En Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, 2018, en su libro Cómo mueren las democracias, ambos,  profesores de las asignaturas de Govenment y Social Studies en la Universidad de Harvard y  especialista en estudios sobre democracia y autoritarismo en Europa desde el siglo XIX, encontramos en el  capítulo, que las alianzas fatídicas y las divisiones políticas, fueron los causales para el ascenso al poder, primer ejemplo, del fascismo de Benito Mussolini. 

Lo anterior, propició que Mussolini, el 30 de octubre del 1922, fuera invitado por el rey italiano para jurar el cargo de Primer Ministro, donde previamente,  hizo una parada en el Hotel Savaoia, para ataviarse con un traje chaqueta negro, por igual camisa y sombrero hongo, del mismo color. (pág. 23)

Desde dicho lugar, consciente de la fuerza del espectáculo, se dirigió a pie triunfante hasta el palacio real del Quirinal, y altivo y poseído de un paso decidido, pronunció, ¨Señor. Disculpe mi atuendo. ¨Vengo del campo de batalla¨. Esa acción,  marcó la  legendaria marcha sobre Roma de Benito Mussolini, todo planificado para arrebatar el poder al Gobierno liberal, en el sentido que pregonó que lo hecho significaba un acto de insurrección, en sus propias palabras, una revolución (p. 23)

Desde inicio, se enseñoreó con escaso 35 escaños parlamentarios de su partido –de un total de 535-, productos de las divisiones entre políticos de los partidos principales, temor al socialismo y la amenaza de violencia de los trescientos mil camisas negras, hizo que el rey Víctor Manuel III, lo catapultara  como un ¨instrumento para neutralizar el mal social¨

Con esto, repunta el mercado bursátil, retrocede el socialismo, en el sentido que viejos estadistas de la elite vieron a este personaje como un aliado. Pero, no fue así, Italia no tardó en encontrarse con la brida y las espuelas. ¡Se había instaurado el fascismo!

En el caso Adolf Hitler, atribuyen su llegada al poder de Alemania, por desaciertos de líderes desenfocados, ya que sabiendo de su gran capacidad para la insurrección violenta, refiriendo el asalto de la Cervecería de Múnich  en 1923, por cuya causa pasó nueve meses en prisión, desde donde escribió su famoso testamento personal, Mein Kampf (Mi lucha), lanzando su promesa de que llegaría al poder por la vía electoral.

Al reincorporarse al accionar político, encuentra un escenario en el que la economía alemana estaba tambaleándose, la centroderecha cayó presa de luchas internas y la popularidad de los comunistas y los nazis fue en aumento. Bajo este esquema, el presidente instalado, por demás, héroe de la Primera Guerra Mundial, Paul von Heidenburg, debido a que el parlamento no lograra nombrar un gobierno por mayoría, luego varios intentos de nombramientos de Cancilleres, y siguiendo la debacle política-económica, incluso con el contubernio de adversarios conservadores, deciden poner un candidato independiente y ¨popular¨, que aunque lo despreciaban, contaba con el apoyo de las masas, pero, con la consabida creencias que podían controlarlo, incluso, acariciando la idea, de que ¨en una Alemania azolada, dentro de dos meses tendremos a Hitler agotado en un rincón¨, apreciación que se ha considerado, en el más colosal error de cálculo.   

Al respeto, los tratadistas, plantean que la combinación de crisis económicas, descontentos público creciente y el declive electoral  de los principales partidos políticos, que si aparece en escena un desconocido carismático y consigue popularidad desafiando el viejo orden establecido,  más los liderazgos desunidos y anárquicos, estos personajes, tienden a emerger con fuerzas, ya que hasta son asumidos por los políticos del sistema (p. 25)

Volviendo al caso de Italia, cabe destacar que para que entrara en macha Mussolini, el antiguo orden liberal se desmoronaba en medio de huelgas y de un creciente malestar social. Se atribuye también, a la incapacidad de los partidos tradicionales para forjar mayorías parlamentaria sólidas. Ante este panorama, el primer ministro Giovanni Giolitti, -en su quinto mandato-, optó por formar una coalición, por encima de todo consejo y raciocinio, aprovechando el atractivo de los fascistas para las masas, decidió apoyar el movimiento, llevándolo en el bloque burgués de su grupo electoral, integrado por nacionalistas, fascista y liberales, cuya estrategia fracasó debido a que solo obtuvo un 20% de los votos, propiciando su dimisión, y en cambio, generó el auge de  Mussolini.

Como otros tantos casos de muerte de liderazgos, democracias y sistema político, se destaca el caso Hugo Chávez en Venezuela,  país que de ser bastión de la democracia de Sudamérica, instalada desde 1958, siendo este apenas un suboficial, luego del fallido intento de golpe de estado, recibió la catapulta del ex presidente Rafael Caldera, uno de los fundadores de la democracia venezolana. El hecho es que Chávez, detenido apareció en directo en televisión, declarándose Bolivariano, en honor al altísimo y venerado héroe de la independencia de Venezuela. En efecto, este líder dio un giro estratégico y en vez de pregonar luchas armadas, se vistió de demócrata.

El hilo conductor entre Rafael Caldera y Chávez, fue el hecho que ya en 1992,, Caldera, se  hallaba en pleno declive, incluso, cuatro años antes, no había ni siguiera podido cuajar la candidatura presidencial de su partido  el Copei,  y ya solo se le consideraba como una reliquia política, pero, a sus 76 años, mantuvo latente su sueño de volver a la presidencia, por lo que la noche del primer golpe de estado, hizo una intervención abrazando la causa de los rebeldes, cuyos efectos político fue enchapar a Chávez, de representante de la democracia y el fin de los 34 años del sistema venezolano. 

Finalmente, refieren que los sistemas, donde las democracias y los liderazgos, también mueren, es cuando no se cuenta con la fortaleza y solemnidad de su constitución política.

Atribuyen que la fortaleza del sistema democrático de los estadounidense,  es que su propia constitución es la guardiana de su sistema, porque dispone de mecanismos de controles y equilibrios, que previene que los dirigentes políticos concentren y hagan un uso abusivo del poder (p. 127)