdista, y cuya líder fue María Lajárraga. No hay que decir que esos dos últimos tipos de feminismo quedaban excluidos de la perspectiva de Abigaíl Mejía y su grupo, adherido ideológicamente al Consejo Internacional de Mujeres.
No es ocioso decir que hubo un intento de colaboración entre el feminismo dominicano y el haitiano, pero sospecho que la cooptación de dicho movimiento por parte de Trujillo sepultó en el olvido todo tipo de contacto, pues esas feministas dominicanas se refieren vagamente a sus congéneres haitianas.
No obstante, MM le dice a PHU: « Me alegro mucho de conocer la mujer haitiana, pues sabía mui poco de ella… Grande lástima, en verdad, que la mujer dominicana permanezca en la inacción, sin que descubra en ella la ambición de saber, la ambición que dignifica i engrandece… Pero no hablemos de esto, pues es cosa que entristece el ánimo. » (Vida y Pensamiento…, MM, p. 62).
PHU, quien sería grande, habla ya en 1901 como un grande cuando se da cuenta, en carta a MM desde Nueva York, 14 de noviembre de 1901, del pesimismo que abate a su amiga: «Recibí tu carta del 1° de este mes y estoy sorprendido de todo lo que dices. ¿Qué te ocurre? ¿Por qué tan deprimida y queriendo morir?… La vida es digna de vivirse. No desees morir tan joven. Espera hasta que tengas más de cincuenta años. Voy a prescribirte alguna medicina, de modo que te cures de tu escepticismo. Comunícate con personas cuyos ideales no sean los de la bourgeoise común. Visítalas para que visiten y escríbeles si no viven en Puerto Plata. Escríbele al señor Hostos, a Tulio Cestero, a Leonor Feltz, a todos tus amigos inteligentes y a las mujeres, especialmente… Lee, lee mucho, tanto como puedas. Lee a los autores más pesimistas, los más excéntricos, los más rudos, los más atrevidos combatientes… Lee a Leopardi, Schopenhauer, Nietzsche, Zola, Ibsen, Tolstoi, D’Anunzio, Montalvo, Baudelaire, Larra, Heine, Renan, Poe, Espronceda. Su pesimismo te curará.» (BVega, 84).
Y remata el jovencito que ya parece un adulto sapiencial y experimentado: «Y no dejes de leer también a los grandes, humanos, serenos escritores que, como el Próspero de Shakespeare, han alcanzado ‘la suprema paz del alma’.» (BVega, Ibíd.)
Publicado en el suplemento Areíto del periódico Hoy del 14 de mayo de 2016 y reproducido con permiso del autor en Acento.com de la misma fecha.