Hay una canción de Silvio Rodríguez que me para los pelitos: La era… Dice que está pariendo un corazón, que no puede más, que muere de dolor… y así va la cosa.
Escribir por escribir no es lo mío. Y esta semana me sorprendió sin tener del todo claro sobre qué iba mi artículo. Pero no por falta de ideas, sino por el cúmulo de realidades que, una por una, fueron haciendo lo suyo dentro de mi cabeza. No soy inmune a los quebrantos de espíritu, y entre una cosa y la otra, les juro que no terminaba de decidirme sobre qué abordar y qué no.
En menos de dos semanas nos sumergimos en una estéril dinámica de dimes y diretes sobre el aborto. Acto seguido terminamos eructando morbo, el más burdo de los morbos, y todo por la sinuosa silueta de dos amantes en una ventana y la idea de un gracioso de hacerse eco del asunto. Finalmente rematamos con la crónica de una beca que primero se negó pero que luego se concedió.
Este último evento puso en evidencia –nuevamente– nuestro nacionalismo de conveniencia, toda vez que la chica que protagonizó la historia ha sido cuasi crucificada y señalada de haitiana maldita, sindicada como instrumento de una agenda malsana que se diseñó para tildar al país de racista. Mientras otros, indignados hasta el tuétano, piden la cabeza de la Ministra. Como si tal cosa reivindicara una sociedad que hace mucho se transó por la apariencia y la imagen.
Y en medio de todo, nuestra sociedad que parece dar golpes de campana, de aquí para allá… Pendulando sin hallar destino cierto.
Un chin más allá, y al mismo tiempo, nuestros niños vienen llegando de vacaciones. Cuando yo era pequeña iba al campo donde la tía o la abuela, ahora se va al campamento. ¡Nada baratos, por cierto! Es cuestión de días para que nos pongan a hablar de lo caro que están los útiles escolares y del negociazo que hacen las editoras. Y los bancos, cuya principal vocación es la de endeudar, se frotarán las manos preparando la estocada de los intereses.
Que por cierto, no tenemos clases de Moral y Cívica, pero el libro “Jesus Te Ama, viviendo una vida en valores” –RD$785.00–, sí se encuentra en la lista de libros de nuestros hijos. Porque los valores inherentes al ser humano fueron secuestrados por la fe religiosa. Y la doctrina hay que iniciarla bien tempranito, no sea cosa que de adultos a nuestros hijos les de con pensar diferente, a pesar de que nuestra Constitución habla del derecho a la libertad de culto. Pero, ¿quién elige por nuestros hijos? ¿El Estado? ¿La Iglesia Católica? ¿Está un menor de 6 años en condiciones de elegir una creencia religiosa? ¡Por supuesto que no!
En su canción, Silvio nos dice que hay que correr, pues el porvenir se nos está cayendo. Y mi piel sigue chinita, porque desde mucho antes del 16 de agosto y más allá de este, nos tienen el futuro secuestrado. De esto sí que no tengo ganas de hablar, es más de lo mismo. A menos que decidamos empoderarnos y salir de la comodidad de nuestros sillones, escritorios y computadoras; nos desmontemos de las jeepetas, le bajemos algo a nuestras compras en los “moles” y empecemos a cuestionar y a exigir mucho más allá de las redes.
Al final como que les conté mucho y les dije nada. Juzgue usted por dónde andamos. Le recomendaría que escuchara un poco La era está pariendo un corazón, de Silvio, y tome prestado lo que le sirva. Esto no se va a arreglar solo; tampoco lo hará el ser mitológico de su preferencia, ni las oraciones de los creyentes que abarrotan las naves evangélicas que se han multiplicado en la Ave. San Vicente de Paúl.
¡Esto, aunque usted no lo crea, lo arregla la gente!