A veces pienso,  que el  único ser vivo que todo mundo cree tener una “sabida” opinión sobre quién y cómo será  su vida, es la mujer.  Digo esto,  teniendo en cuenta las etiquetas, juicios y prejuicios culturales sobre la mujer, de la que todos creen tener una palabra u opinión sobre su vida, incluso desde que nace.

No obstante, al igual que todos los seres humanos, entiendo que cada mujer es única, no se repite y tiene un programa de vida oculto,  que ella misma está llamada a descubrir y vivenciar, sin quedarse en lo que  en las voces que dicen: ella será así, ella será tal o cual cosa. Simplemente, estamos llamadas a ser.

Somos  importantes,  no por lo que tenemos o por lo que dicen, sino  por lo  que realmente somos. La esencia de nuestro  ser nadie la puede descubrir, pues cada una estamos llamadas a vivirla tal cual es.

Esencia de mujer

La esencia de cada mujer se va construyendo desde los primeros días de la vida, y quién sabe si antes, desde el momento en que nuestros  progenitores van acompañándonos en el proceso de crecimiento, al ir recibiendo de  niña los  valores, creencias, límites, en fin,  todos los nutrientes que van  llenando  el  depósito que alimenta nuestro  ser.

La esencia desde la que cada una está llamada a vivir,  se encuentra  en la fuente donde está todo lo que da sentido a la existencia, lo que mueve hacia la positividad, al desarrollo, al reconocimiento de ser cada vez más y mejor.

Esta esencia, es lo más importante del propio ser, aquello que no se compra ni se vende, por tanto, no se negocia, no se presta, no se empeña y jamás se cambia. La esencia del ser, permite contactar con los fuertes niveles de valoración personal, con la belleza del cuerpo y del alma, con la integridad, la valoración, la sabiduría y la felicidad.

Elementos que comprometen la esencia de mujer

Cada vez que como mujeres nos ponemos en la corriente de los que a nivel externos van dirigiendo nuestra vida, contactamos con esos elementos que comprometen la esencia de mujer.

Lo más significativo no es como me ven, sino como me veo, como me aceptan, sino como me acepto, como me sienten los otros, sino como me siento yo conmigo misma, caer en lo que los otros sienten, creen, ven o dicen de mí, es  engancharme en otros de los elementos que comprometen nuestra esencia.

Muchas veces,  las redes, los medios de comunicación, el comercio y todos los que manejan estos mecanismos, crean elementos que nos desvirtúan del centro, y al introducir necesidades, problemas y soluciones que están fuera del ser, se puede perder el foco, y si esto se toma a la ligera, nos impide vivir en profundidad  nuestro ser esencial.

Vivir desde la esencia

El vivir desde la esencia, nos  mueve a empezar cada mañana con altas dosis de valoración, con un deseo grande de conectar con lo mejor y más hermoso que poseemos. Para esto,  no es necesario contar con la aprobación o permiso  de otros, ya que  nuestro interior, siempre será una fuente de crecimiento y empoderamiento.

Vivir en esencia desde el ser, impulsa a dar respuestas a nuestros ideales, a buscar los sueños  propios y desde ellos pisar los caminos de la realización, la felicidad y el amor a sí mismas.

Al descubrir la esencia, cada mujer va encontrando fortaleza para validarse y valorarse, fe en sí misma y en otras mujeres al tener una mirada sororal, la sabiduría para conectar con la fuente de la libertad, de la alegría, de las capacidades que nos permiten ocupar el propio lugar, cuidar nuestra integridad,  por tanto, nuestros cuerpos: físico, emocional y espiritual.

Es tiempo de despertar, y al hacerlo desde nuestra esencia,  iremos encontrando aquellas fuerzas que desde toda la eternidad hemos poseído, y que muchas veces la dejamos en el olvido y nos distraemos con lo superfluo, con lo que mata el espíritu, el carisma, el propósito de vida; es un tiempo  en el estamos llamadas a ser desde la propio, no desde la frecuencia con nos planifican allá afuera. Ser esencia ahora, es vital.