Hay quienes afirman que sus expectativas son en algunas cosas muy específicamente diferentes de las del hombre, viéndolo desde la perspectiva edipiana. ¿Qué pensaba Freud sobre  las mujeres en las relaciones afectivas?

El complejo de Edipo habla de un gran mito de la historia humana que es Edipo (Sófocles, 427 a.C.) quien se apasiona de su madre y rivaliza con su propio padre. Eso en el caso del niño, en el caso de la niña se apasiona por el padre y rivaliza con la propia madre.

Sin embargo, en esta teoría central de Freud, el padre del psicoanálisis hace la salvedad de que la mujer suele buscar un hombre que no sea igual a su padre y en cambio algo de su madre. Es decir, ella repite en el relacionamiento con su hombre (o a quien elija como su pareja sexual) las dificultades, los resentimientos que tenía cuando niña en relación con su madre. Si la mujer no consigue superar esa posición, ella permanece presa en eso y tiende a reeditar algo  que ya debería haber sido superado; ella debería lograr transitar de niña a mujer, de hija a esposa.

Lo que más observan hoy por hoy los psicoanalistas es la dificultad de muchas mujeres en ocupar el lugar de mujer, ocupar ese lugar femenino por excelencia en el sentido de ser mujer de un hombre.

Entonces, ¿qué quiere una mujer? Se pregunta Freud. Pero cuando cuestiona, no reflexiona sobre querencias simples y objetivas de la necesidad humana. Su reflexión se dirige a cuestionar en términos existencia lo que quiere una mujer. En el caso del amor, Freud postula una noción básica: la mujer se interesa más en amar y/o ser amada.

Me retrotrae a un aforismo popular dicho por mujeres (y que he oído toda mi vida): “a las mujeres tú no puedes tratar de entenderla, tú lo que tienes es que amarla y ya”.

La tragedia griega Edipo Rey fue escrita por Sófocles y es uno de los mitos más revisados ​​de la Antigüedad clásica. El intelectual Aristóteles consideró la obra de teatro como la mayor tragedia del teatro griego.

Resumen

El protagonista Edipo es condenado a muerte cuando aún era un bebé. Su padre, el rey Layo, había escuchado de un oráculo en Delfos que su hijo algún día lo mataría y se casaría con su propia madre, la reina Yocasta. Perturbado por la revelación, el rey pensó que la mejor solución sería matar al niño antes de que la profecía se hiciera realidad.

Ante la decisión, un pastor es convocado por el rey para llevarse a Edipo, a quien le ataron los pies y lo dejarían colgado de un árbol en el monte Citerón hasta que fuera atacado por las bestias. Por lástima, el pastor desobedece las órdenes y se lleva al bebé a casa. Por ser muy pobre, la familia del campesino es incapaz de crear las condiciones para crear Edipo y acaba por donarlo.

El bebé finalmente terminará en manos de Polibio, el rey de Corinto, quien comienza a tratarlo como a su propio hijo. El niño crece y recibe la inquietante revelación de que había sido adoptado.

Molesto por la noticia, Edipo se vuelve loco. En ese momento, se encuentra en una encrucijada con su padre biológico (a quien no conocía) y con algunos compañeros más. Furioso, tiene un estallido de rabia y termina matando a esas personas. Así es como se cumple la primera parte de la profecía: el hijo mata a su propio padre.

Cuando llega a Tebas, su ciudad natal, Edipo se enfrenta a una esfinge que le propone un desafío nunca antes resuelto:

¿Qué criatura por la mañana tiene cuatro pies, al mediodía tiene dos y por la tarde tiene tres?

Edipo es el único que resuelve el rompecabezas. La respuesta a la pregunta de la esfinge fue el ser humano, que gatea con "cuatro pies" cuando es un bebé, camina sobre dos cuando es adulto y llega a tres patas cuando crece (las dos que llevan el bastón).

Resuelta la cuestión planteada por la esfinge, Edipo es considerado un héroe y es declarado nuevo rey de Tebas, casándose con su propia madre y cumpliendo la segunda parte de la profecía. Juntos, Edipo y Yocasta incluso tienen cuatro hijos (dos hijas y dos hijos).